Cap 24-Galletas

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Cuando Violeta me dejó en casa después de la escuela, mamá estaba preparando galletas. Y se preguntaran, que tiene de extraño?

Pues que nunca había hecho galletas antes.

-Buenos días cariño! Cómo te fue en la escuela?- me preguntó tendiéndome un vaso de limonada fresca y con una sonrisa más que exagerada.

-Todo bien...- respondí tomando el vaso y pegándolo a mis labios. Hubiese podido responder "Me fue horrible, he descubierto que el chico del que estoy enamorada se acostó con mi enemiga".

Pero decidí mejor callarme.

Puso sobre la mesa un plato con galletas recién salidas del horno. Tomé una algo dudosa. Algo estaba mal.

-Qué pasa?- pregunté mordiendo una. El chocolate se derretía en mi boca, lo que me hizo suspirar. Comer era mi especialidad.

-Nada- me respondió sin dejar de sonreír.

La conocía tan bien, que la respuesta vino a mi mente cuando le di la segunda mordida a la galleta.

-No tienes que tratarme mejor porque descubrí que soy adoptada-

Esa frase había salido de mi boca sin ser pensada, y también había sido más ruda de la cuenta. La sonrisa de mi madre se borró al instante, y supe que había dado en el punto.

-No quiero hablar de eso- respondió de manera sombría. Me molestaba que solo le importase lo que ella quería.

-Y qué hay de mí? Solo vamos a hacer como si nada ha ocurrido?-

-Nada ha ocurrido, Leia. Podrás ser adoptada, pero sigues siendo mi hija.-

-Y porqué no me lo dijiste desde el principio entonces? Porqué mentirme de esa forma?- exigí saber. Apreté mis puños con fuerza. Estaba malditamente enojada.

-No me pareció necesario- respondió simplemente.

Me pareció un completo descaro.

-Quiero conocer a mis verdaderos padres- agregué de golpe.

Mi madre se detuvo, como si hubiese escuchado una total atrocidad.

-Te lo prohibo- dijo desafiante, mirándome con severidad.

Mi madre nunca me había tratado de esa forma. Siempre había sido amorosa y divertida, de esas madres con las que puedes hablar cuando estás mal o triste, de esas que dan buenos consejos y te prepara chocolate caliente cuando has tenido un mal día.

La persona que tenía frente a mí, era totalmente diferente.

Me marché de la cocina y me encerré en mi habitación dando un portazo.

Ahora más que nunca deseaba saber. Después de todo, era mi derecho. Tenía derecho a saber quien era realmente.

Me lancé en mi cama tratando de idear un plan. Solo tenía dos pistas : el instituto de adopción que había llamado aquel día, y el apellido que me habían dado: Los Williams.

Tenía que ir allí si quería investigar.

Me puse de pie de inmediato y me dispuse a salir por la ventana, pero la verdad es que tenía miedo. Mis piernas temblaban de tan solo pensar en ello. Llegué a la conclusión de que no podía hacerlo sola.

En cualquier situación, mi primera opción sería llamar a Violeta, pero aun no le había dicho que era adoptada y sería muy largo de explicar en ese momento. Mis hermanos no eran una opción ya que estaba enojada con Ashton, y Dylan estaba en el gimnasio. A Jenna aún no la conocía lo suficiente como para contarle.

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