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Su siguiente misión los llevó de nuevo a Colombia, el teléfono había sonado a mitad de la noche y ella se despertó inmediatamente con una descarga de adrenalina. Se levantó de un salto, presionó el botón de la cafetera y se vistió incluso antes de leer las órdenes que le habían mandado por mensaje de texto. Se lavó los dientes, se peinó rápidamente, se hizo una coleta y revisó su lista de tareas para cerciorarse de que no se olvidaba de nada importante.

Tenía la bolsa de viaje, mejor preparada que la vez anterior, en el maletero del coche. Busco en el fondo de su armario el maletín plateado, donde se guardaba con mucho mimo a Blue Bird, estaba muy bien escondido a los ojos intrusos dado que la seguridad de aquella tecnología tan avanzada dependía de ella y de los otros operadores de dron.

Era muy importante que cada operador llevara el ordenador y el dron correspondientes, porque el dron estaba programado para reconocer a los miembros del equipo al que había sido asignado. Si llevase uno que no fuese el suyo, perdería mucho tiempo intentando avisar de posibles amenazas dado que el dron no reaccionaría a los miembros de su equipo.

Por su parte ella también tenía un arma, que debía llevar siempre que fueran a viajar a un sitio donde el equipo debía ir armado. En aquella ocasión le habían ordenado que se llevara el arma, por lo que dedujo que no iban a volar en un avión comercial. Ella prefería ir en avión comercial que tener que meterse en un avión militar o de carga, pero hasta el momento los vuelos comerciales habían sido más la excepción que la regla.

Cuando terminó de repasar la lista terminó también de hacerse el cafe. Apagó la máquina, echó el cafe en un termo, recogió sus cosas y salió por la puerta.


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Llegó al pequeño aeropuerto privado que le indicaban en el mensaje y se le encogió el estómago. Era el mismo aeropuerto en el que Raikiri y Naruto le habían obligado a saltar en paracaídas. Aunque lo estaba viendo de noche y además era invierno, ella lo reconoció. Solo que esta vez lo que le esperaba en pista era un pequeño jet con las luces encendidas.

Vio el todoterreno de Naruto aparcado a cierta distancia del avión, así que él había sido el primero en llegar. Estacionó junto a él, respiró profundo y salió del coche. Escucho como del todoterreno también se abría y cerraba una puerta.

En silencio ella sacó del maletero su bolsa de viaje, su termo de café y el maletín plateado. Cerró con fuerza y presionó el cierre automático en el mando de sus llaves.

—Ven —dijo Naruto que la esperaba de pie junto a su coche, estaba igual de abrigado que ella— subamos al avión y esperemos al resto ahí.

—Los otros no han de tardar mucho.

—Lo se, pero podemos ir metiendo las cosas y así no pasaremos frío aquí —intento convencerla— además, los primeros en llegar se quedan siempre con los mejores asientos.

—Al menos esta vez tenemos asientos —dijo recordando cuando volvieron en el avión montacargas y tuvieron que ponerse donde podían.

Unas luces le alertaron de que dos coches más estaban llegando al lugar, así que sin perder tiempo se puso a caminar junto a Naruto para conseguir buenos sitios. Subieron las escaleras hasta estar dentro de la cabina, el interior tenía asientos para máximo ocho pasajeros, así que era un avión pequeño y en la cabina un señor un tanto mayor estaba haciendo las verificaciones para el vuelo. Ella de inmediato se dirigió a uno de los asientos traseros, hasta que la mano de Naruto la tomó del brazo y la detuvo.

—Aquí —le dijo, la jalo del brazo y la sentó en uno de los asientos de enfrente, después se sentó él a su lado.

Eso no era bueno, nada bueno.

—Yo quiero sentarme atrás.

—Si, pero yo quiero sentarme aquí y quiero que tú estés a mi lado —dijo él y le clavo una mirada autoritaria— no discutas.

—¿Porque necesitas sentarte aquí? —le preguntó molesta justo cuando Shadow asomaba la cabeza por la puerta de la cabina.

—Porque es el único asiento en el que se pueden estirar las piernas —respondió fastidiado— por mucho que lo intente siempre llegas primero Kyūbi.

Eso era comprensible, Naruto era el más alto del equipo y el espacio entre cada asiento era casi nulo. Así que no entendía porque debía ella ponerse en el otro asiento delantero cuando otro de los chicos debía necesitarlo más que ella, prefería sentarse más atrás, incluso si tuviese que ir al lado de Sasuke.

Le resultaría mucho más fácil lidiar con el malhumor del azabache que con el roce de Naruto, no quería sentirlo cerca y tampoco el calor que irradiaba. Estaba tan ocupada pensando en eso que no se dio cuenta que el resto del equipo ya había llegado y ya habían ido ocupando los asientos restantes.

Con resignación se colocó el cinturón de seguridad.


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En cuanto estuvieron en el aire Naruto empujó su rodilla contra la suya, se inclinó hacia ella y le susurró:

—¿Vas a compartir ese café que tienes escondido? —le preguntó, con un brillo en los ojos que sustituía su acostumbrada mirada distante— he visto un termo cuando salías del coche y se que no lo has llenado de leche.

Otras seis cabezas se giraron a mirarlos.

—¿Café? —preguntó Kiba en tono esperanzado y los otros también pusieron caras de cachorritos.

Ahora ya sabía porque Naruto insistió tanto en sentarse a su lado, quería el café.

—Chismoso —le dijo en voz baja, después en voz más alta dijo: —¿A ninguno se le ocurrió traer su propio café?, no verdad, son hombres así que porque me molesto en preguntar.

—Es el trabajo —dijo Kakashi, que ataba recargado detrás del asiento de ella, mirando fijamente el termo— nos levantamos y salimos corriendo.

—Yo también he hecho eso y aún así me dio tiempo de poner una cafetera, no tienen excusa —suspiro resignada— si tienen algo para beber el café les daré, la tapa del termo es mía y no pienso compartirla.

Al tener que dividir el café en ocho parte, les tocó muy poco a cada uno, pero poco era mejor que nada. Ella saboreó hasta la última gota de su parte y después, para distraerse, se puso a verificar el funcionamiento de Blue Bird.

A su lado Naruto estiró las piernas, reclinó el asiento para ponerse más cómodo y se cubrió la cara con su gorra negra. A su alrededor los demás chicos estaban también ya dormidos y reclinados en sus asientos. Decidió que debía seguir su ejemplo y dormir también un rato, se quitó el abrigo y reclinó su asiento para así poder acurrucarse, poniéndose lo más lejos del calor de Naruto que pudiese.

Pero ni acurrucándose lo más lejos dejo de sentir su presencia al lado, incluso podía oír su respiración tranquila mientras dormía y eso solo la ponía aún peor. Era como si se hubiesen acostado juntos.

Demonios.

Tres ella, él se movió y su brazo cayó pesadamente sobre su cadera, con sus dedos descansando sobre la curva de su trasero. Ella se quedó paralizada al sentirlo, pero parecería que Naruto seguía durmiendo profundamente ya que tenía los ojos cerrados y el gesto relajado.

Se le escapó un jadeo al sentir como los dedos de él se movía arriba y abajo, acariciandola. Al levantar la vista de la zona y volverse a fijar en él vio como sus ojos la miraban, tenía una mirada somnolienta pero también llena de fuego. Se veía como si no supiese que estaba despierto, a lo mejor pensaba que aquel era un sueño dado que al poco volvió a cerrar los ojos.

Aunque su mano siguió en el mismo lugar.

Sakura suspiró, quizás sólo lo había hecho de manera inconsciente e involuntaria. Le gustaba tanto el peso de su brazo sobre su cadera que decidió no apartarlo, se acurrucó un poco más cerca del gran cuerpo masculino y poco a poco comenzó a quedarse dormida.

¿O es que no podía ella también tener dulces sueños?

Continuará.

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¿Seguimos con la maratón?👀
Decídanlo ustedes en los comentarios✨☺️

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