Incluso viendo el corazón en mano, no lo pudieron sentir.
Me sentí algo desorientado, sobretodo cuando me empujaron entre varias chicas a... Creo que era como una enfermería... No lo sé, pero el aroma se asemejaba sutilmente a alcohol y hospital.
Con los sentidos un tanto aturdidos logré sentarme en una camilla vacía. La cabeza me daba vueltas cual carrusel. Tanto fue el mareo por la perdida de sangre que hasta podría jurar que en el público oí a Narancia y Mista gri-
—¡DEJÉNME ENTRAR MALDITA SEA!
Se empezó a oír escándalo en la puerta, quise pararme y atender yo mismo el problema pero no me permitieron salir hasta revisar en que condiciones se encontraba mi brazo.
—D-discupe pero... ¿Qué es todo ese ruido? —Pregunté a quién limpiaba el desastre de un paciente anterior.
—Unos chicos andan gritando por ti. Tienes unos seguidores muy fieros, pero no te preocupes, los guardias no dejaran que nadie entre.
—¿Y la pelea? —Jadeé un poco adolorido.
—Chico, acaban de hacerte un corte profundo en el brazo, descansa mientras puedas.
—Debo ver a mi dueño... —Insistí.
—Solo acuestate, alguien irá por él. —Replicó acostándome en la camilla.
Mientras alguien lavaba mi brazo con algo de agua tibia, casi fría, otra persona subía mis piernas a mi pecho para cerciorarse de que no me desmayase.
—¡Muevanse, manada de inútiles!
—S-Señor Tucci...
De una patada entró con Secco y Cioccolata atrás —¿Estás bien? ¿Puedes moverte? ¿Puedes pelear?
Las personas que me atendían seguían con sus protocolos correspondientes lo cual me tapaba la visual a los gritos de fuera —Sí, estoy bien —Le aseguré desviando mi vista a la puerta.
Subí mi máscara hasta el mentón, ya que por cuestiones de seguridad personal los peleadores debían ocultar su identidad. Al menos volvía a sentirme un poco mejor.
—Vaya hachazo, sino fuera por el traje y la rigidez de la tela lo hubieras perdido completo —Observó Cioccolata bastante asombrado y orgulloso de su trabajo.
—Pudiste haber muerto —Me gruñó Secco por lo bajo. Sonando más a sugerencia que a regaño por la falta de prudencia.
Tucci hablaba con quienes me atendían, para saber en cuánto podía volver, ya que, si un peleador no vuelve en veinte minutos, se da por descalificado.
A pesar del escándalo que aún se oía de las peleas no podía olvidar sus voces. «¿Y si no lo imaginé? ¿Y si me vio? Han de pensar que soy un monstruo» Me lamenté.
—Hey niño, ¿realmente estás bien? —Me preguntó Tucci algo angustiado.
Me tomé un momento para respirar y tomar asiento lentamente. No podía mentir, me dolía mucho y comenzaba a hincharse, sin mencionar el maldito ardor, pero trabajo es trabajo, no podía dejar todo así.
«Soy un gángster, cosas como éstas pasan todo el tiempo...»
—Estoy listo para salir, pero no podré pelear como antes —Le advertí.
—Solo quedan dos luchadores, me basta con que no mueras. —Volvió a respirar mas tranquilo.
Recuerdo que el primer día no era nadie, y gracias a una serie de movimientos (culpo al destino) me encontraba entre los últimos tres hombres en pie. Por dónde lo viera era suerte o algo mas que destreza como creía Tucci.
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Por ti volaré.
AléatoireTú en tu mundo separado del mío por un abismo Oye llámame, yo volaré A tu mundo lejano. Por ti volaré Espera, que llegaré Mi fin de trayecto eres tú Para vivirlo los dos. _______________________________ Las fotos de los capítulos no son mías, crédi...