56. Presentimientos

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Unas risas interrumpian mi sueño, no había logrado dormir muy bien, a las 3 de la mañana recién había podido conciliar el sueño, miré la hora en mi teléfono, era medio día, me quedé unos minutos mirando a la nada, Isaza ya no estaba a mi lado, seguramente estaba con Villa. Luche contra mi flojera y me levanté, mientras me acercaba a la cocina, las risas se escuchaban más fuerte, Isaza estaba desayunando junto a Villa, María y Ana, la escena me hizo sentir extraña, se reían y bromeaban muy a gusto, mi corazón se estrujó, me acerqué en silencio y con la mejor sonrisa que pude.

(Isaza): buenos días dormilona - dijo mientras me dejaba un beso en los labios.

(Julieta): que madrugadores ustedes - dije riendo.

(Villamil): es bastante tarde ya.

(Julieta): pero es domingo - repliqué.

(María): si es cierto - rió - pero hay que aprovechar el día.

Me preparé un café, tostadas con queso y unos cereales, me senté junto a los demás y Ana me miró horrorizada.

(Ana): ¿Ese es tu desayuno?

(Julieta): emm...si - dije sin entender.

(Ana): el café no es muy bueno para el cuerpo, los cereales son demasiado azucarados y esas tostadas con queso se te irán a las caderas, deberías cuidarte un poco - dijo con una sonrisa fingida.  

(Julieta): gracias por esa información supongo - dije incómoda.

(Ana): por nada, solo trato de ayudar, me gusta que la gente cuide de su salud.

(Julieta): que linda - fingí una sonrisa.

(Ana): ¿No has considerado ir al gimnasio? - la miré sin saber que decir - digo para mantener la forma más que nada.

(Julieta): ¿Me estás diciendo gorda?

(Ana): claro que no, gorda no pero tal vez un poco rechonchita.

Se formó un silencio bastante incómodo, nadie decía nada, solo se escuchaba el sonido de nuestras respiraciones, estaba empezando a odiar a esta chica, siempre me decía cosas ofensivas y despectivas, lo peor de todo es que nadie le decía nada, nisiquiera yo, cada vez que uno de sus comentarios llegaban, me era imposible responderle. No quería armar una escena así que ignore todo lo que había pasado y seguí comiendo incomoda al sentir su mirada en mi.
Villa hizo desaparecer ese ambiente tenso con uno de sus chistes malos, aún no terminaba de comer cuando los cuatro se levantaron de la mesa, dejándome sola, los miré extrañada.

(Julieta): ¿A dónde van?

(Villamil): a cambiarnos de ropa, iremos al gimnasio.

(Julieta): ay! Pero es domingo, veamos películas o vamos a pasear por ahí.

(Ana): no podemos saltarnos un día - dijo secamente - además ayer bebimos alcohol y tenemos que compensarlo.

Preferí no seguir hablando, tomé los cereales y me fuí a mí habitación, al instante Isaza entró y se recostó a mi lado.

(Isaza): ¿Todo bien?

(Julieta): si.

(Isaza): ¿Estás enojada? - lo miré mal.

(Julieta): por qué lo estaría - dije sarcástica.

(Isaza): no lo sé, casi no has hablado y...

(Julieta): tal vez por que tú adorada amiguita es una odiosa y nadie le dice nada - rodeé los ojos. 

(Isaza): veo que Ana no te agrada.

No alcance a responder ya que tocaron la puerta, Isaza gritó que pasara y entró Ana, con su estupida sonrisa.

Fuiste una bala perdida. TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora