Capítulo 43: Suponía

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Maravillosa nueva vida: Día dos

El día anterior, Kitei había comenzado a trazar un bosquejo sobre una hoja de papel, eran los planos de una casa, una manera de utilizar materiales ya corroídos, entre otros. También, mencionó que con solo ellas trabajando, necesitarían varios meses hasta que la casa pueda ser habitable.

Además, en ese momento, fue a la sala de su casa junto a Kitei y levantó el mueble con una sola mano, con un semblante soberbio

Kitei sorprendida se alejó unos pasos en ese momento, pero de inmediato sonrió emocionada como si no pudiera creerlo.

Sentir que la admiraba aunque sea un poco hizo que el día haya valido la pena, sin embargo, de haber sabido las consecuencias de sus acciones, jamás lo hubiera hecho.

—No compres nada más, que molesta que eres —dijo Karin.

—Cállate, amargada —dijo Kitei—. Agradece que estoy gastando por ti.

—Descarada —dijo Karin—. Estás usando mi dinero, más te vale que mi casa quede bien.

—Sí, sí... —dijo Kitei.

Ellas estaban en el mercado, la gente pasaba por sus alrededores, algunos veían con curiosidad a Karin, quien cargaba una caja llena de materiales para construir, pero ella no parecía estar cansada, solo molesta.

Mientras Kitei seguía conversando con un señor, Karin murmuraba maldades en su cabeza acerca de ella.

—Eso es todo —dijo Kitei—. Te queda bastante dinero, ¿cómo es que tienes tanto?

—Es demasiada confianza, no te lo diré —dijo Karin.

—¿Eres una ladrona? —dijo Kitei, se alejó de Karin—. Que desagradable...

—¡No soy una ladrona! —dijo Karin—. Como ninja, era muy capaz en Konoha, tampoco necesitaba gastar mucho en mí, por eso he juntado mucho dinero.

—Ya veo, eres una mantenida.

—¿Quieres que te lance esto? —dijo Karin.

Maravillosa nueva vida: Quinto día

—Como ayer arreglamos tu sótano —dijo Kitei—. Será mejor que arreglemos las tuberías de una vez. Tonta, te dije que podías bañarte en mi ducha, pero no... la muy tímida se retrae

—Cállate de una vez —dijo Karin—. Termina, termina.

—Sí, ama del mundo —dijo Kitei.

Tenía ropa prudente para la ocasión, sin embargo, ella no era la que trabajaba, Karin era quien lo hacía.

Kitei daba instrucciones específicas para poder acabar rápido, esa es la razón por la que pudieron arreglar el sótano.

Ahora, hacían algo parecido, solo que le daba indicaciones sobre los tubos a intercambiar.

—¿Desde cuando vives ahí? —preguntó Karin.

—Hace mucho tiempo.

Karin la observó, sus ojos entrecerrados..

—Está bien, está bien —dijo Kitei—. Hace dos años, cuando llegue por primera vez, me pareció curioso que hubiera otra casa ademas de la que habíamos comprado, aunque cuando vine y toque a esta puerta, no había nadie.

—Dices ¿habíamos? —preguntó Karin—. ¿A quien estafaste?

—A nadie —dijo Kitei, un poco más seria—. Solo con mi esposo, estoy esperando que vuelva.

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