54. El rapto.

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Hades sabía que Perséfone tenía una jornada ocupada y con bastante compañía. Hera, Afrodita, Hestia y Hécate estarían con ella en el baño de purificación de antes de la boda, por lo que le pareció muy extraña la llamada de Perséfone. Era su primer rato libre en semanas y algo le decía que no iba a ser tan placentero como la última vez que lo había invocado.

Por Gaia, si su vida iba a estar llena de momentos como ese tener que lidiar con lo que seguramente era una discusión entre Afrodita y Hera era un precio irrisorio.

Revisó su aspecto rápidamente para no hacerlas esperar y se fue directo. Como la ocasión seguramente lo pedía flotó hasta salir del Inframundo por el lugar por el cual había sido llamado en un estruendo y una explosión de diamantes. Y allí estaba Perséfone, tranquilamente sentada con una sonrisa traviesa en un banquito a la sombra de unos árboles junto a las diosas que se esperaba, no parecía que nada terrible estuviera ocurriendo, pero no le dio tiempo a preguntar el motivo de la llamada.

Unos brazos fuertes lo agarraron por la espalda y, por si fuera poco, fue inmovilizado por otros dos en cada brazo. A duras penas alcanzó a ver que se trataba de sus dos hermanos y, supuso que por la fuerza, de Ares, cuando lo elevaron del suelo entre gritos y risas de las diosas.

-Nos vamos de fiesta -informó Dionisio saliendo de a saber donde- Una gran fiesta por el fin de la soltería del último de los tres reyes.

-Gracias por colaborar cielo -gritó a Perséfone Hermes que insistía en ayudar a cargar al novio sin que hiciera falta, él solamente quería tocar.

-Oye, pues Hera, tienes razón -comentó Zeus- Tiene un trasero que no es ni medio normal, parece esculpido. Idea, que si vas de rollo misterioso te hagan estatuas, pero salgas de espaldas.

-Deja de meterme mano y soltadme -protestó Hades.

-¿Yo también dejo de meterme mano? -preguntó Hermes, que realmente no estaba contribuyendo en nada para llevarlo pero que si había que agarrar, agarraba.

-Sobre todo tu -gruñó Hades- ¿Qué se supone que estáis haciendo?

-Un rapto, obviamente -le explicó Poseidón tranquilamente, esquivando una patada poco certera pero potente de su hermano mayor- Si te llegamos a decir que te estábamos organizando esto no es solamente que te hubiésemos estropeado la sorpresa, es que te habrías negado a venir y habrías sellado las entradas al Inframundo para que no entrasemos. Y no digas que no, es lo que hiciste la última vez que insistimos en sacarte de fiesta.

Hades iba a protestar sobre eso, pero lo cierto es que era verdad.La última vez que sus hermanos habían insistido en sacarle por un motivo festivo Cerbero estuvo en la puerta con un tamaño incluso mayor de lo habitual acompañado de las Erinias. Tampoco es que se negase a salir siempre, solamente es que prefería hacerlo cuando él quería. La ocasión de su matrimonio era un gran motivo para estar con ganas de celebrar su alegría, aunque estuviera un poco cansado por los preparativos y se hubiera hecho a la idea de una tarde tranquila.

Sabía perfectamente que con esa panda la fiesta sería de todo menos tranquila, aunque paró de protestar al ver a Perséfone despedirse alegremente y desearle a gritos que lo pasase bien para acto seguido lanzarle un beso, por lo que resignado dejó de moverse. En el momento en el que salieron del campo visual de las diosas volvió a removerse como una anguila y a jurar que en cuanto pudiera se iba a escapar.

No tardaron demasiado en llegar al lugar, se notaba que estaba organizado por Dionisio, tenía el toque salvaje aun antes de empezar la fiesta. Aunque no es que su grupo fuese muy civilizado cuando se encontraba festejando.

-Recordad que en mi fiesta podéis conocer la autentica libertad y todos los placeres -declaró Dionisio- Siempre y cuando si involucráis a otra persona también este de acuerdo. No lo digo por nadie, claro, pero papi y tito Posi, va por vosotros -le gritó a Apolo, que estaba en el fondo tocando un instrumento con gente que comenzaba a aporrear tambores- Y también por ti, nene.

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