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Naruto

Naruto abrió los ojos y miró por la bodega del avión, dirigió su vista a donde estaba Sakura, tendida de costado y profundamente dormida. Utilizaba la bolsa del equipamiento de almohada y se notaba que ya estaba adaptada al rugido de los motores del avión de carga y los ronquidos de los demás chicos que él tan bien conocía.

A un metro de ella iba Sharingan, que se había apoyado contra unas cajas y también estaba durmiendo un poco, con la barbilla apoyada en el pecho. A él también le habría gustado dormir, pero no lo conseguía, le dolía el hombro lo justo para ser molesto, sobre todo cuando se inclinaba hacia atrás y además estaba demasiado agitado por aquellos momentos de horror que había vivido cuando pensaba que le habían pegado un tiro a Sakura.

Él veía que estaba viva y que se movía, pero, por un momento, había estado a punto de volverse un salvaje y destruir todo lo que había a su paso. No le había resultado fácil contenerse, pero Sakura estaba bien y eso lo había hecho sentir un alivio tan intenso que se dio cuenta que casi había perdido la respiración. Aún no podía creer que ella se las había arreglado para que ese pistolero no le pegara un tiro a Sasuke.

Él no entendía muy bien cómo era posible que hubiera podido embestir a alguien con un arma en mano, nunca dejaba de sorprenderlo. Desde el primer día en que siguió levantándose a pesar de todas las veces que cayó al suelo, nunca dejaba de ir más allá de sus expectativas.

Ahora ella había conseguido ganarse al cerrado de Sasuke, así que por lo menos ya no lo tendría que escuchar quejarse de ella. Pero aún le preocupaba que esto significara que la chica tuviese impulsos de heroína, que sin pensarlo fuese a lanzarse a situaciones peligrosas por el bien de otros, en este tipo de trabajos que se juega el pellejo, la simple idea de que ella se sacrificase así le causaba ansiedad.

Igual a cuando vio embarcar en el avión Yamamoto y como intentó coquetear con ella. Había estado a punto de no conseguir cambiar el "yo" por el "nosotros" en su amenaza de romperle las piernas.

Mierda.

Manteniéndose a distancia de ella conseguía que el equipo siguiera funcionando como la seda, pero no servía para que la atracción fuera disminuyendo. Él había pensado que aquello sería como la mayoría de las veces que se había sentido atraído por una mujer: después de un tiempo esa atracción empezaba a desaparecer, hiciera o no hiciera nada al respecto.

Por mucho que hubiese disfrutado en las relaciones que había tenido en el pasado, al final siempre le había parecido mucho más interesante su trabajo. Sin embargo, ya llevaba varios meses con Sakura, y todavía seguía deseándola. Le gustaba mirarla y le gustaba estar con ella, era sexy, con sus ojos verdes brillante, con su pelo largo y espeso de color rosa, y con su forma de reírse, maldecir y enfrentarse a la vida. Normalmente, su expresión era la de una persona que estaba a punto de hacer alguna travesura o que, al menos, disfrutaba con la idea de hacer una travesura, aunque no fuera a llevarla a cabo.

Era divertida, valiente y tenía sentido común. Sabía mantener aquel equilibrio tan sutil entre ser agradable con los otros miembros del equipo y no permitir que se interpusiera ningún matiz sexual. Los trataba como a hermanos, se llevaba bien con Shizune y Hinata, hacia muy bien su trabajo, se reía y hacía bromas, algunas veces él no prestaba atención a lo que estaba diciendo, porque estaba demasiado ocupado mirándola.

Para que ninguno de los demás se diera cuenta, intentaba no mirarla a menudo, pero algunas veces se permitía el lujo de tomarle el pelo porque todos lo hacían y así nadie sospecharía.

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