Una señal en el momento exacto.

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Las casualidades son más grandes con D de Destino.

No podría sentirme más exhausto... sacar todo eso de mi... oírlo fuera de mi boca y sacarlo de mis pensamientos... me siento vacío. Pero ligeramente bien. 

Suspiré fuerte una vez bebí todo lo que había en mi copa, y sentí que al igual que yo, ya no teníamos nada dentro. 

—Me parece que es hora de volver, Fugo. —Pronunció Bucciarati con las palabras medidas.

Apenas aparté la mirada de mis manos, hipnotizado por la delicada luz anaranjada, y, sin pensarlo demasiado, mi garganta soltó un sencillo: "—Eso creo..."

Me levanté lentamente, como si mi cuerpo fuese de un material pesado del que no me podía librar, rodeé a los chicos en su circulo y me acerqué pausadamente junto a Bruno. Él sacudió un poco su regazo, colocó una suave pero reconfortante mano sobre mi hombro, me giro para darle la espalda a los demás, y les dijo: —Se los encargo.

Imagino que fue porque estaba altamente distraído, pero no había comprendido a que se refería con aquella orden que me excluía. 

Palmeó despacio mi omóplato para guiarme junto a él.  —¿Y ahora? —Pregunté descolocado por completo.

—Te saltaste el té de la tarde mientras estabas fuera, pero veo que estás cansado así que solo te prepararé un chocolate caliente y luego a dormir. —Contestó casi sin contexto.

Nunca he creído que Bucciarati sea un hombre en extremo alto, incluso considerando que me sobrepasa en altura, sin embargo, creo que algo en su persona se volvió a engrandecer. 

—No es necesario... —Acoté cabizbajo. 

—No fue una sugerencia. —Asentí sin emitir ningún sonido; no había nada que agregar de todos modos.

Entramos a casa de Paolo, y a pesar de ser un lugar con mucha historia, y con cierto grado de abandono, se sentía un sutil ambiente familiar cuando vi que las cosas de los chicos reposaban en todas partes. 

—Ahora que estamos solos, Fug-

«¿Es tarde para retroceder de éste modo?»

—Lo siento... lo siento tanto Bucciarati

«De no haber estado solos, ¿Lo habría hecho?»

—Creo que lo que quieres decir es gracias  —Acercó con cuidado su mano a mi espalda, como si fuese la textura mas tersa y dulce de tocar.

Narancia me ha enseñado sobre las primeras veces, Mista a confiar en mis pares, Abbacchio a darme cuenta que no estoy solo, y Bruno... Por primera vez me sentí abrazado por mamá.

 —Mi pequeño niño... no debes ser de piedra todo el tiempo —Bromeó con voz maternal mientras levantaba mi rostro empapado en lágrimas gruesas.

—Pero no debo ser débil, tengo que estar a la altura —Lloriqueé con mas fuerzas. 

—Fugo, no siempre estás en un campo de batalla; tienes solo dieciséis años, eres el miembro mas joven de mi equipo, comprendo absolutamente bien los problemas a los que te enfrentas 

 —A-aun así yo...

—Aún así nada. Te cuidaremos entre todos como el niño que eres y te trataremos como el adulto que quieras ser, nadie te juzga.

Apreté tan fuerte a Bucciarati que incluso un pequeño quejido le saqué. 

Dios... me sentí tan infantil y pequeño que no podía dejar de llorar en sus brazos, en sus extremadamente apacibles caricias. Quiero tomarle la palabra, realmente hacerlo, pero aún me queda algo de miedo y vergüenza albergada en mi interior. 

Por ti volaré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora