Capítulo 1: Petición de la alumna

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«Sí puedo, sí puedo», pensó Karin.

Se detuvo en la puerta de la oficina de Tsunade. Estaba pensando y pensando, sus pies indecisos en avanzar.

Su maestra ya le habría detectado, ¿le sería curioso que no abriera la puerta? Era ahora, tenía que ser ahora.

Entró en su oficina, madera trabajada, pintada de mostaza, cuadros en la pared izquierda, donde había imágenes de los Hokage predecesores, una ventana rectangular grande al fondo que daba hacia la aldea y ella con una pluma, escribiendo en el documento de su mesa.

Dejó la hoja a su derecha y agarró otra de la pila izquierda, sus ojos se movían de izquierda a derecha a una velocidad de la que Karin no se consideraría capaz.

—¿Qué deseas Karin? ¿Algún problema con una técnica? —dijo Tsunade, sin levantar la vista—. A todos nos pasa, no te sientas mal.

—Tsunade-sama, en realidad, quiero... hablar con usted de algo muy importante.

—Hija, estoy muy ocupada ahora ¿es realmente necesario? ¿Puedes resolver eso por ti misma?

—Es necesario.

Tsunade no continuó escribiendo, intentó figurar lo que pasaba, dejó la pluma, suspiró. Junto sus manos y apoyó su cabeza.

—Muy bien, dilo.

—Tengo que participar de la investigación de Anko,

—Oh... —Tsunade hizo un rostro complicado—. Eso es otra cosa...

Tsunade desvió los ojos de Karin, se puso de pie, los brazos en su espalda, fue hacia la ventana.

—Soy fuerte —dijo Karin—. He entrenado por tres años para este momento.

—Lo sé, te he visto crecer, antes eras algo así... —la palma de Tsunade apuntó al piso—. Ha pasado tiempo...

Karin quedó de pie, temblorosa, Tsunade sonrió nostálgica.

—Es curioso ¿sabes? —dijo Tsunade—. Cuando tenía tu edad... antes de la Segunda Guerra Mundial Ninja. Era más o menos como tú. Una mujer talentosa que podría resaltar en el mundo, hacer un cambio. Sin embargo, había una fundamental diferencia.

—¿Qué es?

—No me gustaba entrenar, me hacía sentir miserable, me sigue haciendo sentir de ese modo.

—¿Usted Tsunade-sama?

—Sí, prepararme para la guerra, saber que tus puños se llenarán con sangre, la malicia que crece a cada momento. Los amigos, hermanos, padres que iba a matar. Me daba asco.

Tsunade con un rostro serio, mirando al frente.

—Recuerdo a este hombre, su sangre en mis manos. No era un hombre malvado, pero teníamos distintas cosas que defender y fue suficiente para nosotros.

—Tsunade-sama, yo no intento mezclarme en ese tipo de luchas...

—Pero lo harás, tarde o temprano, yo quiero que sea tarde o tal vez nunca. Me he vuelto tan fuerte en base a la experiencia y soy capaz de muchas cosas. Estas... cosas que nadie sería capaz de hacer, Karin, no quiero que tú también lo seas.

—¿A qué se refiere? —Karin colocó su mano encima del pecho, su rostro indignado—. Usted me dijo que... debería de intentarlo.

—Y lo mantengo... pero no quiero que te sometas a... esos acontecimientos. Quiero que vivas bien, que encuentres a Hajime y se vayan o algo. Incluso si no lo encuentras, todavía quiero que te bastes para ti misma, que seas feliz.

Tsunade se volteó, observó a Karin.

—¿Se entiende lo que digo? —Tsunade cruzó los brazos, mirada tierna.

—¿Por qué me ilusionaste entonces? —preguntó Karin, dando un masaje a su brazo—. Siempre he tenido este presentimiento, de que soy tratada como una niña... que difícilmente pueden decirme lo que piensan...

—No lo sé, Karin. No esperaba que... yo quería mandarte una vez lo encontremos, que despejaras tus dudas sobre él, para que pudieras avanzar. Si te conviertes en mi, vivirás sola y desesperada, esperarás hasta que algo pase, ese acontecimiento especial que hará que todo valga la pena, pero hasta entonces, irás de bar en bar, llenarás tu vida de basura, esperando que tu vacío se llene.

Tsunade agarró su frente.

—Lo siento, vete, tengo que hacer mucho papeleo —dijo Tsunade, se sentó—. Cuando lo encontremos, te llamaré.

—¿Es algo que no quieres que sepa? ¿Se trata de eso?

—Karin...

—No, ahora me vas a escuchar a mi. He puesto mi corazón y cuerpo en el entrenamiento, he superado incontables veces esos límites que me impusiste, quiero saberlo porque es importante.

Tsunade agachó la cabeza.

—Todos estos años, he estado pensando —Karin se movía de derecha a izquierda en el salón—. Si hubiera hecho esto, si le hubiera respondido aquello, sino hubiera bajado la cabeza cuando me preguntó... ¡Todos estos días pensando en eso! Yo no puedo... no quiero seguir pensando en eso. Tú misma dijiste, cuando algo te molesta, ¡resuelve eso! Tan simple.... entonces, no puedo creer que tú, de todas las personas, me impusiera esto, por una razón tan absurda.

—Querer algo como tu felicidad no es absurdo.

—¿Y quién eres tú para decidir eso?

Tsunade se quedó quieta.

Karin cruzó sus brazos, una mirada pensativa, ojos forzados a mantenerse firmes, sus labios que temblaban, su cabeza que comenzaba a doler.

Tsunade no dijo ninguna palabra, jaló la cómoda de su mesa, sacó un papel, agarró la pluma y comenzó a escribir.

Segundos que parecían durar una eternidad, Karin desviando su mirada, indecisa.

Finalmente, Tsunade colocó su firma, dobló la hoja en forma de carta, la levantó y se la entregó a Karin.

—Anda al edifico de Investigación General de Konoha, busca a Anko y entrégale está carta, puedes comenzar a investigar.

—... Gracias.

—Si... no hay de que, ahora... tengo mucho trabajo, así que si pudieras apresurarte, te lo agradecería.

Tsunade forzó una sonrisa en sus labios, pero no la observó. Karin asintió y salió de la habitación.

Se cruzó con Shizune en la salida del edificio, esta la saludó animada, Karin solo levantó su mano.

Shizune subió hasta la oficina de Tsunade.

—Lo siento mucho, Tsunade-sama —dijo Shizune—. El hospital dice que... ¿Tsunade-sama? ¿Está todo bien?

Encontró a Tsunade viendo hacia su mesa, pero sus ojos parecían perdidos, como si en realidad no estuviera presente.

—¿Eh? No, ¿de verdad me veo tan mal? He perdido un documento, eso es todo.

—Pues... no se preocupe Tsunade-sama, buscaré cualquier documento que haga falta...

Naruto Shippuden / IridiscenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora