1. Un pequeño favor.

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-¿Por qué debería hacerlo? -la voz de él sonó en cada centímetro de la cavernosa sala, a pesar de ello no había hablado en un tono alto.

Era un rey, no había forma de que no quedase claro. Desde su porte, su voz, cada uno de sus gestos... Había nacido para ser un rey, eso lo había visto desde muy temprano su padre, por lo que había pagado las consecuencias. Había transcurrido mucho tiempo de eso, ahora simplemente era un monarca que se dedicaba a gobernar lo mejor que podía a sus súbditos y su reino. Pero la mujer que había pidiéndole ayuda no era una de sus súbditos, así que no era su problema, de hecho ayudarla le podía meter en problemas. Claro, tampoco es que la mujer que había suplicando por su favor fuese exactamente una mujer, era una diosa. Ojalá fuese una mujer normal, las mujeres tenían problemas mucho más sencillos.

-Lo vas a hacer, porque en el fondo por mucho que quieras dar la imagen de frio no soportas la injusticia. Y me aprecias.

Ambas cosas eran verdad, sabía que llevaba razón. No soportaba las injusticias y odiaba la manera de comportarse de Zeus. Normalmente tenían por norma no intervenir en cuestiones de los demás reinos, tampoco en la de los demás dioses. Deméter le estaba pidiendo ayuda y al final, no se la negaría. A menos vueltas le diese y aceptase todo terminaría antes.

-Lo que me dices es bajo, bajo hasta para Zeus. No niego que sus instintos sexuales siempre me han resultado demasiado... Demasiado, realmente. Pero, ¿con una niña?

Deméter miró unos segundos incrédula a Hades. Vale que ella tendía a infantilizar a su hija, pero su niña había crecido hacia mucho tiempo. ¿Cuánto llevaba sin abandonar su puesto el dios del Inframundo? Ahora que lo pensaba seguramente la última vez que lo había visto cerca de su hija esta era una niña pequeña que estaba aprendiendo a manejar sus poderes, los había perseguido a todos haciendo aparecer flores. Lo recordaba, no había forma de olvidar al tenebroso Hades siendo pacientemente cubierto de flores.

-Realmente llevas mucho tiempo sin descanso de tu trabajo, Hades. Mi hija ya no es una niña, y si bien todos son insistentes en ello, Zeus es el peor de todos ellos.

-El tiempo pasa diferente por aquí y la inmortalidad me hace difícil calcular estas cosas, Deméter. Pero si lo que quieres es esconderla, sea pues.

Una parte de él le decía que estaba haciendo lo correcto. Otra que debería haber consultado al menos a la hilandera Atropos algo del tema. Pero no podía permitir que Zeus tomase a esa inocente niñita que no había tenido miedo de él, que era un poco molesta, pero inocente al fin y al cabo. Salvar a una inocente, ayudar a Deméter y fastidiar un plan de Zeus parecía un combo demasiado interesante como para simplemente ignorarlo. Tampoco es como si hubiese ignorado la petición de ayuda de Deméter, no le costaba tener a un habitante más en su reino. La metería en los Campos Elíseos, la diosa de la Primavera estaría totalmente en su ambiente allí, la dejaría ser feliz y hacer felices a sus habitantes hasta que las aguas se calmasen, Zeus encontrase una nueva obsesión y la chiquilla pudiese volver con su madre.

Habían quedado para el día siguiente. Debería haber mandado a un heraldo, pero si Zeus estaba implicado prefería hacer la recogida en persona. Además, no esperaba tener que encontrarse mucho a la Koré, pero si lo hacia prefería que en caso de que lo hubiese olvidado fuese su madre la que hiciese las presentaciones. Lo último que necesitaba era tener a una cría asustada en los Campos Elíseos perturbando a sus habitantes, pensando que estaba muerta o que el sombrío señor de esas tierras la había secuestrado.

"Ella lo haría por ti, si tuvieses hijos y estuviesen en peligro sabes que ella se enfrentaría a quien hiciese falta y lo único que te ha pedido es recogerla". No era una tarea titánica, recoger a una niña, llevarla del punto A al B y luego devolvérsela a su madre. Aunque no se creía eso de que su madre no iba a estar invocándolo cada dos días como poco para preguntar por su heredera.

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