Ey gente, al habla Esk. Sobre las preguntas y respuestas os voy a dejar más días para las preguntas porque no podré subir las respuestas hasta mediados de la semana que viene. Sin más, os dejo con el capítulo.
Afrodita había entrado en franco conflicto con su hijo sobre el método de proceder, por lo que la discreción fue dejada a un lado. Ella insistía en que el mejor método el proceder era hacer que Menta se enamorase de cualquier víctima incauta (cosa que solía acabar mal) en caso de que pudiese liberarse de las ménades. Eros pensaba en algo más sútil y menos cruel, como lanzarle una flecha de desamor. Dionisio insistía en que siempre podían emborracharla, Hipnos insistía en dormirla y Hécate en quitársela de en medio de una vez. A Hécate la ninfa no le caía muy bien y estaba ya harta de todo.
Perséfone les escuchaba a todos y a ninguno. Sabía que todos tenían buenas intenciones, o al menos buenas para ella porque no creía que Menta acabase bien, pero sentía que la estaban retrasando. Estaban tan inmersos en decidir cual de ellos tenían razón que, como les solía ocurrir a los dioses habían perdido de vista el objetivo original. Al final le quedó claro que sí quería hacer algo bien tendría que hacerse cargo.
Seguramente tardaron en darse cuenta en el ardor de la discusión de que se había ido, la única que se fijo fue Hécate y porque le pidió especialmente que distrayese a su madre.
No le gustaba Hefesto, siempre la miraba de manera que la hacía sentirse sucia e incomoda. Pensó en como Afrodita tenía que enfrentarse a eso muchas veces (a diario no, sabía que tenía la capacidad de esquivar a su marido por períodos enormes de tiempo sin el menor remordimiento) y trató de canalizar su actitud.
-Hefesto, cuanto tiempo. Necesito hablar con Hades -trató de mirarlo desde arriba con desprecio como haría Afrodita, a pesar de que ella era mucho más baja que la diosa de la belleza le quedó lo bastante parecido como para hacer que Hefesto se encogiese instintivamente- En privado. Ahora.
Sea porque Hefesto entendió que seguír ahí después de una petición tan clara sería de mala educación o porque el tono tan similar al de su esposa cuando le dejaba magicamente castrado por años le hizo helar la sangre, se fue sin demora.
-Realmente tengo que hablar contigo en privado y con urgencia -su tono cambió mucho, su mirada fría adquirió un parecido importante con un cervatillo- creo que estoy empezando a matar cosas sin querer.
No era mentira. Desde que lo había visto aparecer del brazo de la ninfa sus poderes estaban descontrolándose. Los adornos florales más cercanos cortados por Deméter y que tendrían que durar vivos años estaban muriendo. No es que estuvieran del todo descontrolados y pudieran afectar a las poblaciones cercanas, pero servía como una excusa real.
Hades se había jurado así mismo que iba a evitar a la diosa de la primavera todo lo que pudiese, de momento lo estaba haciendo mal, pero en breves lo iba a hacer todavía peor. Incluso habiendo traído una compañera disuasoria para Perséfone no estaba funcionando.
Ahora parecía más urgente solucionar el tema de que la Koré estaba haciendo honor a su nombre que guardar distancias. Necesitaba salir de ahí discretamente, en unos segundos podría materializar su casco pero había gente mirandolos. Por suerte el temperamento de Eros mezcla del de sus padres estaba empezando a aflorar y en plena discusión pubescente con su madre empezó a agitar las alas armando un pequeño estropicio. Lo justo y necesario para ponerse el casco y salir por piernas del lugar.
Dado que Perséfone conocía ya como funcionaba el casco se sujetó a él sin hacer ruido mientras lo seguia feliz. Solamente intervino cuando se habían alejado un poco para dar instrucciones sobre el lugar donde podían hablar.

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Escondida
FantasyCuando el mismísimo Zeus quiere raptar a tu hija la esconderías donde fuese. Incluso en el Inframundo. Deméter pide a Hades ayuda, él acepta porque total, solamente será meter a una cría en los Campos Elíseos, ¿qué problema puede dar la tal Perséfon...