Aun hay algo 51

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Nicolás me pidió que ordenara a sus pacientes de un estudio que estaba iniciando con Lali sobre el alzheimer, era muy ambicioso pero si lograban llegar a su cometido ambos pasarían a la historia de la medicina. Lali era esto, siempre buscaba estar un paso más adelante y por eso todos la admiramos un montón, significaba mucho que un Doctor como Nicolás Vázquez le diera lugar en un estudio así de importante.

—Hey, supongo que ese corazón debe tenerte muy ocupada. Quería contarte un poco del orden que me pidió Nicolás, es tremendo lo que estás haciendo. Voy a regresar a casa porque ya se me hizo demasiado tarde. Nos vemos allá, buenas noches. Te amo —guardé mi teléfono.

Terminé de ordenar un par de pacientes cuando la puerta se abrió de golpe, Nicolás y Tincho aparecieron en el laboratorio.

—Están todos ordenados como me lo pediste. —dije mostrando las carpetas.— Se lo puedo explicar mañana a Lali para que ella vea como.. —Cuando la nombré Tincho rompió en llanto tan fuerte que terminó de rodillas en el piso. Mi corazón se detuvo en ese minuto, pensé en tantas cosas. Nicolás tenía los ojos llenos de lágrimas y ninguno decia nada.

—Gracias Peter.—dijo Nicolás con la voz quebrada y luego bajó la cabeza.— Las chicas tuvieron un accidente —fué como si me hubiesen dado un shock de electricidad, se me congeló todo el cuerpo.— Lali sacó la peor parte, están en camino al hospital pero haremos todo lo que está... —Tincho estaba llorando de rodillas en el piso, era tan grave que ni siquiera podía ponerse de pie.

Lloraba como un niño de cinco años, completamente destrozado.

—Tincho. —dije.— Parate, nos va a necesitar. —se me caían las lágrimas sin control.— No vamos a llorar, porque no la vamos a perder. —lo tomé fuerte de la camisa.— ¡¡NO LA VAMOS A PERDER!! —grité y salí del lugar por mi bata de trauma.

—Peter, no puedes estar acá. —me dijo el jefe.

—No me voy a quedar llorando en ese cuarto sin hacer nada.—dije mientras se me caían las lágrimas.

—Lo siento, pero no puedes... —la ambulancia llegó al lugar.

—Taquicardia e hipotensión, tuve que drenar el saco pericárdico porque estuvo apunto de explotar. —dijo la China bajando con dificultad de la ambulancia, estaba herida en la pierna derecha.

Me acerqué corriendo a la camilla, estaba DESPIERTA tomé su mano pero ella no respondió.

—Dale mi amor, tu puedes. —dije caminando a su lado.

—Cuelguen las intravenosas, cuiden que las vías estén libres. —ordenó Furriel mientras movía la camilla.

Entramos a la sala de trauma uno, iban a decidir todo lo que necesitaba. Todos hablaban al mismo tiempo dando órdenes, Lali luchaba por no cerrar los ojos y yo la acariciaba delicadamente pensando que si la perdía en este momento el mundo se terminaba para mi.

—¡¡SILENCIOOOOOOOO!! —grité y todos me miraron.— Por favor. —comencé a llorar.— Orden.

Todos estaban desesperados por ayudar.

—Peter tiene razón. —dijo Furriel.— Lali es mi paciente, estoy a cargo. ¿Tipo de sangre?

—A positivo.—dije.

—Preparen una tomografía.—agregó Vázquez.— Pequeño hundimiento de cráneo, posible hemorragia. —La hizo seguir la luz y Lali lo hizo dos veces a la tercera no pudo.—

—Paño para el pecho y povidona, hay sangre en el cuadrante derecho —dijo Santiago que se le caían las lágrimas.— Sonda pleural. Tenemos que llevarla al quirófano ahora o la vamos a perder —me miró.—

Aún hay algoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora