¡No hay tiempo!

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Hoy es el día cinco... y... ni siquiera puedo acabar la frase. 

El día anterior excedí mi limite cuando corría con Mista... cuatro AM una plaza perdida en medio de la nada misma, solo Mista y yo con pisadas tensas y silencio absoluto. No comí en días porque mi estómago era un nudo. Me desmayé. 

Me odia, lo sé, retrocedimos al primer día desde que les confesé mi atracción por Narancia, incluso Bruno y Abbacchio se lo tomaron de forma un poco... prefiero ni recordarlo. 

No es sencillo para mi decirlo, es mas, ni siquiera estoy cien por ciento seguro de si él deba saberlo o no, pero independiente de lo que sienta, él debe volver.

Por otra parte, llevo en cama desde ayer, debido al desmayo han decidido que descanse, o en otras palabras, que no estorbe más. En resumidas cuentas he llorado toda la maldita semana, y creo que podría llorar por un mes si no regresa. 

«...Si no regresa... ¿Es pronto para aceptarlo? ¿O muy tarde?»

Respiré hondo para procurar relajarme y salir, pero los gritos de los chicos desde la sala solo hacen que tiemble y llore mas. 

«¿Por qué me haces sentir tan débil? Ya no soporto más...» Muerdo mis labios para evitar oír mis propios lamentos, pero eso no hizo más que empeorar mi respiración que ya se encontraba agitada. 

«Me odio, lo odio, lo mataré, definitivamente asesinaré al maldito que-»

—¡SABEMOS DÓNDE ESTÁ NARANCIA! 

Cuando los tres casi tiraron la puerta con noticias todo mi cuerpo se sintió activado. Este saco de carne y huesos volvió a pertenecerme, y con cuidado volvería a estar bajo mi control. 

—¡NO HAY TIEMPO, CORRE! 

—¡Encenderé el auto! —Gritó Abbacchio corriendo.

Salté de la cama de inmediato, todos corrían a todas partes recogiendo quién sabe que. Yo ajusté mi tenedor por debajo de mi pantalón.

Cada quién tenía sus teorías: que tuvo un accidente, que aún está molesto, que no sabe volver... Por mi parte... Tengo la corazonada de algo todavía peor.

Una vez en el auto la aguja de velocidad en ochenta kilometros solo parecía una sugerencia —¿A dónde vamos? ¿Cómo lo encontraron? ¿Saben si está bien?

Mista y Abbacchio me apartaron la mirada —Bruno... él...

—Hizo un pacto con el mismisimo diablo. —Concluyó Abbacchio con un tono de voz inquietante.

Engrandecí los ojos y sin poderlo evitar miré de soslayo a Bucciarati —¿De qué están hablando?

—Llamó a Polpo, le pidió ayuda para poder dar con Narancia...

—¡¿Qué?! ¡Negociar con Polpo es imposible! Sin una suma realmente grande el valor a cambio de esto debe ser grandísimo

Imaginé que los chicos no sabrían de que hablaba, tal vez ni siquiera sabían que esto llevaría a nuestro final en el futuro. Polpo es una autentica amenaza, del modo que sea es mejor tenerlo cerca como amigo que como enemigo, y esta posición solo desvanecería las fronteras que teníamos como "buenos subordinados".

Bruno chistó los dientes al volante, se notaba su aura pesada y densa con solo ver como manejaba. Algo desenfrenado y de cierto modo duro. El tema murió en el aire, sin decir nada quedó claro que solo se hablaría del tema cuando nos toque pagar nuestra deuda. El problema es que he oído de casos como estos y jamás acaban bien, hasta escuché que fue un favor lo que disolvió a la antigua banda de guardespaldas que estuvo antes de la nuestra. Un mal movimiento y algo podría comenzar.

Sin embargo, a pesar de lo que implica, hubiera tomado la misma decisión, y creo que todos estamos de acuerdo.

«Puede que lo vea... Que sea mi momento de no dejarlo ir... ¿Qué le diré entonces? ¿Qué haré cuando sus ojos me perforen una vez más? Ni siquiera sé a lo que me enfrento»

—Mierda... —Murmuró Mista a mi lado. Pulía su arma una y otra vez, la ensamblaba y volvía a desarmar cada dos minutos, tenía una rapidez excepcional con ella, ya sea talento natural o su impotencia guardada.

Abbacchio había saltado todo su esmalte, su maquillaje estaba deshecho hace días, las ojeras eran obscuras como sus expresiones, todo en el pintaba mal. Constantemente miraba hacia afuera, mordisqueaba su labio y apretaba los puños.

«Como su pseudopapá... ¿Qué sentirá?»

Y Bruno... Él se veía mal, estaba pésimo, y por dentro debía ser todavía peor. A pesar de eso él se mantenía estoíco, no lloró, no discutió ni permitió disturbios, solo se dejó guiar por su sentido del norte. Admiro su actuar, admiro la forma en la que concentra su ira y la vuelve determinación.

¿Y yo? Hasta ahora solo me he comportado como un niño al que le han arrebatado su juguete... Y lo que más impotencia me da es que estoy harto de sentir que veo a Narancia de ese modo.

«Quiero quererlo de verdad... Él solo merece lo mejor»

Apreto con fuerzas mi pantalón para contenerme y no seguir llorando pero no puedo dejar de hacerlo, es tan innevitable como el reflejo de respirar. Siento tanto dolor por no ayudarlo, por ser una carga y la razón de su huída, que hasta creo que no debiera ir.

«Entonces... ¿Es egoísta querer verlo? ¿Hago esto por mi o por él?»

—Mira rubio, estamos por llegar, no dejes que el chico te vea llorar.

—¿Q-qué?

—Hablo de Narancia, no dejes que te vea llorar. —Inspiró con fuerza, como si necesitara ayuda de todos los dioses posibles para hablar —Puedes ser el héroe que necesita en este momento...

—Pero yo... Yo hice que...

—¡Ya sé lo que ocurrió! ... Mierda, estuve ahí también. —Me miró molesto.

El ambiente podía cortarse con un cuchillo, solo estar ahí implicaba esfuerzo.

—¿De qué estás...?

Soltó una risa altanera con cada parte de su ser —¿En serio crees que lo dejaría solo?

Lo observé...

—Tuviste oportunidad de hablar con Narancia porque creí que sería bueno para él agotarse de ti, pero veo que son como dos mechas cortas

—No entiendo...

—Narancia necesita de ti ahora, seguramente eres al que más espera

«¿Será cierto?»

Odio aceptarlo, pero a veces, cuando se trata de Narancia recuerdo que solo tengo dieciseís inservibles años.

«De verdad quiero que me espere»

Limpié mi rostro rápidamente —Procuraré no dejarlo solo esta vez. Lo prometo —Confirmé determinado.

—No eres a mi al que debes convencer...















—Llegamos.

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-Masha~

Por ti volaré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora