¿Estás bien?

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Evité su pregunta con excusas tontas, después de todo, no me parecia que tuviera mayor importancia repetir lo que dije sin querer.

Volvimos en silencio, para ser precavidos más que nada.

Primero me aseguré que dejar a Narancia acostado en su habitación con la luz apagada, y luego en buscar a la enfermera que nos entregó la llave -Lo mejor será que descanses, yo debo hacer algo antes-

Recorrí un par de habitaciones y por suerte la encontré. No tuvimos gran interacción, solo lo necesario para poder seguir sacándo provecho de ella.

-¿Señor, pasará la noche aquí?- Preguntó antes de irse.

-No, en éste instante me iré, solo buscaré mis cosas- Me despedí con la mano.

-Aparentemente le gusto de algún modo... espero que eso no sea un estorbo- Dije en voz alta mientras miraba por las ventanas camino a la habitación.

Abrí la puerta despacio por si me encontraba con Narancia descansando, y efectivamente así fue.

Pero, para mi sorpresa, se veía bastante inquieto a pesar de estar dormido, posiblemente estaba teniendo una pesadilla.

-Oye...- Hablé bajo para no alarmarlo, pero solo se retorció sobre su cama -Narancia- Llamé un poco más fuerte.

Sea lo que sea que esté soñando, en serio ha de ser aterrador; su cuerpo tiembla cada vez que lo llamo y se queja cada vez que siente que me acercó a él.

-... no es como si pudiera hacer algo...- Refunfuñé cruzándome de brazos.

-Fu-fugo...- Soltó dos pequeñas lágrimas.

-¿Estás despierto?-

Pero no respondió, lo que me daba dos posibles respuestas: O estaba haciéndose el dormido para fastidiarme, o me molesta incluso estando dormido... aunque esas lágrimas no parecían solo una buena actuación.

-Hmg...- Giró un par de veces -No te...- Estiró una mano como si quisiera alcanzar algo -¡No te vayas!- Gritó en un último salto que logró despertarlo.

Debo admitirlo, incluso yo me exalté por eso.

-¿Estás bien?- Pregunté colocándo una mano sobre su hombro.

Dió un gran salto sobre la cama, casi cayendo de ésta -¡Fugo!- Me miró estupefacto -¿Qué... haces aquí? Pensé que te habías ido- Mencionó cabizcajo y medio dormido.

-Venía por mis cosas, me iré ahora- Le aclaré cortante.

No dijo nada, solo formuló un puchero triste y se talló los ojos de forma infantíl.

Saqué el violín debajo de su cama y lo miré un momento -¿Por qué pones esa cara?- Indagué.

-Mn, olvídalo- Movió la cabeza de una lado a otro de manera suave.

-Vamos, ¿qué sucede?- Persistí ladeando la cabeza a un costado.

-Estaré bien, ve a descansar a tu casa- Apoyó las piernas contra su pecho.

-No me convences, ¿me dirás de una vez o solo te harás de rogar?-

Narancia me miró como si hubiera regañado a un niño y se tapó con sus mantas hasta la cabeza sin dirigirme la palabra.

-Como quieras, no tengo tiempo para ésto- Tomé el estuche para colgarmelo en la espalda.

-¡Fugo!- Se movió de forma ágil tomando mi brazo para detenerme -Tú no tienes... no tienes que irte ahora- Apretó el puño que sujetaba mi ropa.

Por ti volaré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora