Lo que días antes le parecía una idea estupenda no lo era tanto cuando tenía que enfrentar sus consecuencias. Había estado pensando en como contarle a su esposo que había invitado a su madre a la coronación, había armado un discurso mientras la peinaban trenzando su cabello entre joyas y flores. Mientras ajustaban su elaboradísimo vestido purpura lleno de bordados en hilo de oro estaba ya segura de como se lo diría, aunque empezaron a surgirle las dudas.
Quizás no lo conseguían y no tenía que contarle nada, era fácil que cualquier cosa fallase. Esa esperanza se fue tan rápido como Afrodita cruzó la puerta y hizo un gesto afirmativo. Le susurró que Atenea estaba terminando de ayudarle a vestirse mientras repasaba que estuviese perfecta.
No bien salió Afrodita de la habitación se encontró de frente con su marido. Él tampoco tenía la corona puesta, pues ella se la pondría antes de que él se la pusiera a ella. Era un gesto puramente simbólico, ya que él llevaba reinando siglos, pero el significado era importante.
Estaba guapo. Claro, también se lo había parecido en la bañera un rato antes, pero ahora también estaba majestuoso. Sin necesidad de la corona ya se sabía que era un rey. La tomó de la mano y la guió hacia el enorme espejo de la habitación y se colocó a su lado. Aun con la diferencia de altura, eran una pareja imponente. La pálida perfección serena de Hades combinaba maravillosamente con todo lo que era vibrante en ella, como si fueran la otra mitad de un todo.
-Mi bellisima y perfecta reina, hoy...
-He invitado a Rhea a mi coronación y va a estar ahí porque la han sacado entre Afrodita y Hermes pero no te preocupes porque de verdad que Hermes se ha encargado de seguir todos los protocolos en el Tártaro -le soltó olvidando los discursos.
Hades no le dijo nada, no sabía realmente que decirle. Desde luego sentía la necesidad de calmar la inquietud su esposa con respecto a lo que le acababa de decir, claro, pero no sabía como reaccionar a la noticia. Y de hecho estuvo un par de minutos sin reaccionar, ensimismado por el golpe hasta Perséfone le sacó de ese estado a base tironear de su mano.
-Lo siento, sé que debería habértelo consultado y que no... -suspiró derrotada, volviendo a olvidar discursos le habló con el corazón- Sé que quieres a tu madre y he tratado de pensar en todo este proceso sin mi madre, si se hubiese opuesto y la hubiese perdido. Claro que me ha dado motivos para enfadarme, pero no cambiaría por nada el tenerla conmigo. Bueno, lo cierto es que mi situación no es comparable con la tuya y soy idiota por atreverme a hacerlo cuando...
No siguió hablando porque su marido la silenció con un beso. Un beso un tanto nervioso, no podía negarse, pero al menos dejaba claro que no estaba enfadado con ella.
-No sé si hablaré con ella, pero supongo que te entiendo –se fijó bien en que no hubiese estropeado el carmín de los labios de ella- Creo que me gustaría recuperar un poco la relación con ella, no sé que saldrá, pero no pierdo nada por intentarlo. Aunque no sé que cara van a poner mis hermanos cuando la vean...
-No creo que pongan ninguna cara en especial –ella se puso a eliminar los rastros de carmín de los labios de él con cuidado- De hecho lo han hecho entre ellos, Afrodita, Hermes, Ares y Atenea. Al parecer no ha habido problemas porque me encargué de darles unos permisos para conseguirlo, no estaba muy segura de que fueran a aceptar mi autoridad.
Hades se imaginó la situación, pero ninguna de las versiones en las que pensaba acababa sin alguno de ellos destrozado, no por los titanes sino por sus otros compañeros, por lo que estaba bastante interesado en escuchar el relato de esa aventura. Seguramente lo escucharía en la fiesta varias veces con sus hermanos presumiendo de la gesta de la incursión en el Tártaro como si fuese algo impresionante y no algo que hiciese él varias veces al mes. Lo realmente increíble de eso era como Perséfone había logrado que esa panda colaborase. No solamente que colaborase, sino que de hecho lo hiciera de manera efectiva, ya de por sí meter a dos elementos como Atenea y Ares juntos era complicado, sumar a sus hermanos ya era una receta para el desastre. Y al parecer, todo había salido bien, su esposa sería la mejor estratega que se había visto en los tres reinos.

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Escondida
FantasyCuando el mismísimo Zeus quiere raptar a tu hija la esconderías donde fuese. Incluso en el Inframundo. Deméter pide a Hades ayuda, él acepta porque total, solamente será meter a una cría en los Campos Elíseos, ¿qué problema puede dar la tal Perséfon...