Peter y yo estábamos caminando de la mano por el central park mientras buscábamos una lugar para ubicar nuestro picnic hecho por él, por suerte a mi me tocó la parte de lo que se traía para tomar. Hace varias semanas no teníamos un fin de semana para nosotros producto de la carga de estudio que estábamos manejando, además cuando nos quedamos más o menos libre el viajaba a visitar a su mamá que no veía nunca, entonces no podía hacer planteos de chiquita con respecto a eso.
—¿No hay muchos niños por acá? —pregunté cuando Peter ubicó la mantita, soltó una sonrisa de rodillas ordenando la canasta y me tomó la mano.— Bueeeeno si te parece bien.
—¿No te gustan los niños? —preguntó y me senté con él mientras sacaba las cosas para comenzar a comer.
—No es que no me gustan, pero la verdad es que prefiero tenerlos lejos, con mi hermana siempre hablamos que yo seré la tia buena y ella será la super madre —soltó una sonrisa.— Es que no me veo de madre, bueno... capaz en un futuro pero bieeeeen lejano cuando haya cumplido todos mis sueños como cirujana —suspiré.— ¿Te ayudo? —negó y me quedé mirando a las familias felices jugar.— A ti te gustan? —nunca lo hablamos demasiado.
—Si, osea... no me joden para nada. Señorita Esposito, está especial para ti con la mayonesa casera que tanto te gusta —dijo con una sonrisa y luego se acomodó.— Me gustaría ser papá en un futuro para darle a mis hijos todo lo que no pude tener —me mató con esa respuesta, me quedé mirándolo con una sonrisa porque no sabía que decirle.— Pero también quiero que sea cuando pueda gastarme todo el sueldo en ellos, no quiero que les falte nunca nada.
—¡Todo el sueldo! —dije riendo.— Wow, van a ser unos hijos muy mimados entonces —él asintió comiendo de su pan.— ¿Voy a tener que pagar todas las cuentas sola? —soltó una sonrisa enorme cuando dije eso.— No me veo como madre Peter, siento que puedo perder a mi hijo en el parque o algo así pobrecito mi bebé, sería como mi pobre angelito. —soltó una carcajada.— ¿Te hubiese gustado tener un hermano? —pregunté.
—Mmmmm no lo sé, creo que no —suspiró.— Pero igual por mi historia de vida, si todo hubiese sido normal capaz que un compañerito no me venía mal o una hermanita como para cuidarla y joderla hasta vieja —soltó una sonrisa.— Una hermanita mejor, igual después la vida me regaló dos ¿Viste? Eugenia y Tincho son mi familia.
—Claramente —me acerqué a él y lo besé.— Que lindo eres mi amor. No me canso de pensarlo, todas las cosas que dices —lo acaricié.— Tienes una mente y un corazón tan espectacular —sonrió y me besó.— Además cocinas muy bien, creo que definitivamente eres el marido perfecto. —lo hice reir.— ¿Eso es un mini parque de diversiones? —reí apuntando unos juegos que estaban dentro del parque.— Me encantan los autitos chocadores, es como liberador una vez con Brenda nos subimos tres veces seguida y nos hicimos mierda, después tuvo que ir al hospital porque le dolía el cuello, somos muy competitivas además es muy duro para ella que su hermana menor le gane todo el tiempo.
—Me parece que sí, ya sé que eres muy competitiva ¡Dios! no me puedo imaginar sus peleas de chiquita pobre tus viejos. —dijo riendo y de golpe no cayó una pelota a centímetros de la comida, suerte para el pendejo que no arruinó el picnic porque era capaz de lanzarlo a alguna laguna del parque.
—Perdón!!!!! —dijo corriendo hacia nosotros, Peter se puso de pie y le lanzó la pelota.— Gracias señor.
—¡Te dijo Señor! —dije riendo y lo llené de besos.
Cuando terminamos de comer nos recostamos en la misma mantita, obviamente me ubiqué perfectamente en su pecho mientras lo escuchaba hablar sobre las nubes.
—Mira, parece un conejo —dijo riendo.— ¿Lo ves?
—No, veo una pelota.
—COMO no ves? ¡No es un pelota! —dijo tentado, estaba viendo un conejo en una pelota.
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Aún hay algo
Hayran KurguDos jóvenes médicos vuelven a reencontrarse en su internado después de años, ambos con un presente muy diferente y un pasado sin superar.