Cap 3-La fiesta del primer día

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Cuando llegué a casa después  de mi largo día de escuela, mis hermanos ya estaban allí, preparando todo para la fiesta. 

Cuando vi la inmensa cantidad de alcohol sobre la mesa, supe que las cosas irían mal. 

-¿Qué están dispuestos a hacer para que no le diga a mamá y papá?- pregunté con mi sonrisa de angelito dirigiéndome a la cocina. 

-Lo que quieras hermanita- respondió Ashton sonriéndome. Sabían que si querían que las cosas funcionaran, debían comprar mi silencio.

-Quiero que hagan mis quehaceres por una semana. Mejor dos- dije tranquilamente. 

-Eres horrible- 

-¿Trato o no?- 

-Trato- respondió Dylan sabiendo que no tenían más opción. 

-¿Te quedarás en tu habitación?- preguntó Ashton. 

-Violeta me ha prometido que me arrastraría escaleras abajo si hacia eso- 

-Deberías venir- 

-Eres una aburrida- 

Sorprendentemente, mis hermanos siempre me invitaban a ir a fiestas con ellos. Estaban convencidos de que era su responsabilidad sacarme de mi "vida aburrida". 

Subí a mi habitación negando con la cabeza y empecé a hacer las tareas del día. Me gustaba adelantar lo más posible para no asfixiarme en deberes. 

Las horas pasaron rápidamente, y Violeta llegó a mi casa con una maleta. 

-¿Te mudas?-pregunté tirándome en mi cama. 

-No tonta, traje ropa para ti.- respondió rodando los ojos. 

-Tengo ropa, gracias- le dije. 

-Sabes de lo que hablo- 

Abrió la  maleta mágica y empezó a sacar toda clase de vestidos indecentes, con tacones kilométricos y bolsos brillantes.

-Estás loca, estoy en mi casa, no voy a arreglarme tanto- 

-Sabía que dirías eso- me respondió para luego sacar un último vestido. 

Ese era sin duda muy lindo, y aunque era corto, seguía teniendo suficiente tela. 

-Póntelo- 

-No lo sé- dije tomándolo y mirándolo más de cerca. Era algo transparente. 

-No es una pregunta- me regañó Violeta empujándome hasta el baño. 

Estaba muy determinada a hacerme ir a esa fiesta, y como era en mi casa, era la mejor oportunidad.

Me di una corta ducha y me puse el vestido. 

Era sin duda muy bonito y desmarcaba bien mi silueta. 

Cuando salí, Violeta ya estaba vestida en unos shorts una blusa sin mangas. 

-Te queda genial- me cumplimentó feliz. Le agradecí y le cumplimenté de vuelta. 

Mientras ella se ponía los tacones, me acerqué al espejo y empecé a maquillarme. Nada muy llamativo, pero lo suficiente para verme un poquito diferente. 

Por alguna razón, me sentía muy insegura. 

-Te vez preciosa, vamos- dijo Violeta sacándome de la habitación. 

La fiesta había ya empezado y la música resonaba con fuerza. Los vecinos sin duda se quejarían. 

Había mucha gente, probablemente demasiada, tomando y bailando. 

-No me gusta esto-

-Eso es porque no has tomado nada!- se exclamó mi amiga llevándome al bar improvisado. 

-No puedo tomar, soy menor de edad- 

-Al igual que todos los presentes- gritó por encima de la música tendiéndome un vaso de lo que parecía ser refresco, pero que en realidad, no lo era. 

-Vamos, tómalo- 

Lo bebí rapidamente intentando no concentrarme en el horrible sabor, y de repente me sentí más relajada. Era la primera vez en mi vida que tomaba alcohol. 

Mis hermanos estaban sentados en el sofá junto a sus amigos y me llamaron en cuanto me vieron. 

-Violeta eres un ángel, has logrado trasformarla- le dijo Ashton a mi amiga. 

Los amigos de mis hermanos se quedaron mirándome descaradamente, por lo que Dylan dijo: 

-Es nuestra hermana, le ponen un dedo encima y los matamos- 

De alguna manera, sabíamos que no era una broma. Dylan y Ashton se comportaban como si fuesen mis hermanos mayores. 

-Vamos Dylan, no puedes pretender que una chica tan hermosa no tenga admiradores- respondió un chico. 

Era rubio y alto, lo había visto varias veces en la escuela y había compartido clases con él el año anterior. 

-Cállate Zack- le gruñó Ashton, y yo solo reí. Me sentía muy feliz de repente. 

Halé a Violeta hacia la pista de baile y empecé a moverme al ritmo de la música. Había perdido toda vergüenza, todo miedo, aquella estúpida timidez que me seguía como la sombra. Me sentía como alguien más, y eso me gustaba. 

Ya era hora. 

-Iré por otro vaso- le dije a Violeta tambaleándome ligeramente. 

Mientras un chico me servía, revisé mi bolso y me di cuenta de que no tenía mi teléfono. Genial. 

Me tomé la bebida rápidamente y empecé a buscarlo como loca. 

Debía de seguro tener decenas de llamadas perdidas de mamá. 

Por suerte, lo encontré en el piso, pero no tenía llamadas perdidas de mamá y  tampoco era mi fondo de pantalla. 

Lo metí en mi bolso sintiéndome mareada y volví a la pista de baile. 

Ya verificaría mañana. 


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