Cap 5-Clase de literatura

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-Leia Marie Adams quiero saber ya mismo donde estabas y porque has llegado en ese auto- 

Ahora si que estaba muerta. 

-Mamá, sé que parece una locura pero...- 

-Estás castigada. ¿Qué piensas que estas haciendo? Llegamos de casa de tu tía y lo primero que veo es que no estás en casa. Son las 2 de la mañana y tienes que ir a la escuela.- 

-Lo sé, es que...- 

-Estoy muy decepcionada de ti. Estás castigada hasta fin de mes. Vé a tu habitación- 

Sabiendo que no había nada que decir para arreglarlo, subí a mi habitación y me tiré en mi cama. 

Había vivido la noche más loca de mi vida, y tenía ahora tantas preguntas. Me puse ropa de dormir y me acosté en mi cama sintiéndome más cansada que nunca. 

(...) 

Mi alarma sonó tan solo 4 horas más tarde y durante un segundo, pensé que todo había sido un sueño, pero no lo era. 

Lo primero que hice, fue correr a la entrada y revisar. 

Las llaves estaban justo donde Nathan había dicho que las dejaría, y el auto estaba allí como si nunca se hubiese movido. 

Tomé las llaves y las dejé donde mis hermanos la dejaban habitualmente, para luego volver a mi habitación y arreglarme para la escuela. 

Era mi segunda noche sin dormir, y sentía que me desmayaría de un momento a otro. Maquillé mis enormes ojeras y bajé a desayunar. 

Supe inmediatamente al verla que mi madre seguía enojada conmigo. Esto era nuevo para mí, yo nunca rompía las reglas. 

Salí de casa sin decir nada, y en cuanto subí al auto de Violeta, le conté todo. 

Cuando terminé, mi amiga se había quedado sin palabras. 

-Pensé que yo estaba loca, pero tú amiga mía, has llegado a otro nivel- dijo como una madre orgullosa. 

-No juegues con eso. Si no hubiese sido por Nathan, estuviese en la comisaría, o peor, en la cárcel- 

-Y tú que le odiabas, te dije que era un ángel- 

-Aun le odio, solo que...un poco menos- respondí riendo. 

Cuando llegamos a la escuela, busqué a Nathan con la mirada, pero no lo encontré. 

Me dirigí entonces a mi primera clase, literatura. Era una clase que detestaba y me aburría horriblemente. Estaba demasiado cansada y apenas podía estar despierta, así que sí, me dormí en plena clase y la señorita Dorie me envío a la oficina de la bruja de la directora por "indisciplina".

¿Yo?

¿Indisciplina? 

El mundo parecía estar al revés. 

Iba a entrar a la oficina, pero la secretaria me anunció que había alguien con la directora Carlton y que debía esperar sentada afuera. Y eso hice. 

Excepto que allí, sobre la silla, me quedé dormida nuevamente. 

Y quien me despertó, fue nada más y nada menos que... 

Nathan Fisher. 

-La directora te espera dentro-me dijo con una sonrisa burlona. 

Me froté los ojos con fuerza y me puse de pie como pude. 

-¿Porque estás aqui?- preguntó.

-Me he dormido en la clase de la bruja de Dorie-

La directora salió en ese mismo momento, y se sorprendió al verme allí. 

-Senorita Adams, pase- me indicó. 

-Justo le estaba diciendo a la señorita Adams que debería tomarse un buen té. Está muy enferma, una gripe terrible- intervino Nathan con una sonrisa de niño bueno que no le había visto antes. 

-Ha sido por eso que me he quedado dormida en la clase, y la señora Dorie me ha enviado aquí- dije siguiendo el juego. 

La directora creyó todo de principio a fin y me dio un permiso para marcharme a casa, obviamente, sin ningún castigo. 

-Llamaré a sus padres para que pasen a recogerla- dijo la directora preocupada. Aparentemente si me veía muy mal. 

-Yo puedo llevarla- se ofreció Nathan. 

-Es usted todo un caballero- le respondió la directora encantada, y así fue como salimos de allí. 

-Eres increíble- le dije una vez llegamos al parqueo. Excepto que el auto, no era el mismo de la noche anterior. 

Me subí sin decir nada. 

-¿Porqué no estás en clases?- pregunté finalmente. 

-Estaba en dirección porque me han dispensado de educación física- me explicó. 

Aquello me pareció más que gracioso ya que el desgraciado tenía un cuerpo de infarto. Es imposible que no se ejercitara. 

-No pareces lesionado- 

-No lo estoy. Digamos que me gusta tener un par de horas libres- dijo guiñando el ojo, y fue la primera vez que me detuve a mirarlos. Parecía que hubiesen vertido miel en el iris. 

Este chico estaba lleno de misterios. 



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