Capítulo 8: La situación

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Era como si cada segundo fuera infinito, el dolor que recorría su cuerpo, era peor que lo que haya sentido toda su vida.

Kankuro tenía la ropa rasguñada, hecha pedazos, su rostro tocando el suelo, sangre salía sin que pudiera detenerlo, las casas lo acompañaban, pero nadie estaría ahí para ayudarlo.

Era horrible para él, pero no lo peor, el daño que más dolía no era el físico.

Los gritos de compañeros suyos llegaron a sus oídos, no sabía cuantos eran, solo sabía que hablaron con cierta compasión, eso solo hizo que apretara los dientes.

Lanzaron un pergamino que se desenrolló por el suelo mientras rodaba, salió de él una camilla, dos de ellos acomodaron su cuerpo adolorido. Una vez hecho, el grupo gritó, pasando la voz a sus compañeros.

—¡¿Eres idiota?! —gritó Baki—. ¡Fuiste solo y eso fue lo que pasó!

—Nadie iba a hacerlo —dijo Kankuro, tono neutro, hablando sin prisa—. Soy su hermano mayor, era mi responsabilidad.

—Eso no fue responsabilidad —dijo Baki—. Arruinaste lo que tu hermano hizo, todos están bien, excepto tú.

Baki apretó fuerte su rostro.

—Tu hermano fue bueno —dijo—. No encontrarás gente en el hospital, solo tú estarás ahí. Llévenlo, después hablaremos de lo que viste, tengo que resolver este desastre de algún modo.

Una vez que se llevaron a Kankuro, pateó una piedra invisible, sus brazos sobre su cintura, tenía que hacer mucho trabajo.

Recibió la noticia de los sensores, el chakra del Kasekage se debilitaba, mientras que el del Akatsuki se alejaba. No había mucho que hacer, a ojos de Gaara, este era el mejor resultado. Sabía como proceder, pero todavía no podía procesar lo ocurrido, que de la noche a la mañana, todo se había perdido.

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Al momento de bajar el último escalón de la escalera, las risas que escuchó Baki se detuvieron, encontró a las dos personas que buscaba.

Sin embargo, eso no le impidió sorprenderse con la magnitud del lugar donde se encontraba.

Parecía otro mundo, pues a diferencia de los escalones que vagamente estaban iluminados con antorchas, este lugar parecía el exterior, había un amplio espacio para moverse, del tamaño de 4 campos de entrenamiento, había árboles a los alrededores junto a macetas de flores, se podría comparar con el piso uno del edificio Kasekage, solo que este estaba dentro de una cueva, a varios metros bajo tierra.

Un anciano y una anciana se encontraban pescando, sus cañas dirigidas a un pozo con agua.

El anciano tiene unas cejas muy largas que llegan a cada lado de su cara, cosa que hace que sus ojos sean imperceptibles, además de una mancha en su mejilla derecha. La anciana tenía un tono de piel pálido, a diferencia del anciano, tenía manchas en la piel, uno en la parte derecha y otro en la izquierda, aunque su cabello morado tapaba esto.

Era interesante para Baki presenciar estás figuras, ya que había leído sobre historias que decían de sus grandes hazañas, sin duda tenían un gran poder que no debía de ser subestimado.

—¿Qué deseas? —preguntó Chiyo.

Baki se arrodilló inmediatamente, con la cabeza agachada comenzó su presentación.

—Disculpe mi intromisión, Ebizo-jiisama, Chiyo-baasama —dijo Baki— soy considerado la mano derecha del Kasekage, he venido porque me lo pidió...

—¿Rasa? —dijo Ebizo—. Ese tipo... diré que no de una vez, si fuera su hijo sería una cosa distinta, hace dos años vino y que agradable... pero él... ¿hermana? ¿Qué piensas?

Naruto Shippuden / IridiscenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora