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El sonido de su teléfono comenzó a aturdirle los oídos, la cabeza le latía con fuerza y no tuvo más remedio que estirarse en la cama y tomar con su mano el aparato. Abrió uno de sus ojos y vio que era su madre, también vio en el reloj que eran las ocho de la mañana.

Miro a su alrededor y se dio cuenta que estaba en su cama, que había dormido con la ropa puesta y que sin duda apestaba a alcohol. El móvil seguía sonando en su mano.

—Hola mamá —dijo Sakura con la voz rota, carraspeo para intentar modularla— te has levantado temprano hoy.

Sakura menos mal estás bien —dijo su madre— tu padre y yo estábamos preocupados luego de la llamada de anoche.

Aunque estuviera medio dormida, no lo estaba lo suficiente como para no quitarle importancia a las preocupaciones de su madre. Aquella mujer tenía ojos en la nuca, espías por todas partes y un detector de mentiras incorporado cerca del útero.

—Mamá, estás exagerando.

Pues no te encontré en la mejor situación —reprendió la mujer.

—Tenía siete compañeros, dos de ellos casados y sus mujeres...

Ah, eso me alivia —dijo su madre en un suspiro sin dejar terminar a Sakura de hablar— por un momento creí que estabas solo con hombres.

Sakura decidió no corregirla y dejó que siguiera pensando que las mujeres también estaban en la celebración, porque no estaba tan dormida y no era tan tonta como para hacerlo. Además, si había algunas mujeres en el bar y eso significaba que no estaba mintiendo.

—No, claro que no —le dijo la rosa— de todos modos, yo soy la primera que ha terminado el programa de entrenamiento, así que me sacaron para celebrarlo y solo fueron unas hamburguesas y papas.

Y alcohol.

—Sí, también —aceptó Sakura— pero sólo fue un trago.

¿Segura?

—Si, al levantarme ni siquiera me dolía la cabeza así que no bebí tanto, solo estaba un poco contenta cuando tú llamaste ayer.

Tu jefe me tranquilizo —comentó— dale las gracias de mi parte, por entender que me preocupa.

—Lo más gracioso es que, cuando tú llamaste, él acababa de echar a patadas a un chico que me invitó a bailar.

Me alegro, bien hecho ya que las mujeres que están un poco ebrias no deben bailar.

—Pensaba que tú habías conocido a papá así.

—Y tengo tres hijos, confirmación de lo que acabo de decir es cierto.

—¿A cuál de nosotros devolverías?

En algunas ocasiones, durante la vida de cada uno de ustedes, lo habría hecho con todos sin pensarlo dos veces —se rio Mebuki— pero me alegro de que anoche no fuera una de tus noches.

—Yo también te quiero mamá y antes de que se me olvide, una cosa; si no hay ninguna emergencia, parece que voy a poder ir a casa a verlos.

—¡Por fin! —exclamó su madre, en un tono de deleite— hace demasiado tiempo que no te vemos, yo ya tenía pensado que si no podías venir, iba a ir a verte el próximo fin de semana.

Salvada por muy poco. No se imaginaba cómo iba a poder seguir las órdenes de Naruto y entretener a sus padres, todo a la vez, porque no había horas suficientes en el día para ello.

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