Capítulo 31

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Saga

Los días fueron pasando, y con él, el frío, la lluvia y la nieve también. Y como era de esperarse en cada invierno, comenzaron los problemas por acumulación de nieve, comenzaron a caer ramas que se soltaban de los arboles mas altos por causa de los fuertes vientos que nos azotaban, y comenzó a escasear la comida, por lo que tuvimos que racionarla para que nos alcanzara hasta el final del invierno.

Como cada día, salí a recorrer el lugar luego de que los chicos salieran a quien sabe dónde. No me quedaba mucho tiempo en la guarida porque eso me hacía recordar cosas que no quería.

Mientras caminaba por el sendero en el bosque, me topé con Ciro. A pesar de que nuestra relación de hermanos se había hecho pedazos después de todo lo que ocurrió, aún era capaz de establecer una breve conversación con él. Ciro me seguía llamando "hermano", pero yo no.

La vez en la que me golpeó el ciervo, Ciro parecía un poco alterado cuando vio que casi no podía respirar y que apenas podía moverme. En el primer mes, él solo me observaba desde lejos; o cuando Rissa iba a amamantar a mis hijos, preguntaba por mi salud indiscretamente. Al tercer mes, ya parecía tener un poco mas de valor para preguntármelo él mismo.

— Saga — dijo en tono cortante, como siempre – te ves cansado...

— Estoy bien... estoy bien...

Por alguna razón, desde que desperté en la mañana me sentía extraño, me sentía un poco mas débil de lo normal, pero hice parecer que estaba bien. Mientras estaba con Ciro, sentí una punzada en mi costado derecho que me hizo caer de una vez frente a él.

— ¡Saga! – exclamó asustado mientras se acercaba a mí deprisa — ¡Saga! ¡hermano!

Podía oír la voz de Ciro que me llamaba, pero mi cuerpo no respondía, y lo único que podía sentir, era dolor y dificultad para respirar. No podía imaginar el como me estaba viendo Ciro desde su posición. Y de pronto, el dolor se volvió tan fuerte, que no lo soporté más y di un grito agonizante que nunca en la vida había hecho.

— ¡Saga respóndeme!

Aunque hubiera querido, no le podía responder. Estaba más preocupado de no dejar de respirar, mientras sentía como caía la saliva de mi boca.

— ¡Saga por favor! ¡dime algo, maldita sea!

— ¡Yo...argh! Yo...estoy...no puedo...debo... protegerlos hasta que... estén listos... — balbuceé forzosamente.

En cuanto todo pasó, me quedé inmóvil por un buen momento, y Ciro se quedó junto a mí hasta que me normalicé.

— ¿Ya estás mejor? — preguntó con recelo.

— Si ya... ya estoy bien... solo... — sentí una nueva punzada, pero esta vez en vez de gritar, solo apreté los dientes con todas mis fuerzas.

— ¡Saga!

— ...Que esto no salga de aquí... — le pedí — que este sea nuestro secreto, no importa lo que pase – Ciro me miró con desconfianza – hermano... — le dije — ...por favor... no se lo digas a nadie...

— Saga... tú estás...

— Si...

Entre lobos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora