Capítulo 24: Este horrible lugar

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Estaba lloviendo incluso más fuerte que en días anteriores, las gotas caían sobre sus rostros y sus cabellos. Tenían hambre y frío, encontrar comida y repartirla de manera adecuada se volvía más difícil al terminar cada día. Los encontraron, personas adultas, no habían visto muchos que no fueran cadáveres.

Estaban sentados en una banca, cubiertos por una pared y un techo, comían galletas, la niña tenía muchas hambre, al igual que sus amigos, por eso, tal vez, Yahiko salió de la esquina, dándoles indicaciones. Fue valiente, a paso firme, pero todavía incómodo, ella era leal, por eso le hizo caso.

Yahiko solo levantó sus brazos, pedía comida, diciendo por favor. Eran tres adultos los que comían, dos hombres y una mujer. El primero era pálido, de ojos extraños, el segundo, tenía cabello blanco, sino fuera por eso, pasaría como un tipo común, la tercera, era una mujer rubia, de rostro muy bello; sin embargo, lo único que hacían ahora, era observarlo con cuidado, precaución.

El de cabello blanco le entrego galletas, al hacer esto, el pequeño temblor que detectó Konan se detuvo, Yahiko comenzó a gritar que se acercaran, Nagato y ella se observaron como dos cómplices, agitando sus cabezas. Salieron de los dos pilares que los cubrían, se juntaron al lado de Yahiko, izquierda y derecha. No era una celebración lo que hacían, no conversaron entre ellos.

Las galletas habían sido comidas, ahora solo quedaba un empaque, en silencio, sin levantar sospechas, tapando el papel de la lluvia con su cabeza, ella consiguió hacer el origami que su madre le había enseñado, era una improvisación, una especie de flor, se la imaginaba roja, desprendiendo fragancia, si tan solo la plantara... pero era para alguien más, la guardaría en su bolsillo, con mucho cuidado.

Se levantaron de la banca, sin pronunciar palabras, pasaron por su lado, mientras giraban su cabeza con confusión, pero Yahiko, a pesar de haber recibido comida, no se encontraba muy feliz, le parecía peculiar esto.

Yahiko caminó hasta ellos, se disculpó con unas palabras. La mujer reaccionó mal, gritando por su comportamiento, sobre que ya habían sido alimentados, el sujeto pálido sugiero matarlos, para quitarles su sufrimiento.

¿Morir? Eso se repito en su mente por un buen rato, observó a Yahiko, sabía que esa no era una opción, al menos para ella, al menos que supusiera un sacrificio, para salvarlo a él.

El de cabello blanco reprochó a su amigo, fue muy directo con sus palabras, finalmente pareció compadecerse de ellos, se agachó hasta su tamaño, el hombre grande levantó su brazo para masajear el cabello húmedo de Yahiko.

Dijo que se llamaba Jiraiya.

Solo entonces, Yahiko lo dijo, que quería que les enseñara ninjutsu, que se quedara por favor. Eso le sorprendió, a sus compañeros también. La mujer se negó sin contemplaciones, no deseaba que lo hiciera, hizo cierta mofa. Pero él, solo dijo que lo haría.

Ella preguntó porque, solo para ser contestada, que era su deber.

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La hoja volaba por el calabozo, buscando a aquel que necesitaba en ese momento, esperaba que no se hubiera ido.

Estaba sola, con solo su brazo derecho disponible, mientras que él era peligroso.

—¿Cuánto tiempo has estado viendo? —preguntó Konan.

—Desde que llegaron al Puente del Cielo y la Tierra —dijo Kabuto, su dedo en el mentón, elevando los ojos—. Me tomaron un poco por sorpresa, ese olor... tan fuerte... tan espeso, no podía creer que un ninja de esa aldea o con esa capacidad pudiera venir hasta aquí. Eso fue muy placentero para mí, eran fuertes, pero controlables.

Naruto Shippuden / IridiscenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora