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Sakura

Lloró un poco mientras entraba conduciendo hacia la zona de entrenamiento, después de hablar con Danzō el siguiente paso era decirselo en persona a los chicos, no podia dejar que se enteraran por terceras personas.

Tal vez ya lo supieran, era posible que hubiesen llamado inmediatamente a Naruto, pero eso no importaba. Aunque se hubiera dejado el trabajo quién sabe si temporal o definitivamente, no podía ser una cobarde al respecto. Se le aceleró el corazón mientras aparcaba y miraba alrededor por un lugar que, durante el último año, había sido más familiar para ella que su propio piso.

No tenía nada de glamuroso, había tierra, arena, edificaciones para practicar el tiro en distintas situaciones, obstáculos y zanjas, también una humedad espantosa, apartadas estaban las neveras con botellas de agua fría, polvo que levantaban con los pies los grupos de hombres sudorosos que soltaban juramentos mientras trabajaban en diferentes turnos.

El campo de entrenamiento donde tanto sufrió y se divertido casi por igual.

Vio a Hachibi y su equipo, que estaban trabajando con el nuevo recluta, no sabía cómo se llamaba, porque todavía no había superado el dolor de la muerte de Arata y aquel era su sustituto, así que había estado ignotando su existencia desde que llegó, mucho antes de que ella tuviera el accidente.

Pero a partir de aquel momento ya no podría hacerlo; ahora tendría que enseñarle a manejar el dron en el programa de formación en el que era instructora.

Lo que no vio fue a su propio equipo, se le encogió el corazón, pero sabía que había tomado la mejor decisión. Sacó el teléfono y le envió un mensaje a Raikiri. Tal vez debería habérselo enviado a Naruto, pero aún no sabía en qué punto se encontraban o si siquiera tenían algún tipo de relación que almenos pudiese llamarse amistad.

No podía creer que ya había pasado un año desde que piso por primera vez ese campo, esforzándose al máximo por estar al nivel, incluso había saltado en paracaídas y ¿qué persona en su sano juicio hacía eso?. Había seguido haciendo cosas que al principio no quería hacer por orgullo y terquedad, se había encariñado con los chicos, con Shizune, Hinata y ahora con Ino, con los niños y se había hecho un lugar en su mundo caótico, aunque su mundo nunca hubiera sido lo que quería.

Enseñar a los operadores de dron le permitía permanecer cerca de ese mundo, quizás no de la misma forma, pero al menos no haria desaparecer a todas esas personas que ahora la acompañaban.

Se sorprendió al darse cuenta de que quería seguir haciendo algunas de las cosas que había estado haciendo, aunque quizás no la dejasen entrenar con su equipo ella podía seguir corriendo, podía ir al gimnasio y hacer pesas, trepar por la cuerda... seguir manteniendo aquellas habilidades y seguir manteniendo la buena forma fisica.

No sabía si algún día iba a volver a correr para salvar la vida junto a la pandilla de idiotas.

Su teléfono vibró para indicar que tenía un mensaje de texto, miró a la pantalla y vio la respuesta de Raikiri: estaban de camino hacia allá. Ella habría ido a buscarlos. ¿Acaso creían que no era capaz de recorrer esa distancia? ¿O acaso ya sabían que había pedido traslado y que no tenía permitido entrar en el campo de entrenamiento?

Seguramente no iba a poder volver a aquel campo a menos que fuera con alguno de los reclutas de los drones. Aquel cambio era duro, los chicos significaban mucho para ella y el hecho de no tenerlos en la vida cotidiana a partir de aquel momento iba a dejarle un enorme vacío.

Su mundo había cambiado radicalmente desde el día en que la habían asignado al equipo nueve y a partir de ese momento volvería a cambiar drásticamente porque iba a dejarlo indefinidamente. Antes tenía amigas con las que salía, iba de compras y al cine.

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