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—Eh, hola —dijo Arata, haciéndose a un lado para que Naruto pudiera pasar ya que lo había reconocido, obviamente.

Cuando Naruto entró en el salón, el espacio empezó a resultarle a Sakura sofocante y pequeño. Llevaba una cazadora de cuero negro llena de gotas de lluvia, una camiseta ajustada al torso color gris oscuro, pantalones vaqueros desgastados y unas botas.

Era la primera vez que ella lo veía vestido de calle y no con pantalones militares y camisetas. Pensándolo bien aquella era la primera vez que los veía a todos, salvo a Arata, vestidos de civil pero no se había fijado en ellos y con Naruto, desgraciadamente, se fijaba en todo.

Como iba aparecer algo extraño que no hablara con él le dijo:

—Hola... pensaba que no ibas a poder venir —comentó encogiéndose de hombros e intentado parecer despreocupada.

—Resulta que al final sí he podido —dijo él mirándola a los ojos, luego centro su vista en la sala de estar— Hola señoras y pequeños monstruitos —saludo a las mujeres y niños que se encontraban aún sentados en los cojines del suelo.

Hubo un coro de saludos de vuelta.

—Hay mucha comida y cerveza en la cocina —le dijo Arata, que con sus buenos modales y su afabilidad, rellenó lo que podría haber sido un silencio incómodo por parte de Sakura.

Naruto se quitó la cazadora y la colgó junto a las otras en la entrada, después siguió a Arata hasta la cocina. Sakura noto que la miraba al pasar a su lado, pero ella no alzó la vista.

¿Que estaba haciendo allí?, le había dejado claro que no quería socializar con ella. No podía imaginar qué era lo que le había empujado aparecer por alli, porque no se esperaba que él cambiara de opinión.

Además, ella tampoco lo había hecho, porque estaba muy enfadada, pero no podía hacer nada al respecto. Tenía que aguantarse y contener su ira, porque era el único modo de poder continuar en el equipo.

Los niños mayores terminaron sus hamburguesas e inmediatamente empezaron a buscar algo que hacer. Entraron corriendo en la cocina y enseguida encontraron el balcón, al que se accedía por unas puertas correderas.

Se notó una ráfaga de aire frío y húmedo por todo el piso, Shizune se dio cuenta de lo que había sucedido y dijo —¡Kakashi!

—Voy —respondió Raikiri.

—No recordaba que Raikiri se llama Kakashi —comentó Sakura.

—Creo que soy la única que le llama así.

Los tres niños más pequeños que estaban con ellas se dieron cuenta de algo divertido, así que salieron corriendo, dejando abandonados sus zumos y sus pedazos de pollo. El pequeño de dos años resultó ser increíblemente rápido y pasó como un rayo por delante de la mano extendida de Hinata.

—¡Kiba! —dijo ella— ¡Agárralo!

—iYa lo tengo! —respondió Wolf.

Shizune y Hinata siguieron en su sitio, comiendo tranquilamente, Hinata le sonrió a Sakura cuando se dio cuenta de la mirada de asombro que esta tenía.

—En la cocina hay ocho hombres bien grandes —dijo ella— y solo cinco niños, ellos pueden controlar la situación y además no tenemos ocasión de despreocuparnos de los niños muy a menudo, asi que yo no me muevo de aqui.

El ruido que se oía en la cocina era increíble, los niños gritaban por algún motivo y había alguien dando órdenes al estilo militar. Sakura sonrió y disfrutó de la relativa calma que había en el salón.

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