Aun hay algo 82

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Desperté para alimentar a mi pequeño y Peter ya estaba en la ducha, lo estaba ignorando porque me hizo sentir muy mal, sentía que no me lo merecía de ninguna manera. Se llevó a Bauti con él para desayunar y yo aproveché para dormir otros cinco minutos que para cualquier madre eran muy valiosos. Luego lo regresó dormido a la cuna y se fué sin decirme nada, dormí hasta que mi hijo despertó nuevamente, me duché rápido e hice mi rutina de casi todos los días hasta que me di cuenta que en las noticias estaban hablando de la tormenta que se venía.
Hice un bolso completamente preparado de todo lo necesario y me fuí al hospital, primero porque me moría de miedo estando sola en casa y segundo porque seguramente iban a necesitar gente, momento perfecto para regresar.

—¡Baaaaauti! —gritó Delfi emocionada en cuanto me vió.— Estaba por llamarte, viste el viento que hay? Vamos a morir. Ya hay muchas personas accidentadas —miré las camas y estaba lleno.— Viene un accidente en camino, ya puedes regresar a trabajar? —preguntó.

—Si, tengo mi alta. —dije con una sonrisa.— Voy a dejarlo a la guardería y vengo.

—¿Quieres que lo haga yo? —preguntó con una sonrisa.

—Me viene perfecto —dije con una sonrisa.— Chau mi amor, portate bien. Diles que me llamen cualquier cosa que necesite, por favor. En el bolso están sus pañales y tiene todo lo que pueda hacer falta. Te veo luego mi vida, es el momento perfecto para que mamá regrese al ruego. —Delfi soltó una sonrisa y se lo llevó.

Fuí hasta nuestra sala de descanso donde me encontré con Diego y Albert que saludé rápidamente para cambiarme.

—¿Ya estas de regreso? —me preguntó Diego que estaba todo morado y con un parche en la ceja.— Es bueno tenerte de regreso, Nicolás estará feliz y por fin viene alguien que puede soportarlo porque desde que te fuiste no ha dejado de torturarnos a todos, dice que no estamos a su ritmo.

—Algo así ¿Que hacen acá? Urgencias está colapsado y vienen accidentes en camino —ambos soltaron una sonrisa y salieron del lugar. Me hice una cola de las improvisadas mientras me miraba al espejo con mi bata que extrañé tanto. Colgué mis lapices en el bolsillo, caminé por el pasillo hacía urgencias directo.

—Puede que hoy sea el día mas feliz del mes —dijo Nicolás celebrando mi regreso, me abrazó fuerte y soltó una sonrisa.— Por fin!!! Mi alumna favorita, tenemos mucho trabajo hoy —asentí.— Gracias por venir hoy, te necesitaba.

—Lo sé, por eso estoy acá —soltó una sonrisa.

Cuando llegamos a urgencias el lugar estaba completamente colapsado, el temporal empeoraba cada minuto que pasaba y en las noticias no dejaban de mostrar todas las tragedias que estaban sucediendo, regresé mi atención a los pacientes y literalmente no había por donde comenzar, entonces en lo primero que pensé fué en... UN ORDEN.

—Hey, hey. ¡ATENCIÓN! —levanté la voz y todos me miraron.— Alumnos de primero y segundo —apunté la sala de traumas que estaba disponibles, entraron corriendo todos los que estaban ahí.— Movamos pacientes estables a la otra ala del hospital para liberar camas de acá, organicen todos los suministros que tenemos para tratar los desastres y lo más importante informenle al banco de sangre para que envíen unidades —miré a Mimi que asintió.—

—Por fin regresó nuestra jefecita favorita —dijo Furtado con una sonrisa.— Por cierto, el nuevo look le queda impresionante.

—Muchas gracias, pero ¿Sabes lo que me viene mas impresionante?

—¿Que liberemos el lugar? —respondió riendo.

—¡Tu me conoces! —respondí.— ¡Andando! No tenemos tiempo, no tenemos lugar, no tenemos orden. Quiero que todos los carros de cada cama tengan todos los suministros que pedí, que el banco de sangre esté notificado y que todos los pacientes que estén estables me liberen la cama y hasta el momento nada de eso ha pasado. —todos salieron corriendo y solté una sonrisa orgullosa.

Aún hay algoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora