51. Después de la tormenta

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La semana pasada puse un reto de comentarios y lo superasteis... En tres horas. Me hace tener emociones contradictorias, la primera es todo el apoyo que recibo. La segunda es que mucha gente no apoya porque no le apetece dedicarle un minuto. ¿Por qué soy tan pesada con los comentarios? Porque el número de comentarios influye casi más que el likes en estar en destacados y aumenta las posibilidades de estar seleccionado como historia de pago o llamar la atención de las editoriales que buscan por Wattpad. Y oíd, que esto me trajera un pequeño beneficio me vendría muy bien. Vayamos al reto.
100 comentarios. Así de paso me aseguro de que me dé tiempo sin tener que matarme a correr.

Había muchos entresijos que la pareja tenía que resolver para llevar a cabo ambas ceremonias, ser quienes eran en ese caso solamente hacía las cosas más conplicadas. El único requisito que puso la madre de la novia en un primer momento fue que la diosa tendría que volver hasta el momento de la boda a su casa y debería guardar el celibato. Perséfone pensó en protestar ante esa condición, le parecía injusta, ya había hecho el amor con él y no podían renediarlo. Luego recordó el hecho de que su futuro esposo podía hacerse invisible y pasar por cualquier barrera, así que aparentó aceptarlo sin más.

Como Deméter no tenía nada más que hacer los dejó hablando con Hera. Ya llegaría en momento en el que le tocase unirse a los preparativos, de momento estaba más ocupada asimilándolo. El destino de todos los hijos era crecer y supuso que llevaba demasiado tiempo sin asimilar el hecho de que su hija ya era una adulta y que algún día se iría. Ella se había dedicado a construir su vida, criar a una hija y cuidar de todo el mundo, era normal que su Koré, no, Perséfone quisiera tener su propia vida. Su mente se lo decía, otra cosa es que ella en su corazón lo asimilase bien.

-Ey, Cabiria -la voz de Afrodita la hizo girarse, estaba paseando junto a su marido con aspecto incomodo, como siempre que estaba con él- Tengo que hablar con ella, si me disculpas.

Francamente dudaba que la diosa del amor tuviera mucho que hablar con ella pero no sería ella quien le negase una excusa para escapar de su marido. A pesar de no tener una relación con ella no podía evitar sentir empatía por su situación. Suponía que dado a que Rhea estaba en el Tartaro y Afrodita casi había criado a Hades, se podía decir que ahora sería su consuegra, no había nadie que fuese más maternal que ella con Hades.

-Sé que debe costarte, pero ey, puestos a tener que asumir que tu hija va a casarse piensa que no se me ocurre mejor marido. Sabes que es bueno, generoso y la quiere con locura -Afrodita afirmó esto con la seguridad que una diosa del amor puede tener, no le hizo falta a Deméter hablar para que Afrodita supiese lo que estaba pensando- Yo también soy madre y sé que una cosa es la cabeza y otra el corazón para nuestros niños, creeme. Todo el mundo sabe que mi sobrino es como un hijo para mi, he estado preocupada por él mucho tiempo y aunque se case con tu preciosa hija nunca dejaré de estarlo, porque nunca dejará de ser mi niño. Por muchos milenios que cumpla.

La diosa de la agricultura sabía que no mentía. Ella era prácticamente una niña cuando la vio por primera vez, una niña arrastrada a una guerra de supervivencia. Afrodita ya entonces era el ser más magnifico que nunca hubiera visto y siempre la recordaba cuidando especialmente a Hades.

Hades era un adulto al lado de los demás, aunque sus heridas al salir eran terribles. Lo recordaba distante, al principio le daba miedo. Según avanzaba el tiempo se dio cuenta de que era distante, mas siempre se mostraba más amable de lo que sus secos modales podían dejar ver. El miedo había acabado desapareciendo para convertirse en amigos. Si en ese momento hubiera tenido que apostar por cual de los futuros tres reyes sería el primero en tener reina habría apostado por él, como los demás. Pero Hera fue comprometida y la perspectiva de ser la reina de los cielos la ató más que su encaprichamiento por el hermano mayor. Lo había visto a lo largo de los siglos, siempre solo salvo ocasionalmente. Lo más cercano a verlo con alguien estable fue con Leuce, y la decisión de dejarla morir les sorprendió a todos. Precisamente la confianza en él fue lo que le llevó a pedirle el favor para con su hija.

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