No te detengas

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-¿Mi labial?-

-No lo sé, es tan... extraño, tiene olor a frutilla-

-No tiene sabor-

Dicho eso tomé el libro que leíamos y lo dejé en su lugar seguido por la mirada intensa de Nara.

Ni siquiera me detuve a pensar en lo estupida que era esa pregunta, además, seguramente me ahorré un momento incómodo.

-Iré a dormir- Dije por si no fui lo suficientemente obvio -Buenas noches-

-¡Espera!- Llamó -No te vayas, prometiste que me acompañarías hasta dormir-

Innevitablemente habré puesto mala cara porque luego de eso no insistió.

-Ahí tienes una manta, tápate y no te vayas a enfermar- Dije llendome.

Recuerdo haberme acostado y dormir por un largo rato; el resto no lo vi venir.

-Te... quiero...-

No me puedo creer que no cerré.

-Narancia...- Llamé suave -¡¿QUÉ MIERDA HACES EN MI CAMA?!-

-¡AHHHHHHH!-

Del susto el idiota cayó de la cama, pero el muy bastardo no podía caer solo.

Me levanté apenas de su cuerpo y lo miré enojado -¡¿Qué hacías en mi cama?!- Grité encima suyo.

-F-Fugo yo...- Su pecho estaba muy agitado, casi le doy un infarto -¡Tú me dejaste anoche, imbécil!- Empujó mi cuerpo hacía atrás.

-¡¿De qué estás hablando?! Jamás te dejaría, anoche te dije que durmieras en el sofá-

-¡No es cierto!- Insistió -Anoche vine a decirte que me dió frío y como no querías mover tu culo me dijiste que me acostara y no te estuviera jodiendo, y no lo hice-

Rememorando la noche anterior... luego del par de copas que bebí tal vez no fue mentira.

-Tsk- Chasqueé la lengua -Cómo sea, ¿qué hora es?-

-¿Tengo cara de reloj?-

-Mocoso...-

Me levanté del suelo y sacudí un poco mi ropa para buscar mi celular; marcaba las nueve treinta y cuatro am, muy temprano aun.

-Vamos a desayunar-

Es curioso como desde hace un tiempo mi departamento a recibido a tantas personas, pese a mi carácter frío y malhumor... me gustaría creer que ya no lo soy tanto.

-¿Qué hay de desayunar?- Preguntó emocionado olvidando toda la disputa anterior.

Debo decir que me sorprende su calma, trataré de ser así, olvidar rápido, ser menos rencoroso y demás.

-Tarta de ayer, no quiero que se heche a perder así que come cuanto quieras-Concedí.

-¡Qué bien!-

Preparé café para ambos, el suyo con cuatro de azúcar y el mío con dos. Lo cual explica lo dulce e hiperactivo que es. Corté esa dulce tarta de fresa comprada a capricho mío.

-Ojalá nunca se acabe...- Murmuré.

-¿Dijiste algo Fugo?-

-No, nada importante- Negué con la cabeza -Por cierto, ¿le has dicho a Bruno que estás aquí conmigo?-

-¡Mierda, no!- Bociferó -Lo olvidé por completo- Se lamentaba -Le mandaré un mensaje- Sacó el celular de su bolsillo y comenzó a teclear rápido y sonoro, parecía nervioso por si Bruno se enteraba que no pasó la noche en su casa.

Por ti volaré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora