El hombre de látex.

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Yo mataría por ti.

«Unas veces más y ya, unas veces más y ya...»

—Buenos días.

—Niño, desde hoy dormirás en mi mansión hasta el día estipulado. Me vigilarás las veinticuatro horas del día y usarás tus habilidades con quién te ordene sin objeciones, ¿Capisce?

—Capisce...

—Ponte tu traje y a trabajar, los peces gordos nos esperan.

Me escoltaron unas chicas en bikinis diminutos hasta lo que sería mi habitación, seguramente llena de cámaras o micrófonos; comencé por desvestirme, abrí mi maleta, y a pesar de que el tiempo es un privilegio del que no puedo gozar, me di la libertad de observar lo poco que llevaba en mi maleta: el traje, algo de ropa, una libreta y un lápiz, mis envolturas de caramelos y un collar. Lo único que me desligaba un poco de este sitio.

«Unas veces más y ya, unas veces más y ya...»

No soy alguien a quien le genera cierto remordimiento el tomar una vida, tampoco puedo decir que lo goce, claro, pero no me causa mayor dificultad. Tengo mis limites, también algunos ideales de los cuales pocas veces me fio, así que ser un asesino no me pesa ni me duele. Es lo que elegí, es lo que me impulsan a ser.

Tomé asiento en la cama y partí por los pies. Botas antideslizantes unidas al resto. Lo subí despacio por mis muslos sintiendo como ya comenzaba a moldearse a mi cuerpo. Acomodé los brazos con cuidado y subí el cuello. Había un espejo enorme dentro del clóset lleno de ropa que este cliente tenía para mi. Claro, sin sentido si tomamos en cuenta que aclaró que no tenía permitido quitarme mi traje de látex negro.

"Es un regalo, para mi pequeño y querido alumno. Espero que lo uses mucho"

No me puedo quitar de la cabeza el día que me lo regaló...

¿Y esto?

—Es un traje especial, para ti. Para que la sangre de tus victimas deslice sobre el brillo negro y no arruine tu carismatica ropa

Frente al espejo me coloqué los guantes y la máscara. Suspiré y busqué el armamento para enlistarme. Aunque al igual que la ropa en el clóset, sin sentido.

En cuestión de cinco minutos o mas estaba listo.

«Me hubiera gustado despedirme de todos apropiadamente. En especial de Narancia»

—Te tardaste.

—Lo siento, no volverá a suceder.

Mi tarea especial es ser guardaespaldas y sicario de un tipo rico, reunir información, cumplir sus caprichos, y matar a quién le dé en gana. Un trabajo, (sin darme humos de nada) que solo yo puedo llevar a cabo. Básicamente porque la squadra no hace seguimientos "de niñera", y porque entre mi equipo solo yo poseo un stand tan rápido. Al menos con esa excusa me convenció de tomar el trabajo. Eso, y que no dejaría que Mista o Narancia hagan algo como esto.

Subimos a una camioneta enorme de color negro, en mi opinión, para nada discreta.

—¿Tu stand tiene límites?

—De ningún tipo, pero tiene ciertas restricciones

—Es lo mismo —Escupió ofendido.

No pensaba corregirlo, pero ni modo —Purple Haze se disipa con la luz del sol, y no distingue amigos o enemigos, tiene cierto rango y, dentro de el todo muere en treinta segundos, es todo.

Por ti volaré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora