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Washington D.C.

Sakura salió tambaleándose del avión, completamente adormilada y apenas con la suficiente capacidad para mirar las señales que dirigían a los pasajeros a la zona de recogida de maletas, a la salida, al transporte público, al aparcamiento... bien podían haber dicho todas lo mismo, porque estaba tan aletargada que apenas las entendía.

Parecía que los chicos soportaban el jet lag mucho mejor que ella, pero había que tomar en cuenta que aquella era la primera vez que salía del país y se sentía como si la hubiera atropellado un camión.

—Necesito café —murmuró.

Antes de cualquier otra cosa necesitaba café. Les habían servido café en el avión, pero a ella ya se le había pasado los efectos. Aquello le hizo conseguir siete sonrisas masculinas. Entonces, Naruto se colgó la bolsa de viaje al hombro y dijo:

—Voy a hacer unas comprobaciones en la central antes de volver a casa —dijo y se alejó del grupo con un saludo de mano.

Eso significaba que iba a la sede de la agencia a ver si los analistas habían averiguado algo interesante sobre Orochimaru y el contenido de la carpeta. Buscar una cafetería era ahora más importante que verlo alejarse, además seguramente iba a verlo alejarse muchas veces en el futuro, así que no tenía sentido quedarse allí añorándolo.

—Sí, vamos a tomarnos un café —dijo Shadow.

Ella no había pensado en ir acompañada de todo el grupo, pero de todos modos la acompañaron y no estaba nada mal, porque ahora era parte del equipo. Quería que la incluyeran en sus actividades, fueran las que fueran, aunque si fuera por ella hubiera elegido la atestada cafetería del aeropuerto ya que estaban allí. Pero los chicos la convencieron de ir a otra que quedaba a unos minutos de allí, después de todo ellos tenían más experiencia que ella.

Se quedaría un rato, consumiría la cafeína suficiente como para llegar a casa sana y salva y se echaría una siesta antes de tener que levantarse para tomar el vuelo a casa aquella misma noche. Después de dos vuelos transatlánticos en cuarenta y ocho horas, no le apetecía demasiado volver a subirse a un avión pero quería ir a casa.

Encontraron una cafetería y, una vez dentro, juntaron sillas en una esquina y pidieron café y comida.

—Come —le aconsejó Raikiri cuando ella dijo que solo quería un cafe, él respondió: — necesitas energías, la comida te va a venir muy bien.

Así que comió y él tenía razón, después de comer se sintió mucho mejor. Para su sorpresa los chicos no hablaron de la misión, sino que se relajaron y charlaron de deportes y de los días de descanso que tendrían. Le tomaron un poco el pelo por haber hecho el equipaje de la misión como si fuera una principiante. En realidad era una principiante, así que los ignoró. Entonces de repente Lee sonrió con su inocencia acostumbrada, cosa que siempre significaba que estaba tramando algo, y dijo:

—Eh Pink, hoy es un día muy especial para ti.

Al instante, ella se sintió atemorizada, se echó hacia atrás y frunció el ceño.

—No, de eso nada —respondió poniéndose inmediatamente a la defensiva, no sabía lo que había pensado su compañero pero teniendo en cuenta que se trataba de Lee, no podía ser nada bueno.

—Claro que sí —dijo Byakugan— has terminado tu primera misión, eso solo sucede una vez en la vida.

Oh, oh. Cuando Byakugan se aliaba con Lee significaba desastre, prometían un desastre inminente. No sabía qué podían haber planeado, pero debía ser bueno si Byakugan había accedido entrar al trapo.

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