¿Cómo lo sabes?

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El concepto de la muerte siempre ha sido mi arma de doble filo.

-¿F-Fugo? ¿Estás bien?-

-Pequeño...-

-Hey, muchacho-

Apreté con fuerza el diario que llevaba en el bolsillo interior de mi chaqueta, me levanté de la silla en la que estaba sentado y di la vuelta.

"Tienen el resto del día libre"

Bruno es rápido, no necesitó sobreanalizar la situación, con eso bastaba, fue todo lo que necesité para irme de ahí.

-¡Fugo!- Narancia corrió detrás mio y en breve me alcanzó -Ah... no... no tienes que irte- Balbuceó sujetándome apenas por los hombros.

Di un paso al costado y pasé a su lado, mi intención no era ignorarlo, pero no quería estar con nadie.

-N-no te dejaré solo- Dijo entre nervioso y decidido -No sé que pasó, y sé que esa sangre no es tuya así que...- Paró de hablar, seguro pensando en medirse -¡Estaré contigo aunque no me hables!-

Paré para responderle pero...

-Narancia, necesito hablar con él-

-Pero Abbacchio yo... quiero estar con Fugo...- Murmuró lo último con un sonrojo sútil.

Dejé que siguieran conversando y continué mi paso hasta mi departamento. Las personas me miraban raro, y claro, no es cosa de todos los días ver a un chico ensangrentado así como así.

Escuché sus pasos detrás de los míos pero no me interesaba, el que me siguieran no cambiaría nada, buscaba mi soledad y eso conseguiría.

Llegué a mi departamento, quité el cerrojo y aún a sabiendas de que estaban siguiéndome cerré la puerta de mi casa.

No quiero ser malo, solo quiero que me entiendan.

Saqué de mi bolsillo el diario, me quité toda la ropa y puse agua a hervir, necesitaba algo caliente para el horrible dolor de mi garganta.

Si por fuera me viera como me siento por dentro...

En minutos el agua estaba lista, me preparé un té de jengibre, miel y limón, convenientemente una receta que me había dado Ann cuando vivimos juntos.

Llevé el té y el diario a la tina de agua caliente que recién había preparado. El agua ardió como un demonio pero solo así sentí que me quitaría la sangre del cuerpo.

Ya estaba solo, en la cómodidad y apacible serenidad de mi departamento.

Pensando en todo lo que ocurrió... creo que pude evitarlo. Sé que hay veces en que la vida solo te aleja de quién quieres y no hay nada que puedas hacer, ¿pero esto? En esta ocasión si pude haber hecho más.

Suspiré desganado, me sentí en un estado de shock, mas no estaba del todo triste.

Ann fue para mi la primera persona que me dió la mano, de algún modo le agradezco y le debo tanto como a Bucciarati.

Me lamento no haberle dado las gracias... haberla ido a ver, no lo sé, tal vez pude haberla ayudado a salir de ahí, tener un nuevo trabajo y tal vez lograr que se casara con un hombre que la ame.

Ya es muy tarde.

Tomé un gran sorbo del té y me sumergí centímetros por debajo de la nariz. Mi cuerpo ardía por dentro y por fuera, la sangre se había quitado y yo seguía ahí pensando en cosas innecesarias.

¿Qué hubiera hecho si Ann se negaba de todos modos y la hubiera dejado pasar? ¿Podría haber pasado algo peor? Quizás buscar una nueva ciudad para ella podría haber sido buena opción.

Por ti volaré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora