Padre e hijo.

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Salimos de comer y todos sonaban muy emocionados y felices, incluso Abbacchio aunque quería demostrar lo contrario.

Era un poco tarde, mi casa no quedaba lejos de dónde estaba pero aun no quería volver.

Nos despedimos entre todos y agradecí internamente que ellos vivieran en camino opuesto a dónde me dirigía.

Apenas había viento, Nápoles por esas fechas era un lugar cálido, a veces hasta caluroso, pero por las noches todo se volvía placentero.

Mientras caminaba lentamente a casa observaba todo en mi paso, detallaba las luces brillantes de la ciudad, el aroma algo salado de sus playas y cada una de las hojas que se mecían con la brisa. Pero por primera vez en mi vida, no estaba del todo complacido por mi soledad.

-¿A dónde iría si estuviera aquí?- Murmuré sin receptor.

Mis vista paseó unas cuantas veces a mi alrededor, nada parecía una pista que me indicara la respuesta. Es absurdo, pero no puedo entenderlo.

Rodé los ojos por inercia y seguí a mi propio ritmo, caminé y caminé sin darme cuenta de dónde había llegado. Al ver mi reloj las agujas marcaban las 2:30 am, caminé durante cinco largas horas en un pestañeo.

Me hubiqué al ver que enfrente de mi estaba el agua fría casi a unos metros de dónde me encontraba. Ya había estado ahí varias veces por distintas razones, también conocía un atajo hasta dónde vivo ahora para llegar en menos de quince minutos.

-Caminé cinco horas algo que puedo caminar en quince minutos...- Hablé al paisaje -Soy un chiste- Me reí de mi mismo.

Me quité los zapatos y los tomé con una mano, doble mis pantalones hasta la canilla y me adentré en la tersa y helada arena de la noche.

Estaba solo en toda la playa, parecía una ciudad desierta sino fuera por las luces de los barcos navegando mar adentro.

El viento mecía mi cabello como caricias; unas que jamás me habían dado hasta conocer a Nara.

Pensé en lo mucho que había cambiado mi vida desde que entré a Passione, todo fue un giro de 180°, desde haber dejado una gran mansión llena de presión constante sobre ética y estudios variados, hasta incluso mi vestuario y forma de expresarme.

Quién me viera y quién me vió.

Divagé en cosas sin sentido por mucho rato, hacía tiempo que no me daba un espacio para mi. Estuve ahí hasta que dieron las 3:30, con algo de pereza tomé mis zapatos y volví a emprender rumbo a mi departamento, ahora sin desvíos.

Giré la llave, el pomo de la puerta, y del otro lado estaba mi oscura habitación tan ordenada y pulcra como siempre, quizás con algo de polvo por las noches que pasé fuera.

Revisé los titulos de mis libros en la estantería situada en la sala y tomé uno de ellos.

"Psicopatología infantil y de la adolescencia 3era edición" lo había leído un par de veces ya, pero no estaría mal hasta que encuentre otro libro de mi agrado.

Era tarde, solo delineé el libro y lo dejé junto a mi cama para más leerlo después.

Recuerdo haber mirado el techo y sentir frío pese a que hacía algo de calor, luego todo se desvaneció en mis sueños.

______

7:03 sonó mi celular con el nombre de Bruno en la pantalla; tendríamos una reunión temprano por motivos que serían respondidos al vernos.

El cielo ya había cambiado de color, ahora estaba teñido de tonos blancos lleno de nubes, el clima estaba algo helado pero nada insufrible.

Me levanté sin dar tantas vueltas, me quité todo lo que traía puesto y dejé que el agua caliente despertara todos mis sentidos en tanto enrojecía mi piel. Demoré unos siete minutos, al salir usé lo mismo que traía el día anterior pero en tonalidades purpuras.

Por ti volaré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora