Una noche agitada.

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El cielo estaba brillante pese a que era de noche, y un viento un tanto frío recorría mi espalda, pero eso no me importó. También habían muchas estrellas y el suelo se sentía algo extraño, sentía todo de una manera muy vivída pero algo me decía que yo no pertenecía ahí.

-¿Dónde estoy?- Me levanté de la arena.

-En el desierto- Respondió una voz conocida.

-¿Qué hago aquí? Yo debería estar en otra parte-

-Te caíste, ¿no lo recuerdas?-

-¿Caerme?- Miré alrededor - ¿De dónde?-

-Del cielo, en tu avión- Me respondió la voz llena de risa.

-¿Y quién eres?- Me atreví a preguntar.

-¿Qué haces aquí?- Evadió mi pregunta.

-Eso quisiera saber, pero no has respondido a lo que dije- Comencé a buscarlo con la vista.

-¿Y qué haces aquí?- Volvió a preguntarme.

-No lo sé, y ya dime quién eres- Comenzaba a frustarme por no encontrar el emisor de los mensajes.

-Es que quiero saber que haces aquí...- Habló triste.

-No tengo tiempo para estas cosas, debo volver al hospital- Tropecé con algo duro que cubría la arena -¡Auch!- Miré el causante, y para mi sorpresa, era el supuesto avión en el que caí.

-¿Por qué vas allá?-

-Porque es mi deber-

Entonces el escenario cambió, ahora estaba ese chico que aun no lograba reconocer, sobre una muralla diciendo cosas raras a alguien más.

Sonaban algo extraños, hablaban sobre veneno y volver a alguna parte; no lo comprendía, cuando oí que la voz desconocida comenzaba a molestar a mi amigo y no dudé en intervenir.

Fue entonces cuando ví como una serpiente mordía al muchacho... pero por algún extraño motivo, tal acto me dolió a mi, me dolió en lo más profundo del pecho y de mi mente.

-Agh...-

Mi respiración se agitaba lentamente, el frío que antes no me molestaba, ahora era un tormento en mi piel; todo se intensificaba.

-N-no...-

Quería moverme pero mi cuerpo no me lo permitía, como si algo me tuviera prisionero en su calor.

Mientras luchaba por saber que era esa sensación veo que entre la arena se asoma nuevamente esa brillante y malvada cabeza que mordió a mi tesoro.

-Ale...jate-

Traté de correr, o moverme aunque sea solo un poco para evitar lo peor, pero entonces de un gran salto siento como clava sus dientes sin cuidado sobre mi pecho.

-¡Ahh!- Me desperté exhaltado -¿Pero qué...?- Abrí los ojos y pestañé varias veces para acostumbrar mi vista tan pronto como pudiera.

Lo primero que vi, fue que en la zona donde sentía dolor habían unas marcas reales, no de dientes, claro, sinó de uñas, más bien un fuerte rasguño.

Por ti volaré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora