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Sakura

Naruto la acompañó hasta arriba, cumpliendo su amenaza de llevarla en brazos hasta su puerta, esta vez no tuvo fuerzas para quejarse y en cambio se dejó hacer. Había sido mala idea tomarse el analgésico y el calmante muscular aquella mañana, ahora estaba algo adormilada.

Con lo ojos casi cerrados miro cómo Kurama los acompañaba tranquilamente desde atrás, por alguna razón la actitud del perro hacia Naruto era extraña.

Nunca había visto que se mostrara tan en confianza con los extraños.

—¿Las llaves?

Con lentitud hurgo en el bolsillo de su pantalón y se las mostró, él la bajó con cuidado una vez que estuvieron delante de la puerta. Abrió la puerta y enseguida Kurama se introdujo dentro del hogar, ella también entró con él rubio ayudándola.

—No es necesario, gracias.

El suspiro y se rasco la nuca nervioso:

—Sakura yo..

—Naruto —lo detuvo levantando la mano— ahora no tengo fuerzas ni cabeza para esto, por favor.

—Entiendo —asintió con una expresión derrotada.

Cuando estaba apunto de cerrar la puerta Kurama aparecio del interior del piso al encuentro de Naruto, comenzó a rondarle alrededor de las piernas y a ladrar animadamente. El rubio se agacho a acariciarlo, intentando calmar el ánimo del can y dejando a Sakura con la boca abierta.

—Yo también te extraño –le susurro con cuidando que Sakura no le oyera— estas haciendo un gran trabajo chico.

Levantó la mirada hacia la chica que aun lo veía sorprendida.

—Es un gran perro.

—Yo.. nunca lo había visto tener tanta confianza con nadie —respondió aturdida apartando la mirada— Kurama adentro.

El can obedeció, corriendo hasta situarse detrás de la chica dentro del apartamento. Naruto se levantó entonces del suelo sacudiéndose el pantalón.

—Por cierto gracias por venir al interrogatorio hoy.

—¿Es parte de mi trabajo no?

—No estabas obligada.

—Bueno, no es como si me fueras a dejar muchas opciones ¿no?

El rio bajito por el comentario, bien sabía que era un jefe bastante exigente y la verdad es que en la llamada de más temprano no le había dado opción a rechazarlo. No quería admitir que le daba pavor que ella pudiese decirle que no, después de todo estaba deseando verla.

—Nos veremos luego entonces.. descansa Sakura.

—A-adios.

Cerro la puerta y se apoyó en ella pesadamente, miro como a unos pasos el pastor alemán la miraba con el rostro ladeado.

—Tu pequeño traidor, no seas tan confianzudo con los extraños.


•••••



Durante la semana siguiente tuvo que quedarse en casa, salvo cuando asistía a sus terapias y salía de paseo con Kurama, la verdad es que no tenía necesidad de ir a ningún sitio.

Los chicos le llevaban comida todos los días y las chicas la llamaban para ver si necesitaba algo que no fuera comida, especialmente Hinata quien le preparaba cada tanto platillos y mandaba a Kiba a entregárselos. Naruto por otro lado mantenía las distancias, a menos que alguien más estuviera allí visitandola y a ella le parecía bien.

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