Cap 74-Arreglar las cosas

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Punto de vista de Leia. 

Nunca había estado en Nueva York. Era una ciudad impresionante, con rascacielos infinitos e inalcanzables. La inmensa multitud caminando por las inmensas avenidas. Qué secretos podían esconder, aquellos pasantes? 

Estaba perdida entre las calles y no sabía cómo volvería a la mansión, pero nada de eso importaba. Porqué me importaría? Ziel probablemente me encontraría con tan solo chasquear los dedos. Aquella mujer tan poderosa y a la vez delicada, una combinación de fuego y hielo, de suavidad y rigidez. No había ningún parecido entre nosotras, pero era mi madre. La que me había dado la vida, después de todo. 

Detuve mis pasos y respiré el aire tibio del inicio del verano. Llevaba menos de 48 horas en aquella ciudad, y ya se había convertido en el escenario de uno de los momentos más difíciles de mi vida. 

Pero lo aceptaría. 

Lo aceptaría y daría la cara. Lo haría porque ya no quería ser aquella niña que huía cuando sentía el peligro.

 Lo aceptaría porque esta era mi vida, y tenía que tomarla entre las manos. 

La aceptaría porque aquella era mi realidad. Ya no iba a esconderme, ya no iba a encerrarme en mi habitación. Estaba harta de eso. Estaba harta de mi cobardía, de mis estupidos nervios, de aquellos miedos que me torturaban. 

Estaba harta de ser yo. 

Ahora quería ser ella. 

Me adentré en un café y tomé mi teléfono. Ziel me había dado el número telefónico de todos los choferes. Llamé al primero y le expliqué dónde estaba. 

-Llegaré enseguida, señorita Williams-dijo de inmediato. Como si mis palabras fuesen ordenes sagradas. No me acostumbraba a todo aquel lujo, a aquel imperio. 

Cuando llegó, me abrió la puerta y se subió al auto. 

-A dónde desea ir, señorita?- 

No quería ir a la mansión. No aún. 

-A casa de Zarah- respondí. 

Quería más información, y sabía que no la obtendría de mis padres. 

La tía Zarah vivía a penas a unas calles de la de Ziel y Liam, en una mansión igual de impactante, pero con un estilo acogedor y dinámico, no tan frio como el de la mansión. 

Cuando toqué el timbre, una mujer del servicio me abrió, pero Zarah, que estaba en la sala con el pequeño Leo, corrió hacia mí. 

No le había avisado de mi visita, por lo que esperaba no molestarla. 

-Leia!- se exclamó envolviéndomelo de inmediato en un abrazo. Me parecía increíble como Ziel y ella podían ser tan diferente. 

Me invitó a sentarme. 

Me quedé mirando a le, que jugaba tranquilamente. Me hacia pensar en un Aris de miniatura.

Era un niño tan hermoso. Me miraba con ojos curiosos y sonreía cuando yo le sonreía. 

-Cómo estás?-me preguntó de inmediato. Debió suponer de inmediato que si estaba allí sola, era por algo en específico. 

-Acabo de enterarme-fue lo único que dije. Su expresión cambió de inmediato. 

-Ziel no suele reaccionar de la mejor manera cuando tiene miedo. Pensó que ocultarlo sería lo mejor-dijo para defender a su hermana.

-Pues no lo ha logrado, y ahora no sé si confiar en ella-respondí honesta. 

-Entiendo lo que sientes, Leia. Ziel me lo escondió también mucho tiempo, cuando todo empezó. 

-Que edad tenían?-

-Ella 22 y yo 15-respondió.

-Me estás diciendo que todo esto tiene mas de 20 años?- me sorprendí. 

-Así es. No ha sido nada fácil, sabes. Hay mucho que aún no sabes de ella, y que descubrirás con el tiempo. Liam y Ziel son personas particularmente complicadas, pero son las personas más leales y fuertes que conozco. Ellos nunca te dejaran caer, Leia- 

-Y tú? Y tu esposo Aris? Son parte de todo esto, no?- 

-Así es, pero de manera externa. Aris y yo fuimos a la universidad. Yo soy psicóloga y tengo mi propio centro aquí en Nueva York. Tu tío, Aris, es escritor y especialista en literatura. La banda es algo más...lejano.- 

Escucharla hablar de todo aquello me hacia sentir más cerca de entender lo que ocurría. Entender aquella vida.

-Que harías si estuvieses en mi lugar?- le pregunté. 

-Quedarte y enfrentarlo. Sé que parece una locura, y sin duda lo es, pero nunca te arrepentirás de haber conocido a tus padres. Deja que te enseñen lo que saben, lo que esconden. No te imaginas lo mucho que puedes aprender de almas como las suyas-

Mi teléfono interrumpió nuestra conversación. Me dije que debía ser Ziel, preocupada por donde podía estar, pero era Nathan. Suspiré sin saber que hacer. 

-Contestale-me aconsejó Zarah. 

-No lo sé...-

-El amor siempre es complicado, y más cuando es real- 

Apoyé el botón verde y su voz inundó mi oido. 

-Leia? Dónde estas? Estás bien?- 

Incluso después de que le había tratado de la peor manera, él seguía allí preocupándose por mí. 

-Si, estoy bien. -

-Estoy en la mansión y Ziel me ha dicho que no has...- 

Una idea surgió en mi mente. Me sentía culpable por haberle tratado de la manera que en la que lo había hecho, y creo que esta vez me tocaba a mí, pedir disculpas y hacer algo por él. Desde el principio,  Nathan había planeado las mejores citas, me había dado lo mejores regalos. Me tocaba a mí, mostrarle que me importaba. 

-Quédate en la mansión-dije rápidamente. 

-Pero...- 

-Te llamo luego- 

Una vez dicho eso, colgué el teléfono y me puse de pie. 

-Dónde hay una tienda de guitarras?- pregunté. 

-De guitarras?- me miró extrañada Zarah por mi repentina ocurrencia. 

Sonreí al pensar en el piano de cristal. 

"Somos música, en Nueva York, o en Roma" pensé.




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