Escondida

40. Siempre en medio, nunca estorbando

No me gusta tener que pedir comentarios, pero de verdad esta parte se me está haciendo difícil y viendo que si no pido no hay... Dejad comentarios con vuestra opinión, por favor, a ver si hay ánimo y voy siguiendo más rápido.

Encontrar un vínculo con el poder del Inframundo era importante para identificar a tiempo que sus poderes se habían activado y usarlos si era necesario. Lo siguiente era ser capaz de controlarlos cuando se viera inundada por la energía del Inframundo, lo cual podía ser peligroso en el exterior, osea que se decidió que iría a aprender a controlar ese problema a la tierra de los muertos. Había estado feliz porque su madre no le había asignado una carabina como la última vez hasta que se encontró a Hécate desayunando la mañana que tenía que ir al Inframundo por primera vez con sus propios medios. Cuando se fue a cenar no estaba allí, pero tenía toda la pinta de que había pasado la noche en casa.

-Buen día Koré, será mejor que comas bien si quieres tener energía para lo que sea que mi rey esté preparando, seguro que será aburrido -le dijo Hécate con un sarcasmo tan exagerado que si no se sabía lo que la diosa disfrutaba de la compañía de Hades no se vería por ningún lado.

-No es tan aburrido, pero no es un orador interesante -creyó apoyarla Deméter- Quizás se le ha contagiado la seriedad de su dominio. Supongo que cuando Leuce vivía era más animado, el pobre, ¿la recuerdas Kore?

Perséfone asintió, haciéndose la demasiado ocupada desayunando. No quería profundizar en esa conversación que terminaría con un "leí su vida y ayudó bastante a que acabase enamorada de Hades, por cierto, me conecté a ella en sueños y tuve una experiencia sexual con él gracias a sus recuerdos. Estoy deseando tener la mía propia y espero que pronto o moriré de combustión espontánea la próxima vez que se me siente cerca".

-Tampoco tiene mucho tiempo para la diversión. Podría, si no fuera tan idiota de acabar ocupándose hasta de lo que no tiene la obligación -Hécate bufó frustrada- Su generosidad le acabará costando cara, necesita a alguien que le ponga un poco de freno.

-Quizás eso es lo que necesitamos, tengo unas cuantas ninfas de confianza que me han preguntado con curiosidad por él y alguna sería apropiada. Ya sé que Hera tiene preparadas a un montón de candidatas, pero yo creo que las mías serían mejores...

-Yo no lo creo madre, sinceramente que esas ninfas tuyas fuese una señora del Inframundo correcta y mucho menos una esposa adecuada -dejó sus cubiertos sobre la mesa con parsimonía, preparada para lo que iba a decir- No me gustaría que ninguna de ellas se enfrentarse a las consecuencias de intentar seducir a mi futuro esposo.

La diosa de la primavera se levantó con tranquilidad regia y se dirigió hacia la salida. Su madre miró directamente a Hécate, buscando una explicación totalmente incrédula por las palabras que su hija acababa de pronunciar pero a la vez como si fuesen algo que se negaba a creer aumque sabía cierto en su interior.

-Técnicamente Hades no se lo ha pedido, pero Perséfone ya lo ha decidido por ambos y no creo que sea capaz de negárselo por mucho más tiempo -Hécate se levantó con una disculpa para ir tras la joven diosa- No es capaz de negarle nada aunque lo intente. Se ha enamorado de ella y me temo que si crees que tu hija no es porque te niegas a verlo -paró en seco y se volvió hacia ella con un tono más suave- Deberías verlos, están tan enamorado que da urticaria, Hades intentando negarlo te haría reír hasta a ti.

-No es gracioso -le gritó Perséfone desde la puerta, que esperando había roto el efecto que había conseguido en la salida- Además, yo no digo nada de vuestro noviazgo y os respeto, deberías hacer lo mismo con el mio, madre.

Hécate aprovecho la conmoción de Deméter para salir detrás de su futura reina. Le costaba asimilar a veces que la niña que siempre corría por las faldas de su madre fuese a ser pronto su reina, pero no podía negar que se había convertido en una soberana. Ahora solamente faltaba hacerlo oficial.