48. Obediencia

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Buenas lectores! Al parecer se ha alarmado alguna gente porque no estaba actualizando, aunque no hacía ni una semana... Sé que esto le sorprenderá a mucha gente por el ritmo de actualización, pero tengo una vida y actualizar no es mi prioridad. Además, mi salud ha mejorado, lo que quiere decir que vuelvo al trabajo. Osea que quizás bajo el ritmo, puede que no, pero tampoco es que tuviera un día marcado. De todas formas si queréis actualizaciones, avisos y chistes malos seguidme en mi Twitter (@alsabetha) porque me hago un lío con las notificaciones de Wattpad.

La mañana se presentó suave y agradable. Claro, en los Elíseos eso era lo más frecuente, solamente cambiaba por suaves y refrescantes lluvias de cuando en cuando. El ambiente apacible ayudaba a que todos los ocupantes del lugar estuviesen en un animo tranquilo y relajado, en el caso de los amantes se traducía en un decadente bienestar lleno de caricias y juegos amorosos. Posiblemente se les habría pasado toda la mañana en ellos de no ser por una introducción poco deseada pero necesaria. El ruido del aporreo constante de la puerta les sacó mejor que nada de su burbuja amorosa.

-Vestíos o mejor no os vistáis, pero abridme, que traigo nuevas urgentes -gritó la inconfundible voz de Hermes.

A pesar de que el Sacta Sactorum del templo tenía la entrada prohibida en el a todo el que no tuviese el permiso de Hades sabían que no se iría hasta que no saliesen, por lo que se vistieron resignados.

Hades ya estaba pensando en como podrían callar a Hermes para que no hablase del modo en el que se los había encontrado para no aumentar la ira que ya de por sí estaría procesando Deméter en su contra, esperaba que estuviese de su parte y no hablase.

-Supongo que no tengo que preguntar si la Gran Koré sigue intacta -les dijo Hermes nada más salir de la habitación.

-Eso no es algo que... -comenzó Hades.

-No, desde luego ya que no, ha sido maravilloso -respondió a la vez alegremente Perséfone.

-Cielo me alegro tanto -Hermes se llevó una mano al pecho feliz- Estoy muy a favor de vosotros como pareja, soy un gran fan y si es necesario yo siempre hablaré a favor. Y quizás os hace falta. Pronto.

Hermes les incitó a prepararse lo mejor y más rápido que pudiesen para ir al exterior lo más pronto que pudieran. También les dijo que se vistieran con ropa de abrigo, lo cual solamente hizo que sus prisas aumentasen. El hecho de que Hécate estuviera esperándolos en el palacio dando vueltas como un gato enjaulado no ayudaba a calmar los ánimos generales.

Perséfone cayó en manos de las que de momento eran sus damas para que la vistieran de la manera más regia posible a pesar de que aun no fuese la reina, haciendo especial enfásis en el hecho de señor de la riqueza de Hades más que la de señor del Inframundo, que era más problemática. Hades fue a cambiarse también para ponerse su atuendo de rey guerrero, podría parecer exagerado para cualquiera que no conociese a Deméter, mientras Hermes y Hécate esperaban en la sala del trono, no parecían dispuestos a hablar no por nada si no por el hecho de que no sabían como hacerlo.

Hades llegó primero y se dio cuenta de que su sala del trono tenía el mismo problema que la sala de los juicios con respecto al mobiliario, por lo que no pudo evitar lanzar una sonrisa. Ese trono era la suficientemente grande para los dos, pero sabía que tendría que mandar a construir otro para su reina.

Cuando llegó cubierta de las más finas telas y joyas se había convertido directamente en la reina que a cualquiera le vendría a la cabeza en pensar en majestuosidad. Parecía obvio que llevaba mucho tiempo siendo una reina disfrazada de niña que el carácter infantil que solía tener su ropa cuando la elegía su madre.

Cuando Perséfone entró a la sala a la cual solamente había entrado hasta ahora de paseo, se fijó en el rey en el trono y no pudo evitar devolverle la sonrisa cuando le vio hacerse a un lado para dejarle sitio junto a él, no le molestaba sentarse a su lado, aunque con el tiempo necesitaría un trono. Juntos se dispusieron a escuchar la información como si ya fueran una pareja de gobernantes formalizados.

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