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Durante el vuelo Sakura no había podido dormir, el tiempo se le pasaba lentamente y era normal pues en un vuelo largo no había demasiadas cosas agradables.

Además estaba el asunto de saltar en paracaídas, a oscuras, en territorio Sirio. Para hacer un salto de gran altitud era necesario oxígeno, saltar en la noche requería también tener unas gafas de visión nocturna. Saltar, en general, requerida tener nervios de acero o el cerebro de un hámster.

Claramente, ella no tenía los nervios de acero, así que debía de tener el cerebro de un roedor. La bolsa del equipo fue la primera en salir del avión, operada con un sistema de lanzamiento automático, así que estaría esperándolos cuando llegaran. Después, fueron saltando los chicos, desapareciendo por la compuerta a la negrura de la noche.

Sakura fue la penúltima, nunca le permitían ser la última porque no estaban seguros de que saltara si no había alguien detrás. Ya lo hacía sola el salto, pero aún tenía el miedo pegado al cuerpo cada vez que tenía que hacerlo.

En aquella oportunidad la última persona era Wolf. Quien era además el que llevaba a Blue Bird y el ordenador portátil en una mochila en su espalda, junto a su bolsa de viaje y kit de primeros auxilios.

Le toca a ella saltar.

Llevaba la máscara de oxígeno y tenía puesto el dispositivo de visión nocturna. Tomó aire, cerró los ojos y saltó, como siempre la experiencia fue aterradora. El frío y el viento la abotefeteaban y estos estuvieron a punto de arrancarle la máscara de oxigeno. Se la aseguró en la cara y se recolocó las gafas, buscó al resto del equipo. No podía verlos con exactitud, solo unos movimientos bajo suyo, así que revisó su altitud y siguió mirando al miembro del equipo al que podía ver. Era noche sin luna asi que solo tenía el dispositivo de visión nocturna, el cual lo volvía todo de color verde, pero supuso que si podía ver a alguien, Wolf también podría verla a ella.

Eso hizo que se sintiera más segura, lo cual era un poco suicida teniendo en cuenta que estaba en caída libre, en plena noche y hacia el suelo. Ya estaba en la altitud adecuada, abrió el paracaídas, recibió preparada el violento tirón hacia arriba y buscó con la mirada a los demás, para poder esquivarlos.

Ahora, con las campanas de los paracaídas abiertas como champiñones, eran más visibles. Miró hacia arriba y localizó a Wolf, su paracaídas también se había abierto sin problemas. El aire árido hizo que el descenso fuera más lento, y eso provocaba que fueran un blanco fácil durante más tiempo, pero no podían hacer nada al respecto.

Sakura estaba con los nervios a flor de piel cuando, por fin, vio que el suelo se acercaba a ella. Intentó aterrizar al primer contacto, pero, como de costumbre, fracasó miserablemente. Se levantó, recogió el paracaídas y lo doblo rápidamente para guardarlo.

—Pink —se giró al oír el susurro y vio a Naruto.

Se reunió con Byakugan y con él, se arrodillaron, para proporcionar el menor blanco posible al enemigo. No había ningún sitio en el que esconderse. Los demás se reunieron con ellos al poco tiempo. Raikiri, el primero que había aterrizado, había localizado la bolsa del equipo, así que se pusieron a distribuir las armas. Se movieron lo más silenciosamente posible hacia el punto de contacto, comunicándose por señas y susurrando en los micrófonos. Aunque era de noche y soplaba el viento, el calor era asfixiante, ella empezó a sudar a los pocos segundos.

Gracias a Dios que podrían salir de allí al amanecer, las ruinas en las que ella iba a establecerse aparecieron ante su vista. Era una construcción demasiado grande y deteriorada por el tiempo. Naruto le indicó a todo el mundo que se arrodillara; entonces, Shadow y Sharingan rodearon sigilosamente el recinto, habia un vehículo aparcado al otro lado de las ruinas, una camioneta cubierta de polvo, que se confundía con el entorno.

Shadow reapareció y les hizo una señal con los pulgares hacia arriba para indicar que todo estaba en orden. Naruto se puso en pie y el equipo se desplegó tras él, se acercaron a las ruinas por la parte delantera, mientras que Shadow y Sharingan cubrían la parte posterior. Cuando él estuvo más cerca, se agachó, tomó una piedra del suelo y la lanzó al interior de las ruinas y diez segundos despues apareció una figura esbelta en el hueco de una puerta.

Llevaba unos pantalones amplios y una camisa y el viento le revolvía el pelo largo atado en coleta, de color rubio. Dio un silbido en voz baja y Naruto silbó para responder, pero ninguno de los dos siguió avanzando. El chico se apartó de la puerta y movió el brazo.

No llevaba armas, al menos, ninguna que ellos pudieran ver. El equipo se acercó con cautela, ella siguiendo las instrucciones de Naruto, permaneció en la parte de atrás del grupo, sin quitarse el casco de salto, aunque tenía el pelo aplastado por el sudor. Con todo el equipo que llevaba, nadie iba a darse cuenta de que era una mujer, siempre y cuando no se descubriera la cabeza y llevara las gafas de visión nocturna.

—Me llamo Deidara —dijo el chico cuando se hubieron acercado lo suficiente como para poder oírlo, tenía una sonrisa extraña, que se desvaneció en cuanto vio la imponente altura de Naruto— han venido a recoger un paquete, ¿verdad?

—Si —dijo Naruto— un paquete grande.

Deidara volvió a sonreír, tal vez, al oír la descripción.

—Muy bien —dijo él y a su espalda apareció un hombre, todos los miembros del equipo subieron las armas.

Deidara abrió los ojos como platos y dio un paso atrás— Es mi primo, Kisame —se apresuro a decir— él los llevará hasta el paquete.

—Íbamos a reunirnos solo con una persona —dijo Naruto.

—Yo soy el único que sabe cómo guiarlos por la oscuridad —dijo Kisame también duramente— hablaremos mejor dentro, por favor pasen.

Lee se adelantó, con el fusil en mano y se deslizó por el perímetro de los muros ruinosos que permanecían en pie. Cuando reapareció y les dio el visto bueno fue que Naruto, Raikiri y ella entraron. Se quitaron las gafas de visión nocturna y Naruto encendió una pequeña linterna para examinar el interior. Más de la mitad de los muros exteriores se habían derrumbado y la mayoría de las paredes interiores, pero al final de la edificación había una sala que estaba casi intacta. Tenía una cortina de tela gruesa, de color negro, haciendo de puerta. Entre aquellos muros de piedra el calor se atenuada un poco, pero seguía siendo asfixiante.

—Aquí —murmuro Sakura con voz ronca para disimular que era una mujer, no quería contravenir ninguna norma cultural, estaba allí para hacer su trabajo y si podía hacerlo sin crear problemas, mejor.

Se adentro en la sala ya que la cortina negra serviría para bloquear la luz del ordenador portátil y la ocultaria mientras trabajaba. Al mismo tiempo, estaría casi atrapada, en la parte posterior de unas ruinas, con una sola salida.

Naruto se acercó a ella y le susurró: —Prepáralo todo.

Después él pasó al otro lado de la cortina y se puso a hablar con Deidara, sus voces se desvanecieron mientras se dirigían hacia la salida de las ruinas. Sakura dejó en el suelo la mochila del equipo y sacó su linterna para explorar el entorno. La habitación era pequeña; la pared lateral no tenía más que dos metros de largo y la pared del fondo estaba parcialmente derruida.

Notaba el aire moviéndose, levantó la vista y vio como el techo estaba parcialmente destruido, aquella situación sin duda le causaba mucha inquietud. Todo el mundo estaba inquieto y con razón, pues el más mínimo error podía conducirlos al desastre.



Continuará.

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He, a que esa no se la esperaban
Dos capítulos en un día
¿Será que vamos a por el tercero?
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