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Fue un día curioso para todo el Cosmos, no todos los días una diosa de la fertilidad alumbra a una diosa de la muerte. Sus poderes eran indudablemente pertenecientes al Inframundo, pero había en ella una unión con el mundo vegetal imposible de negar. Su nombre fue Macaria, la Bienaventurada, y sus padres no podían estar más felices.
Nacida en el reino de su abuela la princesa no dejaba por ello de ser una habitante amada por el Inframundo. Hera asistió el parto en persona junto con Ilithia, no habría forma de que ese embarazo que había durado años para un mortal terminase de una manera que no fuese feliz.
Los nuevos padres tardaron muy poco en acostumbrarse a su nueva ocupación y la princesa del Inframundo creció poco a poco para convertirse en una versión infantil de su madre con los preciosos cabellos de su padre. Dado que a la niña le encantaba adornarlos con flores se acabó haciendo costumbre ver también al poderoso y temible señor del Inframundo con flores creadas por su encantadora hija a juego.
Era frecuente que a pesar de ser la princesa del Inframundo la niña corriese alegremente por los territorios de su abuela cuando su madre iba a cumplir sus obligaciones como diosa de la primavera que era. Si había algún resentimiento aún por parte de Deméter el hecho de tener una nieta a la que consentir lo pulverizó. A pesar de que sus poderes principales no iban muy en consonancia con los de su abuela eso no impidió que Deméter la adorase totalmente y disfrutase entrenando su capacidad de crear flores. El fervor de su abuela le llevó a la niña a preguntar por sus demás abuelos.
Hablarle de la Titanomaquía a una niña pequeña no era una tarea sencilla, pero la vida de Macaria en el Inframundo la alejaba de tener una infancia normal. Muchos días la niña gustaba de acudir a ver a sus padres juzgar (previamente sus padres habían alejado los casos más duros) por lo que había escuchado historias de lo más variadas. Sabían que la infancia no duraría mucho y que tenía que ir relacionándose con las partes menos gratas de su reino, por su propia seguridad era mejor que visitase el Tártaro conociendo los peligros que escapándose por curiosidad. Aunque era normalmente una niña tranquila y obediente nunca se sabía por donde podía acabar saliendo un niño pequeño por mera curiosidad sin entender un peligro.
El dispositivo de seguridad para la primera visita de la princesa del Inframundo a la parte más hostil de su reino dejo en evidencia a los que creían que Hades de normal rozaba con la paranoia más extrema en temas de seguridad. Normalmente ante tal despliegue era la reina la que traía cordura a la situación, pero tratándose de Macaria, Perséfone no creyó en ningún momento que su marido exagerase.
El matrimonio real con su retoño, doscientos miembros de la guardia de Hades, Hécate y Tánatos entraron en el Tártaro. La princesa iba cogida de una mano de Hécate y de otra de Tánatos mientras sus padres abrían la marcha. No tenía problemas con ellos, después de todo Hécate era casi como su otra abuela y Tánatos era siempre muy amable, le habían dicho que cuando creciese sería él quien le enseñaría a controlar sus poderes sobre la muerte.
Sus padres entraron primero y después de un breve tiempo la llamaron a ella. Sus acompañantes la instaron a entrar. Detrás de su madre estaba una señora gigante, ya había visto a Nyx, pero esta era diferente.
No es que Nyx no se soliese alegrar de verla, aunque tenía bastantes nietos de parte de Hipnos como para que ni reparase en su presencia siempre parecía sacar un tiempo para ella.
-Oh, ¿esta pequeña es Macaria? -la titánide se arrodilló intentando ser menos intimidante- Eres una niña preciosa, vaya que sí, ¿las flores las has hecho tu?
Macaria asintió con timidez. Quizás su abuela Rhea era más grande que la abuela Deméter, pero al rato se dio cuenta de que era una abuelita igual que la diosa de las cosechas. La figura que más le intrigaba era la figura gigantesca de su abuelo. Siempre parecía totalmente indiferente a ella, y como una niña que se había criado colmada de amor y atenciones, eso no hacía más que querer ganar su atención.
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Escondida
FantasíaCuando el mismísimo Zeus quiere raptar a tu hija la esconderías donde fuese. Incluso en el Inframundo. Deméter pide a Hades ayuda, él acepta porque total, solamente será meter a una cría en los Campos Elíseos, ¿qué problema puede dar la tal Perséfon...