Escondida

68. Coronas de flores

Y por fin llegamos al último capítulo. Quedan dos epílogos por publicarse que estoy terminando. Me gustaría dar las gracias a todos los que habéis estado leyendo y sobre todo, comentando. Ha sido un proceso largo y un año muy loco no solamente para mí, pero tener una en origen pequeña historia (iba a durar unos 5 capítulos) me ha ayudado. Si os gusta por favor, me nutro de vuestros comentarios.

-¿Por qué debería no aceptarlo? -la voz de él sonó cada centímetro de la cavernosa sala, a pesar de ello no había hablado en un tono alto.

Era un rey, no había forma de que no quedase claro. Tampoco dejaba dudas que la mujer que había a su lado era una reina, la que estaba en frente también, a pesar de la falta de corona. Deméter no necesitaba el título para ser reina en sus dominios y desde luego nadie dudaba de la potestad de Perséfone.

Deméter se lo estaba pasando en grande recordando la última vez que se vio en una situación parecida. No era una situación tan alegre ni de broma la de aquella vez, pero el resultado iba a ser parecido.

-Podría usar mi autoridad, pero es mayor y sabes que está enamorada. Deberíamos alegrarnos por ella –le volvió a decir más suavemente.

-Pero es una niña y él es un dios de la muerte, y mucho mayor que ella –le replicó su esposa.

En ese momento Deméter no pudo seguir aguantando y soltó una carcajada, Hécate se le unió a ella. La reina las miró mal y miró aun peor a su marido al notar que tenía pinta de estar al borde de unirseles.

-Perdona cielo, pero es que resulta especialmente divertido para mi que estés indignada por el matrimonio de Cari –se burló Deméter- Oh, ella es mucho más joven y es tan alegre y él es un dios de la muerte. Es que no puedo evitar reírme.

-Es que encima han sido como mucho más listos, no voy a olvidarme nunca del drama que montó cada uno por su lado primero pensando que el no era correspondido y luego este que no se merecía amor -siguió Hécate- Ellos se han declarado y han sido pareja por dos años respetuosamente hasta que han decidido casarse. Lo han hecho todo mejor que vosotros.

-Pero Cari es mucho más joven de lo que lo era yo -volvió a protestar la madre de la novia, esta vez con menos vehemencia.

-Yo multiplicaba tu edad por diez al casarnos, además, si estás tan disconforme deberías habérselo dicho un poco antes que el mismo día de la boda. ¿Quieres prohibirlo? Eres la reina, tienes la misma autoridad que tengo yo. Pero sabes igual que yo que quieres que nuestra Macaria sea feliz.

-Mamá no soy una niña, tengo la edad de varias vidas humanas y la edad de diferencia no importa si eres inmortal -recitó Deméter.

Perséfone resopló de manera nada regia en su trono sabiendo que los demás tenían razón. Ella tenía aun menos motivos de los que había tenido su madre en su momento para quejarse. Pero aun así le costaba ceder.

-Supongo que no me queda otra que ceder, no creo que Macaria se lo fuese a tomar muy bien.

-Supones bien, y no quiero ni pensar en la que montarían sabiendo que se pierden una fiesta los demás. O lo que podría decirte Melíone si prohíbes el matrimonio -insistió su marido- Hasta Plouton se enfadaría, lleva tanto tiempo ensayando su papel que se enfadaría con su madre, porque no pienso tomar parte en una decisión así.

-No lo entiendo, tu eras el primero que se enfadaba cuando emparejaban a nuestra hija con Morfeo.

-Porque eran unos niños y no estaban enamorados. No me opondría si Morfeo se atreviese a declararse de Mel siempre y cuando Mel no lo descuartizase antes.

Finalmente la reina decidió apoyar el matrimonio y el pequeño consejo de emergencia se disolvió, todos tenían que prepararse para una boda. El matrimonio real se fue a sus habitaciones, debían prepararse rápido, pues ya que no iba a interferir, Perséfone iría a ayudar a vestirse a su hija. Hades se haría cargo de preparar a Plouton y de estar allí para llevar a su hija al altar.