56. Sesión de peluquería

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Cuando se os pone aliciente sois los comentaristas más rápidos del Oeste. Lo tenía escrito pero no editado y he tenido que correr. Que lo disfrutéis.

Deméter estaba revisando las últimas decoraciones y que se hubiese cubierto hasta el último centímetro del agujero que hizo Hades con los suyos, él lo había vuelto a cerrar al irse, pero quería asegurarse de que las flores hubiesen vuelto a crecer bien en el sitio. Se había ido prácticamente al poco de salir, de hecho se lo llevó Hécate de vuelta diciendo que si no aprovechaba lo que le quedaba de sueño esa noche se arrepentiría porque al día siguiente querría repasar de nuevo todos los detalles de la coronación.

El que se quedó fue Hipnos, borracho y a la merced de unas diosas. Las diosas se reunieron a su alrededor y comenzaron a escuchar su historia, o al menos a deducirla pues aunque no había llegado al nivel de ebriedad de Hades no se podía decir que estuviera sobrio. Al final llegaron a un acuerdo entre ellas siempre y cuando la interesada consintiese y entre Hera y Afrodita se pusieron a maquinar, no especialmente sutiles porque ellas también habían bebido lo suficiente como para tirar a un ejercito, pero les quedó un plan coherente.

Fuese como fuese el plan al final no iba a intervenir en la boda, por lo que a Deméter en ese momento le daba igual. Se había resignado a que su hija se casase, por lo que decidió que ya que iba a pasar sería mejor que la boda fuese perfecta. Ya había estado soportando horas ayudando y animando a Perséfone mientras la vestían y procuraban que no se la comiesen los nervios y se fugase con Hades a pocas horas de la ceremonia.

Su hija estaba hermosa y regia y se había acabado yendo porque no quería que ambas se pusiesen a llorar otra vez y estropear los cosméticos. Estaba segura de que si volvía a pasar Afrodita la sacaría a rastras, por lo que acabo yéndose antes de que eso pasase.

Sabía que el novio llevaba bastante tiempo en la tienda que le habían habilitado esperando a que la ceremonia diese comienzo, no por nada llevaban toda la mañana llevando la dote que le estaba pagando por su esposa. Sabía que sería mucho a pesar de que no habían concretado un precio porque lo conocía, pero aun así lograba sorprenderla con la extravagante cantidad de cosas, se había tomado como un desafío pagar el precio de una reina. Bueno, se construiría un templo que haría rabiar de envidia a los demás dioses con todo eso. Estaba deseando ensenarle a Hera la dote que habían pagado por su hija.

-¿Controlando que todo este bien en el último momento? -la saludó Hécate al verla, después de confirmar que no había gente non grata cerca la volvió a saludar con un beso- Estoy haciendo guardia para que nadie más vaya a ver al novio, Hermes se ha jugado la inmortalidad varias veces hoy y Hera se ha tenido que llevar a su marido a rastras. Afrodita ha venido un rato, pero ha ido a supervisar los arreglos de tu hija. Yo estaba con él, pero soy la diosa menos capaz de tranquilizar a alguien en el panteón justo detrás de Dionisio.

Deméter carecía de muchas habilidades pero la de cazar las indirectas no era una de ellas. Sabía que normalmente su querida novia no le pediría eso, tenía que estar muy desesperada intentando calmarlo. O al menos tener un plan retorcido del que no le había contado nada pero del que no saldría perjudicada, con ella ambas cosas eran posibles.

No necesitaron hablar para comunicarse, Hécate la acompañó hasta la carpa en la que esperaba un a todas luces nervioso novio, la diosa de la magia salió nada más entrar dejando a su novia fuera. La cara que puso el novio dejaba bastante claro que no la esperaba ahí, mejor, al menos se distraería. La saludo atropelladamente e hizo amago de levantarse, pero ella le indicó que no lo hiciera.

Lo miró fijamente unos instantes, estaba mágnifico aunque tenía los cabellos totalmente desordenados, le sorprendió que siguiese con el hábito de mesárselos cuando estaba nervioso después de tanto tiempo. Recordaba que desde que era un adolescente larguilucho recién rescatado podían averiguar su estado emocional por su estado capilar. Un sentimiento de nostalgia la invadió por ello.

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