•16•

1.9K 196 42
                                        

Sakura se concentró ni bien comenzó la capacitación en los paracaídas, porque su vida iba a depender de aquellas cosas de nailon.

Raikiri había impreso la información para ella y dejó que tomara apuntes, incluso de vez en cuando se detuvo a consultar algunas cosas en su teléfono móvil y se las mostró.

El arnés era impresionante y mucho más difícil de colocar de lo que ella hubiera esperado. En realidad no sabía nada sobre paracaidismo, porque nunca había pensado que iba a tener que practicarlo.

Estudió la cintas, las correas, las hebillas y los aros. Al principio le pareció un enredo monumental y no fue hasta que Raikiri le enseñó cómo debía entrar en él arnés que pudo encontrarle sentido al lío de cuerdas y hebillas.

—El arnés no es nada cómodo —le informo— aunque ahora han mejorado mucho, las correas de las piernas siguen siendo un asco pero lo bueno es que las mujeres no tienen los mismos problemas que los hombres en esa parte, pero.. cuando se abre el paracaídas y te pega un tirón lo notas.

—¿No hay forma de ajustarlo de otra forma? —le preguntó Sakura por curiosidad.

—Cuando estés bajo el paracaídas, puedes que al ajustarte las correas en las tetas un poco logres estar más cómoda.

Ella no se tomó a mal el comentario de las tetas, porque sabía que él no lo había hecho con segundas intenciones y solo le estaba dando información, nada más.

Además ella ya casi no tenía pecho, así que no iba a tener muchos problemas con eso. Sin embargo, el arnés... demonios.

Miró a su alrededor, asegurándose de que ninguno de los otros chicos mirase en su dirección y por suerte nadie lo hacía, así que aprovechó el momento para preguntarle a Raikiri;

—Raikiri quiero que me digas la verdad —él estaba inclinado hacia delante, preparando el arnés para enseñarle cómo debía ponérselo.

—No puedo prometerte que lo haga —respondió— no me voy a comprometer sin saber de qué se trata.

—Está bien —accedió ella— solo quiero saber si los chicos se ríen de mí a mis espaldas.

Él se irguió bruscamente y la miró con incredulidad— ¿Que si se ríen de ti?, ¡Pues claro que no!, ¿Por qué piensas eso?.

—Por algo que me dijo Naruto —respondió ella pero rápidamente se corrigió— Quiero decir Kyūbi.

Sabía que todo el mundo lo llamaba así, pero ella no conseguía que se le metiera su alias en la cabeza.

—Dijo que me consideran su entretenimiento.

Para su consternación Raikiri se echó a reír.

—Pero no por lo que haces sino porque algunas veces intentas con todas tus fuerzas ponernos en nuestro lugar y es por las cosas que dices, porque sueltas palabrotas todo el tiempo en voz baja, como si pensaras que no te oímos y diciendo que somos unos idiotas locos, cosas de esas.

Era cierto que solía murmurar mucho entre dientes y, después de aquel primer día tan horrendo, tal vez se hubiera acostumbrado a decirles lo que pensaba de ellos y de las cosas que la obligaban a hacer, pero ¿de qué servía decirles que eran unos sádicos si les parecía tan divertido?.

—Pensé que a lo mejor no les caía bien.

Él se puso la mano en la cadera y la miró con el ceño fruncido —¿Por qué dices esa tontería?.

Sakura suspiró pues ella misma estaba empezando a sentirse como una idiota.

—No me invitan a las comidas —dijo, en voz baja y con algo de vergüenza.

ÉliteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora