*Hice una encuesta para el nombre de este capítulo en mi cuenta de Twitter (@alsabetha) y obviamente habéis votado esta opción. Si os conozco...*
La ninfa miraba a la diosa con una sonrisa que no le gustó nada. La estaba mirando totalmente como si tuviera algún poder sobre ella. Y no lo tenía, porque aunque no había hecho nada malo la noche anterior, tuvo la urgencia de aclarárselo.
-Hades me dijo que tuviste una pesadilla horrible y que vino a consolarte. Me alegro mucho de saber que estas bien –se acercó, con un tono de voz totalmente apesadumbrado- Fui a ver a Hades y me di cuenta de que no estaba me preocupé y lo esperé en su habitación.
Las cosas no pintaban muy bien para su alegato de inocencia ante la ninfa, a más se descubrían los hechos ante ella más parecían propios de otra cosa distinta. No es que debiera importarle porque Menta no era nada de Hades, por lo que no le debía ninguna explicación. Ahora solamente le faltaba poder creérselo para poder decírselo a la ninfa de manera convincente, porque a pesar de ser ella una diosa le resultaba intimidante. Leuce la había conocido, la trataba con sencillez, pero es que Leuce era sencilla y dulce con todo el mundo. Hasta cuando sabía que quería arrebatarle a Hades la trataba con dulzura y sencillez, era comprensiva y sentía que si ella amaba a Hades no debía culpar a alguien por hacer lo mismo. Perséfone estaba segura de que en su situación la ninfa lo habría pasado bastante peor.
-Es tan bueno con todos... Tranquila, no he pensando nada mal de ti, debes estar tan asustada que es normal que tengas sueños malos –se acercó al arcón donde guardaban las mudas de ropa que había llevado desde los Elíseos- Debes tener miedo y aun así lo disimulas y quieres asistir a los aburridos juicios. Te felicito por fingir interés en estas cosas, yo lo intenté, pero no aguanté más de un par de días y total, cuando lo metí en la cama pude quitarle la ropa.
La indignación por esta declaración se manifestó en la diosa en un gritito ahogado mientras que se incorporaba de la cama todo lo rápido que pudo teniendo en cuenta que estaba enredada en las sábanas bastante más de lo que creía.
-No hace falta disimular conmigo, yo soy la primera que lo entiende. Es amable, puede ser encantador y es guapo. No tienes a nadie alrededor y te has fijado en el mayor trofeo que tenías a mano, toda una tentación hasta para los ojos de una niña inexperta –la miró casi con lástima- No me entiendas mal, si fuese otra lo encontraría divertido, pero tus intenciones amorosas pueden ponerlo en peligro –la mandó callar con un gesto- Ya el hecho de que estes aquí lo es, pero si llegases a tener una relación con él... Así que es mejor que vuelvas a jugar a los Elíseos hasta que las cosas se calmen. Te sientes atraída pero yo lo amo y me preocupo de verdad por él. No voy a consentir que una niña le busque problemas con su hermano.
La miró de manera elocuente, sin añadir nada más, no hacia falta hacerlo. No le dejaba ni opción a decirle que no pasaba nada de lo que ella pensaba, que solamente eran amigos.
-¿Eso es todo lo que tenías que decir? -la diosa reunió toda su dignidad- Porque realmente no estoy en condiciones de oír desvaríos de una ninfa hasta que al menos he desayunado. Te diría que me trajeses el desayuno, pero prefiero tomarlo con los demás dioses del lugar.
Ignorando totalmente su presencia empezó a quitarse las ropas de dormir para cambiarse. La ninfa era hermosa, normalmente eso no le suponía ningún problema, sabía apreciar la belleza de todos. Pero esa ninfa se había excedido. Sabía que la llamaban la Koré y que eso suscitaba comentarios sobre su madurez aunque le podían molestar no eran malintencionados, pero había visto las malas intenciones de Menta muy claras. La manera de tratarla como si fuese una niña estúpida a la que no debía temer la había cabreado. Tenía al maldito Zeus detrás de ella como una plaga, no era precisamente por su aspecto infantil. Aún no se había vestido cuando escuchó a la ninfa salir apresuradamente. No había manera de tratarla como a una niña viendo su cuerpo propio de una diosa de la fertilidad como lo era con su madre.

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Escondida
FantasiCuando el mismísimo Zeus quiere raptar a tu hija la esconderías donde fuese. Incluso en el Inframundo. Deméter pide a Hades ayuda, él acepta porque total, solamente será meter a una cría en los Campos Elíseos, ¿qué problema puede dar la tal Perséfon...