Si algo habían aprendido del incidente del Tártaro fue que había que vigilar más a Macaria. A partir de ese momento la niña comenzó a acompañar a su madre cada vez que se iba a cumplir en el reino de los mortales sus deberes como diosa de la Primavera. No es que le enfadase, le gustaba estar con la abuela Deméter y se acababa de enterar de que su madre volvía a estar embarazada, la idea de tener un hermano le encantaba. Le habían dicho que los hijos acababan viniendo cuando dos adultos que se querían mucho estaban a solas, y sus padres se querían muchísimo.
La tía Hécate le dijo al preguntarle que también era cuando estaban juntos sin ropa aunque no le dio tiempo a decir mucho más cuando su padre le lanzó una de esas raras miradas de "soy el rey" y no le siguió explicando cosas, pero una vez escuchó a su madre cuando se estaba haciendo la dormida decirle a su padre que fuese para la habitación de ambos y recordase que tenía prohibida la ropa en sus habitaciones. No sabía porque había una ley contra la ropa de su padre, le daba un poco de pena que pasase frío, pero le pareció que era algo que mejor no preguntaba.
Al parecer su hermano iba a ser diferente a ella porque había sido concebido en el Inframundo, fuese lo que fuese concebir, no lo tenía claro. Se lo preguntó a Hécate pero le dijo que ya se lo contarían más tarde, que mejor preguntase a sus padres.
Fuese como fuese las ninfas en la tierra de su abuela la trataban muy bien, aunque a su madre últimamente le tenían un poco de miedo. Al parecer una ninfa intentó hacer algo con su padre y su madre se enfadó tanto que la convirtió en una planta. Luego la destransformó, pero la exilió del reino.
Al parecer antes las ninfas le tenían miedo a su padre porque nunca lo habían visto y la gente del exterior pensaba que la gente de casa eran una especie de monstruos y como su padre era el rey del Inframundo debía ser el más terrible de todos los monstruos. Incluso mucha gente pensaba que había secuestrado a su madre y la había obligado a ser su reina. Cuando le preguntó a su madre por esa historia le dijo sonriendo que casi fue al revés y es ella la que se lleva a su padre, que llevaba loca por él desde antes de que él mirase si quiera en su dirección.
Según le contó su madre el miedo se les pasó a los cinco minutos de ver a su padre porque su padre tenía mucho de su tía.
Uno de esos tranquilos días se empezó a dar cuenta de que la cosa no era tan tranquila como ella pensaba. Al parecer había una guerra enorme en el mundo de los mortales y los dioses se habían involucrado en ella. Sabía que era una guerra, claro, era un motivo de muerte bastante común y por fuerza en el Inframundo se acababan aprendiendo esas cosas. También conocía a Atenea y a Ares, por lo que le habían explicado en que consistía, lo raro de la situación es que ellos dos solían ser los únicos involucrados en la guerra, pero esta vez había dioses expectantes. No sería está la gran guerra que los haría involucrarse personalmente, pero la guerra de Tebas fue sangrienta.
Según le contaron todo se debió a una serie de maldiciones y sacrificios mal realizados y a relaciones entre parientes, cosa que entre humanos estaba prohibida. Hécate le dijo que lo más sorprendente de esta guerra fue que en ese conflicto Zeus no había hecho nada ni tampoco uno de sus numerosos y problemáticos hijos, su padre solía bromear con que Zeus tenía más hijos que él prisioneros en el Tártaro, y de ninguno parecía ocuparse especialmente. Eso era algo que le llamaba la atención a la pequeña y mimada princesa del Inframundo, en su corta existencia no podía imaginar algo como unos padres que no se ocupasen de sus hijos, aunque bien era cierto que a los únicos otros padres que conocía eran a Pasítea y a Hipnos, que tenían un montón de hijos pero que siempre parecían tener tiempo para todos ellos. A veces Hipnos la hacía rabiar diciéndole que como había nacido casi a la vez que Morfeo era una señal de que estaban destinados a casarse cuando creciesen. Le caía bien Morfeo, era su amigo y le gustaba jugar con él y con sus hermanos, pero no le gustaba nada que le dijesen que tenía que casarse. Lo bueno es que cuando la molestaba mucho su padre solía aparecer, como era el rey de Hipnos no tenía otro remedio que dejarla en paz. Era una de sus cosas favoritas de que sus padres fuesen reyes.

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Escondida
FantasiCuando el mismísimo Zeus quiere raptar a tu hija la esconderías donde fuese. Incluso en el Inframundo. Deméter pide a Hades ayuda, él acepta porque total, solamente será meter a una cría en los Campos Elíseos, ¿qué problema puede dar la tal Perséfon...