Capítulo 37: Te lo explicaré

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No importaba el tipo de lugar que escogieran, solo que estuviera lo suficiente aislado para evitar interrupciones, tuvieron que caminar cierta cantidad de tiempo, adentrarse en un bosque, cuando vieron los montes rocosos que los cubrían, las plantas de los árboles, se dieron cuenta que este era el lugar.

Dejaron el cuerpo de la Jinchuriki en el suelo y avisaron mediante los anillos que estaba listos, luego, quien apareció era su compañero Tobi, que, sin dar ninguna palabra, se llevó a la Jinchuriki.

Ambos se sentaron en pasto sobresaliente, dejaron sus armas a un lado por precaución y concentraron sus mentes.

Como la última vez, ellos estaban de pie, al menos sus hologramas, en un dedo cada uno del Gedo Mazo. Hidan repaso con sus ojos a todos los personajes que se encontraron aquí, estaban completos.

Ni bien pasó eso, alguien habló.

—¡Qué alegría! ¡Misión cumplida con éxito! —gritó feliz—. ¡Todos están bien! ¡No me gustaría que murieran!

Hidan escuchó aquellas palabras, a pesar de que su aspecto lo denotara de un modo siniestro, debido al agujero negro sobre su rostro, no habían nada de que preocuparse.

Siendo que todavía sonaba joven, podía dejar ser un poco más compresivo con él, por lo cual, habló como un senpai mayor.

—¡Pues claro, Tobi! —dijo Hidan—. Yo nunca moriré. De hecho, estaba a punto de matar a unos desgraciados de Konoha, demostrar la existencia de Jashin-sama, honestamente, me pareció que Konoha es un poco débil.

Eso lo dijo mirando a Itachi y Hajime, ambos colocados lejos uno del otro.

—Supongo que es algo de ese modo —dijo Hajime—. De todos modos ¿quieres averiguar un día que tan débil puedo ser?

Alguien quien estaba cerca se retorció, como si algo le provocara gracia.

—Hajime no cambia —rió Deidara—. Siempre a punto de iniciar una pelea. Debe sentirse demasiado bien ser un bendecido con tantas habilidades... ¿qué piensas Itachi-san?

Lo último, lo dijo con cierta mofa.

—Deténganse de una vez —reprendió Konan—. Estas charlas sin sentido me molestan.

—No me importa que te moleste —dijo Hidan—. Te diriges al encomendado de Jashin-sama, usted atea, no me va a mandar. Eres igual a los de Konoha, atea.

Konan intentó protestar contra ello, pero Pain habló primero.

—Konoha no es una aldea laica —dijo—. Allí se veneran a los antepasados y promulgan la "Voluntad de Fuego". Podría decirse que es una forma de justificar las guerras...

—Maldito... ¿¡Te estás riendo de mi!? ¿¡Eh!?

—Kakuzu, deja que se desangre por siete días —dijo Konan—. Te pagaré un millón de yen.

—Es un placer hacer negocios —dijo Kakuzu.

—¡No le hagas caso! —dijo Hidan.

Pain observó un rato a Konan, como si estuviera pensando en algo importante, sin embargo, se detuvo al acto.

—Respecto a lo anterior —dijo Pain—. No tengo la menor intención de burlarme de ti, se podría decir que mis pensamientos son parecidos a los tuyos. También, no importan que motivos las provoquen, por religión, por la riqueza, por rencor, por amor, por 20 yen, por muy estúpida que sea una razón, provocará una guerra, es por eso, que siempre existirán, porque la humanidad siempre las justificará.

—¡Nadie te hace caso! —dijo Hidan—. ¿Humanidad? Yo soy un individuo proveído por la sabiduría de Jashin-sama, yo hago las cosas a su manera, los tuyos... tu organización ¡no pienso sacrificarme por ella!

Naruto Shippuden / IridiscenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora