Fue breve, pero placentero.

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El efecto dominó fue tan insignificante como el aleteo de una mariposa.

Han pasado un par de días desde que llegó Guido y no deja de robarse la atención de todos, en ocasiones, incluso hasta con Abbacchio parece llevarse bien. O como mínimo no lo ignora.

También he notado que Narancia se volvió muy cercano a él, y que el poco tiempo que conversamos juntos la plática no pasa de: «¿No crees que el stand de Mista es genial? Me encantaría hablar con mi stand» o cosas por el estilo.

Mi trabajo es un poco mas ligero que antes, eso es verdad, pero no me siento a gusto con ese chico cerca; odio sus bromas, sus gritos, y ahora su forma de vestir tan extravagante solo para "no desentonar en el grupo".

No ha sido mucho tiempo, pero ya hay cierta rivalidad entre ambos, incluso cuando ninguno de los dos ha confirmado nada.

Pero hay un punto de partida, como en todas las cosas, hubo un detonador.
 
Todo el show partió cuando entró vestido con un chaleco corto que dejaba ver su abdomen, Narancia alabó su cuerpo marcado y Guido en uno de sus comentarios imbéciles soltó: «Estás muy pequeño y delgado para tu edad, deberías entrenar y comer mejor» fue así como se ofreció a que entrenaran juntos.

Mala idea, obviamente.

Lo veas por dónde lo veas Narancia jamás será como él. Pero no me quieren oír, lo que provocó que Nara se pusiera en mi contra.

Son las una de la tarde, tengo una reunión en media hora y no puedo esperar a ver con qué idiotez me sacan de quicio hoy.

Ya en la oficina de Bruno me concentro únicamente de ordenar papeles y hacer ciertas cuentas. Nada que requiera mucho esfuerzo, pero inevitablemente pierdo la concentración por cuestión de nada.

—Mi trabajo jamás fue tan agobiante mentalmente —Suspiré a los papeles inertes.

Ordené todo, clasifiqué las cosas por orden de prioridad y limpié un poco el estante con polvo que no solemos mover por falta de tiempo. Según el reloj de la pared quedaban unos diez minutos antes de la llegada de cualquiera así que creía estaría bien aprovecharlo en ello.

—Fugo... —Juraría que oí.

Volví la mirada a la puerta y me topé con la figura de Nara —¿Narancia, qué haces aquí?

Bajó su vista al suelo y caminó hasta la silla de invitados —Solo... Creí que no te molestaría que llegara antes, ¿O sí? —Habló por lo bajo.

Notoriamente algo no estaba bien, y ni siquiera se molestaba en ocultarmelo.

—¿Pasó algo? ¿Estás bien?

—Sí, solo que... Bueno... —Se hizo un nudo en la silla mientras jugaba con sus dedos.

—¿Y bien?

—Verás... Mista y yo hemos estado practicando juntos luego del trabajo... Me gusta estar con él, es un gran tipo pero...

—¡¿Te hizo algo?!

—¡NO, NO, NADA DE ESO! —Lo defendió —Lo que pasa es que... Ya sabes... Mista es muy grande y fuerte...

—¿Ah? ¿Y qué con eso?

—Yo me preguntaba, ya que tú sabes muchas cosas... ¿Hay algun modo de que me haga mas fuerte rápidamente?

Engrandecí los ojos y abrí levemente la boca —¿Es en serio? —Busqué confirmar mis dudas.

—Él tiene razón, soy muy pequeño y por eso me molestan... No parezco un muchacho si no tengo músculos de verdad...

Maldito sea el bastardo de-

Por ti volaré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora