Desde hoy no lo estaré más.

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Todo se resume a un leve estado de shock.

-F-Fugo...-

Cuando entré a la habitación y abracé a Narancia sentí que me aferraba a lo único sólido que me importaba, también que dejaba ir a lo que no lo era.

Me llamó algunas veces pero no poseía la capacidad de responder a nada. Con suerte creo que pude oírlo y no fue producto de mi activa imaginación.

Correspondió a mi abrazo con las manos temblorosas, no lo culpo, no entiende nada así que solo me deje ser ante la situación.

-¿Quieres que nos acostemos un rato?- Dijo inseguro.

Bajé la cara y limpié un poco mis lágrimas. Solo bastó con un pequeño movimiento con la cabeza y ambos nos sentamos a la orilla de mi cama.

Hace un momento por poco le doy mis llaves a Abbacchio para que cerrara por fuera y ahora lloraba con desconsuelo. Supongo que flaqueé, me gustaría que volviera y me dijera que lo lamenta, que olvidáramos lo que ocurrió pero...

-Gra-gracias...- Dije con la voz quebrada.

Esa ya no es una posibilidad.

Fruncí el ceño y apreté fuerte los labios, apenas habían pasado unos segundos, no debería arrepentirme tan fácil de mi decisión -No te preocupes- Dijo Nara entre risillas nerviosas -Te dije en el hospital que desde ese entonces seríamos los dos contra el mundo, ¿Lo recuerdas?- Sonrió.

Posé mi vista en él un momento y no vi mas que a un niño. Además, aunque lo tenga muy presente... ¿Debo confiar en ello?

En el momento en que pensaba en lo difícil que podría ser tomó mi mano y miró a otra parte. "Es un idiota" Pensé.

Lo volví a hacer. Dejarme llevar.

Apoyé mi cabeza en sus piernas y coloqué su mano sobre mi cabello -No te detengas- Lo cité por lo bajo.

Él sabría qué hacer, siempre lo hace.

-Fugo... tú... ¿Quieres hablar de esto?- Preguntó dudoso.

Negué con un pequeño sonido, el dolor de mi garganta era insoportable pero sé que me llegaré a sentir mejor si estoy con él.

Mis pensamientos estaban disipándose lentamente, podía sentir como poco a poco todo dentro de mi se volvía blanco. Un color que jamás simbolizó nada bueno.

¿Qué hay luego del blanco?

Con cada caricia era como si borrara un minuto del día. Cerré los ojos y dejé que siguiera con su magia, que hiciera de mi lo que creyera que necesitaba así que solo me sentí llorar en sus piernas.

-Hum... ¿Sabes que hago cuando estoy mal?- Dijo en voz alta para llamar mi atención.

Limpié un poco mi cara y me reincorporé para escucharlo -Hay un lugar al que me gusta ir, tal vez te parezca raro o estúpido pero lo llamo "mi lugar feliz"- Hizó pequeñas comillas en el aire -Aunque no suelo ir por motivos muy felices en realidad...- Rascó su mejilla con una sonrisa ladeada. Sus palabras eran sinceras pero su forma de sacarlas fuera de sí... no es normal en él -... Ponte algo mas, saldremos un rato- Dijo dejánme en privado.

Miré mi habitación en silencio, no tenía ganas de salir pero quedarme no me haría ningún bien.

¿Dejarme llevar o...?

-Listo- Avisé una vez que estaba vestido.

Sé que me sobreanalizó por un momento -¿Nos vamos?- Preguntó para disimularlo.

Por ti volaré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora