¿Y quién eres tú?

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No he dormido en toda la noche, mis hombros estaban cansados y mis dedos algo adoloridos por la falta de práctica.

-Ya está, esa será- Me repetía a mi mismo sin soltar el violín.

Sin notarlo, la luz que se colaba por mi ventana se posó sobre mis ojos.

-¿Qué hora es?- Murmuré sin destinatario en tanto corría las cortinas para una mejor vista.

El sol estaba en lo alto, alumbraba tenue las casas y departamentos al rededor, más no parecía que hubiera un calor sofocante.

-¡Llegaré tarde!- Me alarmé cuando vi los digitos en el reloj de mi mesa de luz.

Eran las diez de la mañana; y como acostumbramos, nos reuniríamos en el lugar de siempre, Bruno nos daría alguna tarea y luego tendría el día libre.

Tenía la suerte de vivir a unos 10 minutos caminando, por lo que decidí darme una ducha rápida y alistar mis cosas para salir.

-Mi dinero, mis llaves y el violín- Hice un recuento de todo. 

Demoré alrededor de doce minutos entre la ducha, buscar mis cosas y salir, dejándome solo dos opciones: Buscar una buena excusa, o correr y tomar el riesgo de dañar el violín por el mal viaje.

Suspiré exhausto, después de todo no había conseguido dormir ni dos horas.

Dentro de mis pensamientos pésimistas estaba la posibilidad de no le gustara mi idea, o que no me permitieran ejecutarla.

Y así fue como después de varias calles llegué al lugar. Saludé de mala gana al recepcionista, que nunca me ha agradado, y me dirigí a nuestra mesa.

A lo lejos vi una figura morena de cabello oscuro y otra de tonos plateados.

-Buongior...- Antes que nada me exhaminó por completo -¿Fugo, qué te pasó?- Preguntó con sorpresa.

-Al final opté por el mal viaje- Respondí como si fuésen a entenderlo.

-¿De qué mal viaje hablas?- Cuestionó Abbacchio.

-Olvidenlo, lamento la tardanza- Bajé el estuche y lo dejé a mi lado.

-¿Has dormido algo? Tienes grandes ojeras- Notó Bruno.

-Fue una noche larga- Expliqué rápidamente.

-¿Por qué saliste tan apurado? Tu pelo aún gotea agua- Notó tomando uno que otro mechón de mi cabello.

Abbacchio puso una mirada de desaprobación y llamó al mesero -Un café cargado- Pidió.

-¿Desde cuando bebes café?- Preguntó Bucciarati.

-No es para mi, solo no me gusta que el equipo no tenga energías suficientes... detesto el trabajo mal ejecutado- Usó de excusa bebiendo de su té.

Bruno solo sonrió, al parecer le agradaba que sea alguien (por primera vez) preocupado por el equipo.

El café había llegado, incluso se sentía el aroma antes de siquiera acercarlo a mi rostro.

-Gracias- Agradecí algo extrañado, pues no sabía que mi compañero podía ser así.

Siempre creí que ni sentimientos tenía.

-¿Tocas violín?- Preguntó mi jefe comenzando una conversación.

-Ah... eso- Miré el estuche para confirmar que siguiera en su lugar -Sí, princípalmente piano y otros instrumentos más- Contesté despreocupado llevándome un sorbo de mi bebida a la boca.

Por ti volaré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora