Capítulo 52

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Liv

Volví con Coddy.

— Coddy... — ver a para en el suelo sin vida fue una de las cosas más difíciles que me había tocado vivir. Parecía dormido, con medio cuerpo dentro de la cueva y la otra afuera. — Coddy, por favor dime algo...

— ... Después de todo... fue el mejor padre que conocí... y ya no habrá otro como él.

— Claro que no...

— Pero debemos demostrarle que estamos listos para enfrentarnos a la vida solos, como él lo creyó.

— Sí.

Ciro apareció de entre los arbustos. Era nuestra primera prueba como adultos independientes. Sobrevivir al jefe.

— ¡Jefe! — exclamé nerviosa. Pero él no dijo nada.

— Qué les dijo antes de morir... — miré a Coddy. Ciro nos miró a ambos.

— Él dijo... "está bien, padre... te perdono, hermano..."

— ¿Dijo... dijo algo más...?

— No...

Ciro guardó silencio y se acercó al cuerpo de mi padre. La dio un suave cabezazo bajo su cuello, como si quisiera hacer que despertara y se levantara. Pero ya no lo haría. Nunca más.

— Sáquenlo de aquí... caven un agujero y cúbranlo con tierra para que los carroñeros no lo encuentren.

— Si señor... — respondió Coddy con voz dolorosa.

— Jefe... — le hablé — ¿Qué sucederá con nosotros ahora...?

— Sobrevivir... ya no hay nadie que los proteja.

— Pero si alguien que los guíe.

— Rissa – dije sorprendida.

— Qué estás haciendo aquí... — dijo Ciro en tono amenazante.

— Los alimenté de mi leche cuando eran cachorros. De alguna forma los vuelve mis hijos también. Y por eso, seré yo quien termine el trabajo que Saga no pudo acabar.

— Te equivocas — dijo Coddy – mi padre confió en que estábamos listos.

— Pero no lo están. O al menos no hasta que sean capaces de atrapar una presa grande, y puedan participar en la cacería junto a la manada. – Tenía razón – seré su guía hasta que eso pase. Pero no los defenderé de los peligros, para ello, están solos.

— Con qué autoridad piensas hacerlo...

— Con la que poseo como alfa de la manada. – nadie se atrevía a llevarle la contraria a Rissa. Ni siquiera el mismísimo Ciro.

Ciro acabó por irse sin decir una palabra más, mientras Rissa lo observaba de soslayo hasta perderlo de vista.

— ¿Vamos a morir? — le pregunté preocupada.

— Eso depende de qué tan aferrados estén a la vida, y de qué tan bien desempeñen su papel en la manada.

— ¿Cuál papel?

— El de compañero, lobato. Un buen lobo trabaja en equipo ignorando cualquier rivalidad con sus compañeros. La discordia en la cacería puede provocar desgracia en la manada.

— Entiendo... — Coddy miró de soslayo a papá.

— Ahora... — volteó para irse – hagan lo que Ciro les dijo, y saquen a su padre de aquí antes de que atraiga carroñeros. Le diré a Sal para que venga a ayudarles.

— Está bien... — respondí con voz quebradiza.

Pasamos toda la mañana haciendo lo que Ciro dijo. Sal llegó poco después de que Rissa se fuera; nos ayudó a mover a papá y nosotros nos encargamos del resto. Se ofreció a cazar algo para nosotros, pero nos negamos. Si queríamos que nos consideraran adultos en la manada, comenzaríamos desde ya.

— Comprendo. Saga estaría muy orgulloso de ustedes.

— Te agradezco el que nos hayas ayudado, Sal.

— Una última cosa que haga por mi mejor amigo... — se hizo un silencio por un momento – bien... debo irme. Adiós chicos, cuídense mucho.

— Lo haremos. — dijo Coddy.

Entre lobos...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora