70. Fuiste una bala perdida

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Al final pude decidirme y como soy tan impaciente decidí dejarles el último capítulo hoy. Espero les guste y agradecerles por seguir la historia, en especial a l@s que están desde el principio y que cada capítulo me hacían reír con sus comentarios.

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El viaje fue maravilloso, todo lo vivido supero mis expectativas y me daba un poco de nostalgia saber que se había terminado. La inmensa cantidad de paisajes y culturas que conocimos nos tenían con las emociones a tope, sin duda fue una de las mejores decisiones que he tomado en la vida y me alegra tener a mi amigo para compartir todas esas aventuras.

Las cosas iban de viento en popa, mi corazón había dejado de doler, y la historia con Isaza la atesoraba como un lindo recuerdo. Según lo que mis amigas me comentaban en nuestro grupo aparte, el había conocido a otra persona, Lucia. Me hicieron saber que eran muy amigos y que Isa estaba mucho mejor desde que ella apareció en su vida. Me daba alegría que volviera a ser el de antes y con el dolor de mi alma, si el decidía empezar una historia con ella, yo estaría feliz.

Los meses lejos de mis amigos y familia pasaron muy rápido, esperaba con ansias volver a verlos. El viaje había cambiado varias cosas en nosotros, desde mi corte de pelo, nuestro bronceado y la barba de Villamil, hasta nuestros planes para el futuro. Si bien hace casi más de un año que vivíamos juntos, decidimos poner el apartamento a nombre de ambos ya que todo siempre fue compartido. Pretendemos realizar ciertas modificaciones en general, el aún intentaba convencerme de pintar un mural gigante de su equipo de fútbol favorito, claramente eso no iba a suceder. Cómo habían tres habitaciones restantes, le cedí una para poner sus instrumentos musicales y el resto de baratijas que poseía. Las otras dos aún no tenían un fin específico así que las dejamos para invitados ya que nuestros amigos siempre invadían nuestra casa. Estos detalles eran más que solo una remodelación, significaban un paso importante en nuestra relación como amigos, queríamos compartir nuestras vidas en todo aspecto hasta que fuera posible o el matrimonio de cada uno, nos separare.

Me recosté a los pies de la cama y sentí que Villamil se levantaba.

(Villamil): no te vuelvas a dormir, tenemos un viaje que iniciar — dijo jalandome del brazo.

(Julieta): Villa ¿En serio es necesario que vayamos hoy?

(Villamil): Julieta mañana regresamos a Bogotá, ya no hay más tiempo.

(Julieta): ya...pero podemos venir en otra oportunidad.

(Villamil): nada de eso. Te la pasas hablando de ese lugar y ahora que estamos aquí, no quieres llevarme. Eso no se hace.

(Julieta): está bien — bufé — iremos. Pero te advierto que es un viaje cansador.

(Villamil): tengo energía de sobra para los dos.

(Julieta): ya veremos.

Villamil celebró exageradamente y procedimos a buscar las cosas que necesitamos. Media hora más tarde nos fuimos camino al lugar que tantos recuerdos me traía. Me alegraba que el calor no fuera excesivo y como ya era pasado las cuatro, el ambiente era perfecto y podríamos disfrutar de la puesta del sol. Una vez llegamos y pagamos, le insistí en comprar más agua ya que el camino era largo.

(Julieta): es mejor que comencemos ya que esos 740 escalones no sé subirán solos — me miró con sus ojos casi saliendo de su cara, algo muy típico en el y yo me límite a reír.

(Villamil): ¡SETECIENTOS CUARENTA ESCALONES! — gritó, las personas a nuestro alrededor nos miraban divertidos.

(Julieta): creí que ya sabías, esto fue tu idea.

(Villamil): pensé que era un sendero o algo parecido pero no esperaba una puta torre — era tan dramático este hombre.

(Julieta): si quieres no subimos y hacemos otra cosa pero me devuelves el dinero que pague — dije divertida.

(Villamil): no que va, ya estamos aquí.

Comenzamos a subir y para mí sorpresa, Villa no se veía cansado como lo había estado el otro Juan Pablo en su momento, pero estaba actuando muy extraño, miraba su teléfono cada diez minutos y ya comenzaba a molestarme.

(Julieta): ¿Con quién hablas tanto?

(Villamil): con nadie.

(Julieta): Villa...

(Villamil): ¿Me estás haciendo una escena de celos? — dijo haciéndome reír.

(Julieta): eres idiota, solo que insististe tanto en querer venir y nisiquiera has disfrutado del paisaje.

(Villamil): perdón, estaba hablando con una chica y era importante — dijo no muy convincente. Ahora sí que presto atención.

(Julieta): has lo que quieras.

Seguimos subiendo por un buen rato y cuando llegamos al escalón 700 las cosas se tornaron extrañas y sospechosas. Ya se podía divisar la cima pero lo que realmente llamó mi atención fueron unas frases pegadas cada cierta cantidad de escalones. Junto a Villa y su insistencia nos pareció interesante y entretenido seguir los escritos para ver si formaba algún mensaje oculto.

Escalón 701 "yo no quiero domingo por la tarde,"

Escalón 708 "yo no quiero columpio en el jardín,"

Escalón 712 "lo que yo quiero corazón cobarde,"

Escalón 716 "es que mueras por mí,"

Escalón 724 "y morirme contigo si te matas,"

Escalón 730"y matarme contigo si te mueres,"

Escalón 735 "porque el amor cuando no muere mata,"

Escalón 740 "porque amores que matan nunca mueren". 

Reconocí la canción inmediatamente ya que Isaza solia cantarla todo el tiempo. Miré a Villa sin entender y me hizo un gesto para que mirara hacia un costado del lugar donde me encontré con Isaza, que tenía en sus manos una flor claramente cortada de algún jardín. Su sonrisa era enorme y se le notaba nervioso. No entendía nada de lo que estaba pasando, le voltee para hablarle a Villa y que me explicará pero ya no estaba. Entonces me acerque.

(Isaza): ¿Estoy perdonado? — preguntó mirándome con sus ojos chocolates. Solté una carcajada nerviosa.

(Julieta): ¿Que haces aquí?

(Isaza): ¿pensante que te dejaría ir tan fácil? — sentenció — los setecientos cuarenta escalones no son nada cuando se trata de tí y sabes lo mucho que odio las subidas.

(Julieta): estás mal de la cabeza — dije en medio de una carcajada.

No hizo falta decir nada más, con desespero juntamos no solo nuestros labios si no que también nuestros corazones. Seguía sin entender la situación pero estaba segura de que Villa tenía algo que ver. Continuamos así con el atardecer a nuestras espaldas y las personas siendo ajenas a nuestro momento. El vacío que me invadió durante meses ya no estaba, y por segunda vez, en la misma ciudad y en el mismo lugar, lo había confirmado. Estaba complemente enamorada de aquel Bogotano de metro noventa y risa escandalosa. Y eso jamás iba a cambiar.

Fin...

Fuiste una bala perdida. TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora