26. Vacaciones

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Eran las nueve de la mañana, hoy nos íbamos de vacaciones junto a los chicos, Simón se había conseguido una minivan para que fuéramos todos juntos. Me iban a pasar a buscar en media hora y yo recién me despertaba, rápidamente me duche y me preparé un horrible desayuno. Sentí que tocaban la puerta, era Villa.

- (Villamil): buenos días, me mandaron a buscarte, supongo que estás lista ¿no?

- (Julieta): más o menos, estoy terminando de comer mi tostada.

- (Villamil): bueno, te la comes en el camino, apúrate que todos están esperando.

Bajamos rápidamente por el ascensor, íbamos bromeando y riendo, vi una una linda minivan que Simón estaba manejando y pude divisar qué los chicos ya estaban dentro esperando. Me saludaron animadamente y partimos nuestro viaje, me senté junto a Martín y Laura, nos fuimos hablando todo el camino de cosas sin sentido, Isaza iba sentado al lado de Martín y de vez en cuando me daba vuelta mirarlo, aún dolía un poco verlo pero era capaz de disimular, lo extrañaba, había llorado bastante pero decidí que estas serían unas buenas vacaciones y que trataría de olvidarme poco a poco de lo enamorada que estaba. Luego de casi 3 horas de trayecto llegamos a una hermosa cabaña en el lago, entramos y todo era muy rústico y pintoresco, enseguida Martín empezó a gritar de que él quería elegir su habitación primero pero lo detuvimos y Simón dijo que lo más justo sería que fuera al azar las así que tomó unos papeles y escribió el número de las cuatro habitaciones que habían, obligadamente tendríamos que compartir y en la habitación más grande tendría que ser de 3, todos escogimos un número y el orden fue así, Simón quedó con Natalia, Susana con Diego, Martín, Isaza y Villa quedaron juntos y yo quedé con Laura.

- (Martín): ay! No es justo ¿Por que ustedes quedaron con sus novias y yo con los ronquidos de Isaza y el olor a pies de Villamil?

- (Villamil): oye, es culpa de las botas no de mis pies.

- (Simón): fue una justa elección.

- (Julieta): además, yo no te voy a cambiar a Lauri, me gusta con quién quedé - le saqué la lengua -

- (Martín): ya veremos.

Todos nos fuimos a nuestras respectivas habitaciones para guardar las cosas, junto a Lauri nos encontrábamos viendo la ropa que nos habíamos comprado hace unos días, la puerta de abrió de golpe, era Martín junto a Villa.

- (Julieta): ¿Ustedes no aprenden a golpear?

- (Martín): no - me sacó la lengua y se acostó en la cama de Lauri, Villa hizo lo mismo -

- (Villamil): estábamos pensando en ir a buscar un lugar para comer, morimos de hambre.

- (Julieta): tu siempre.

- (Laura): tenemos que terminar de guardar las cosas antes de ir a comer.

- (Villamil): agh está bien.

Tranquilamente guardamos las cosas, villa nos miraba desesperado y ofreció su ayuda más de tres veces, media hora más tarde estábamos listas.

- (Villamil): por fin, qué manera de hacerme sufrir - nos reímos con ganas y nos miró mal - ya vamos.

- (Julieta): vamos, glotón.

- (Isaza): ¿A dónde van?

- (Martín): vamos a comer pri, todos.

- (Susana): ay si muero de hambre.

- (Julieta): no eres la única - me reí mirando a Villa -

Nos fuimos caminando hasta el centro del pueblo, era todo muy hermoso, diferentes lugares para comer y muchas tiendas de souvenirs y bares que en la noche explotaban de gente. Nos decidimos por un pequeño resto-bar que servían todo tipo de pastas, lo atendía una señora de edad muy amorosa, nos recomendó que probemos sus postres caseros y obviamente dijimos que si. Durante toda la comida villa estuvo coqueteando con la mesera, no dejaba de mirarla y preguntarle cosas absurdas, todos nos dimos cuenta, nos reímos de él y por lo bajo lo alenté a qué fuera a hablarle pero se negó. Me paré para ir al baño y al volver choque con alguien.

X: disculpa, no te ví.

- (Julieta): oh, no te preocupes fue mi culpa, iba distraída.

X: ¿Eres de por aquí?

- (Julieta): no, estoy de vacaciones con mis amigos - le sonreí, era lindo -

X: genial, esta es la mejor temporada para venir.

- (Julieta): vives aquí?

X: más o menos, siempre vengo para las vacaciones, mi abuela es dueña del resto bar, la ayudo y aprovecho de pasarla bien.

- (Julieta): que bien, la comida está muy buena.

X: es la mejor de por aquí y no lo digo porque sea un negocio familiar - se rió, que risa tan linda, le sonreí - me llamo Samuel, mucho gusto.

- (Julieta): soy Julieta, el gusto es mío - era muy apuesto, tenía el pelo café claro y enrulado, sus ojos eran pardos y su sonrisa mataba, no era tan alto, más o menos de la altura de Villa, llevaba una camisa ancha y unos shorts negros.

- (Samuel): ¿Y cuánto tiempo se quedan?

- (Julieta): dos semanas, apenas llegamos hace unas horas.

- (Samuel): genial, bueno si necesitas un guía, aquí me tienes, se de los mejores lugares y las buenas fiestas.

- (Julieta): lo voy a tener en consideración - quería darle mi número urgentemente porque era muy lindo pero nos interrumpieron antes de que pudiéramos intercambiar datos.

- (Villamil): se te va a enfriar la comida - lo fulmine con la mirada -

- (Julieta): cierto, bueno nos estamos viendo, no dudes en qué te buscaré - le di una sonrisa y volvimos a la mesa -
- (Villamil): ¿Acaso estabas coqueteando con ese chico?

- (Julieta): claro que no, solo hablábamos.

- (Villamil): no te creo.

- (Julieta): ¿Y tú qué? Le hablaste a la mesera?

- (Villamil): no, porque te fui a buscar.

- (Julieta): excusas. 

Nos sentamos nuevamente a comer, Susana y Laura me miraban sonrientes, estoy segura de que me vieron hablar con el lindo de Samuel, seguramente me interrogarian más tarde. Disimuladamente miré a Isaza, no prestaba mucha atención, estaba comiendo su pasta un tanto callado y ausente, quería preguntarle si estaba bien pero sentía que no me correspondía, aún no estábamos bien del todo y me costaba hablarle todavía. Unas horas más tarde fuimos a caminar por el pueblo, nos sacamos fotos grupales y algunas individuales, las risas se escuchaban en todos lados y podía ver que estábamos todos muy felices, mientras caminabamos hacia la cabaña Isa me habló.
 
- (Isaza): ¿La estás pasando bien?

- (Julieta) si, es muy lindo este lugar y el clima es estupendo.

- (Isaza): sabes... Encontré esto el otro día - me mostró una foto en su teléfono, era una de las hojas de mi diario de vida, lo miré haciéndome la enojada - perdón, quería ver qué escribías y luego me olvidé de qué tenía esta foto.

- (Julieta): te mato si le muestras esto a alguien - la hoja decía lo mucho que me gustaba el cartero y que esperaba algún día poder casarnos, tenía 13 años - que vergüenza.

- (Isaza): me parece tierno - se rió y lo empujé - quizás te lo encuentres por ahí.

- (Julieta): no lo creo, debe tener como 50 años y no me gustan tan mayores - ambos nos reímos con ganas, los chicos que iban un poco adelante se voltearon a vernos, pude notar que Susana y Villa no tenían muy buena cara pero los ignore.

- (Isaza): uno nunca sabe, quizás tiene plata y te lleva a recorrer el mundo.

- (Julieta): podría ser interesante - le sonreí - te juro que voy a buscar algo vergonzoso tuyo y no te dejare olvidarlo.

- (Isaza): a mí no me da vergüenza nada.

- (Julieta): ya lo veremos.

Llegamos a la cabaña y teníamos la idea de salir de fiesta pero la pereza nos ganó, decidimos beber ahí mismo, habíamos comprado algunas cosas en Bogotá y era suficiente para que todos quedaramos borrachos, todo se descontroló un poco y me atrevo a decir que nuevamente todo fue culpa de Martín ya que insiste en que juguemos a sus juegos. Salieron muchas verdades a la luz y los retos fueron intensos, definitivamente este viaje había comenzado y si que lo recordariamos.

Fuiste una bala perdida. TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora